Una semana después...
—Con cuidado. Escalón, otro más. Ya casi llegamos a la entrada.
—¡Calla, por favor! —le espeto a Dawson.
Estoy molesto e inconforme con la vida.
Hace una semana de la cirugía y aún no recupero la visión. Las expectativas para hacerlo eran entre un 20 y un 30%. Las probabilidades de quedarme así para siempre eran todavía más altas que las de solucionarlo.
¿Por qué no le pasó esto a un asesino? ¿A un delincuente? ¿A un corrupto? ¿Por qué, aunque suene cliché, le sucede cosas malas a personas buenas?
Si bien es cierto que no he sido un santo, no merezco una corona de flores y tampoco el Premio Nobel de la paz. Sin embargo, me resulta ridículo, absurdo e incluso cruel, que yo, que no le he provocado un daño intencional a ninguna persona en mis veintisiete años de edad, sea el que reciba esta desgracia. ¡Porque es lo que es! Mi cerebro no puede evitar pensar en la cantidad de gente que habita en este mundo y que merece más que yo una desgracia en su vida.
—Estás ciego, no eres un maldito idiota. Si te digo que hay un escalón, levantas el pie. Uno tras otro y caminas. Nada más. Te limitas a eso.
—No me jodas, Dawson, no estoy de humor —refunfuño.
No puedo creer que él me hable de esa manera, aunque eso es lo que necesito en este momento.
Cuando no me doy cuenta, mi hermano sabe lo que necesito en mi vida. Ahora lo único que necesito es alguien que no me deje caer, que no deje que esto me arruine, pues sé a ciencia cierta que casi puedo meter las manos en el fuego por ello. Sé que estoy a punto de un colapso y reconocerlo no me molesta, no me duele, no me arranca un pedazo de mi cuerpo. Conozco la depresión de primera mano; la viví y la sentí. Ella forma parte de mí desde que Arianna decidió irse del lado de mi hijo y del mío.
—Yo tampoco lo estoy. Pretendía estar bien lejos de aquí para esta fecha. —Me indica que hay otro escalón.
¡¿De quién diablos fue la idea de poner tantos malditos escalones en la entrada?! Ah, sí, fue mía. ¡Qué idiota!
—No te pedí que te quedaras. —Aburrido y cansado de estar siendo llevado de la mano hasta mi propia casa, le respondo de mala gana—. No te pedí que retrasaras tus planes ni que te quedaras la semana completa en la clínica. Pudiste marcharte. Sé que pretendes casarte con esa joven.
—Dos cosas, la primera: no tienes que pedirme que me quede, es algo implícito y muy mío. Eres mi hermano. La verdad es que en este instante no tengo otro lugar en el que quiera estar. No importa cómo te hable, cómo te trate ahora... sé que eres un hueso duro de roer. Eres un tipo duro, mucho más que yo. Has mantenido la calma y tu vida intacta desde la muerte precipitada y egoísta de Arianna. Te admiro y siempre lo haré.
Estoy a punto de echarme a llorar como un maldito marica. Este hombre que siempre he catalogado como cabeza loca y despreocupada, ha dado justo en el clavo. No puedo dejarme arruinar. Mi hijo y mi cordura dependen de ello.
—Me haré cargo de todo en la empresa y de nuestros negocios en el exterior. No tendrás que preocuparte por nada —asevera al apretar mi hombro—. Esfuérzate en recuperarte y en salir de esto. Estoy seguro de que dentro de poco recuperarás tu visión.
—Gracias, Dawson —le digo con un nudo en la garganta—. Te agradezco todo lo que has hecho por mí en estos últimos días. No creí que contaría contigo... no después de lo que pasó.
—Ninguna mujer o mala decisión hará que te escapes de mí. Soy la verdadera espina en tu trasero. —Nos detenemos y él me suelta—. Llegamos.
—¿Qué es lo segundo? —No terminó de contarme.
ESTÁS LEYENDO
Novia Fugitiva - DE VENTA FISICO EN AMAZON-
Teen FictionTatiana Mattew es ofrecida como pago a un hombre viudo para ser su esposa y así su padre poder pagar la deuda colosal que tienen con banqueros corruptos. Ella no desea contraer matrimonio, mucho menos con ese hombre al que todos apodan el Sombrío. T...