Capitulo 26. Vuelta a casa

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Llego a casa de mis padres en diez minutos. No pensé ni un segundo a dónde ir cuando el chófer de aquella familia me preguntó la dirección. El hombre tuvo la delicadeza de no mire las fachas con las que me monté en el sedán negro.

—Hija, pero ¡¿qué traes puesto?! —exclama mi madre al abrir la puerta principal—. ¡Eres una mujer casada con un hombre respetable!

—Olvídate de lo que traigo puesto. ¿Por qué no me preguntas qué cosa hizo como para que viniera así a la casa? —le digo mientras entro y voy directo a mi habitación.

—¡No me grites!

—¡Sí te grito! —Busco con rapidez algo que ponerme. Se hace tarde ya. Observo el reloj cucú que tengo colgado encima del mueble donde guardo mis novelas y muñequitas en cerámica—. No sé cómo puedes preocuparte tanto por las apariencias, madre. Eso no importa.

—Claro que importa. Te casaste y te fuiste de aquí siendo una señorita. Estás con un hombre de clase social superior, por ende, tu vestimenta y tu apariencia dice mucho de ti. Además, lamento decirte que influye en tu marido.

—¡Me importa un comino mi marido! —chillo.

Me termino de subir la falda negra estilo tubo. Asimismo, me coloco una blusa blanca holgada de mariposas y rosas rojas.

—No digas eso, pareces una niña.

—¿Dónde está Teresa?

No pienso quedarme escuchando a mi madre darme una charla sobre cómo mis acciones influyen en la sociedad. Eso es agua pasada. Lo sé, es cierto, ella tiene razón, pero ahora mismo eso es una nimiedad. No me interesa que la gente me vea y que la señora Merlina del mercadillo me haya visto bajar del sedán cubierta con una sábana. ¡Estoy cansada de intentar ser perfecta! Es agotador ser alguien que no eres. Pretender agradar a todos, ayudar y complacer... sin importar si tu esencia la pierdes en el camino.

—Tu hermana salió a comprar algunas cosas para su viaje.

—¿Estás de acuerdo con que se vaya con ese joven?

—Te recuerdo que ese joven es tu cuñado. —Mi madre está de pie en el marco de la puerta y analiza cada uno de mis movimientos. Luce cansada. Su vestido está estrujado, cosa que me preocupa, pues mamá siempre procura estar impecable.

—Entonces ¿lo sabes?

—Tere no es ninguna tonta, esa niña es bien despierta. Se consiguió un buen partido. Tendrá un buen hogar y estabilidad económica para siempre. Dicen que esos hombres Magghio solo se casan una vez.

—No puedo creer que lo aceptes sin más. —Para mí fue un golpe muy fuerte saber que mi hermana menor ha decidido unirse con Dawson Magghio. Él puede decirme que está arrepentido por haberse involucrado con Arianna, pero después de enterarme de que es capaz de traicionar a su propio hermano, no quiero ni considerar lo que le espera a Tere al casarse con él.

Así mismo se lo cuento a mi madre. Entretanto, me recojo el cabello en un moño alto y le coloco un par de horquillas con terminación en rositas doradas.

—Los hombres son así por naturaleza. No creas que tendrás un hombre completamente fiel, ya que está en su sangre el deseo de probar nuevas carnes.

Vaya excusa la de mi madre.

No me deja hablar y continúa. Se acerca y se sienta en el borde de la cama.

—No lo sabes, pues eras muy pequeña cuando sucedió, pero hace más de quince años tu padre tuvo una aventura.

—¿Papá te engañó? —Dejo de verme en el espejo. Me acerco, me siento a su lado y agarro sus manos entre las mías—. No tenía idea.

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