Lana Pov"s
El aire estaba denso y cálido, y poco a poco me fui despertando, sintiendo la piel de Max pegada a la mía. Seguíamos desnudos, entrelazados bajo las sábanas, y su brazo descansaba pesadamente sobre mi cintura, como si quisiera mantenerme cerca incluso en sueños. No pude evitar sonreír.
Me encantaba verlo así, tan tranquilo, con su respiración pausada y su rostro relajado. En esos momentos, parecía tan distinto al Max que todos conocían: el piloto competitivo, siempre tenso, siempre alerta. Aquí, a mi lado, era solo Max, el hombre con quien compartía todo.
Me incliné con cuidado, tratando de no despertarlo de golpe, y le di un beso suave sobre sus labios. Apenas lo sentí moverse, pero entonces, casi en automático, me atrapó con su brazo y me hizo rodar hasta que quedé debajo de él.
Abrí los ojos completamente sorprendida, solo para encontrarme con los suyos entreabiertos, aún somnolientos pero ya llenos de esa chispa juguetona que conocía bien.
—Buenos días —dije, sonriendo mientras mis manos recorrían su espalda, acariciando cada centímetro de piel que encontraba.
—Buenos días —respondió él, su voz ronca y grave por el sueño. Se inclinó hacia mí, sus labios rozando los míos de manera casi distraída.
—¿Dormiste bien? —me preguntó, antes de besarme otra vez, esta vez más profundamente.
— De lo mejor —susurré contra sus labios.
Nos seguimos besando, más despacio, sin prisa, disfrutando de esos minutos en los que todo parecía detenerse, cuando estábamos solos, sin el ruido del mundo real.
Pero justo en ese instante, escuché el ruido de la puerta abriéndose de golpe. Mis ojos se abrieron como platos, y antes de que pudiera siquiera girar la cabeza, escuché la voz de Checo, claramente apurado.
—¡Max, tenemos que ir a la reunión con Red Bu...! —se detuvo de inmediato.
Al mirarlo, vi su expresión congelarse en shock. Su boca quedó abierta, y sus ojos recorrieron la escena: Max sobre mí, nuestras sábanas apenas cubriéndonos. Sentí el calor subir rápidamente por mis mejillas.
—¡Checo! —exclamé, justo cuando Max reaccionó y nos cubrimos rápidamente con las sábanas, sentándonos en la cama con evidente sorpresa.
Max también estaba atónito, pero su expresión cambió rápidamente a una mezcla de incomodidad y diversión contenida.
—¿Qué haces aquí? — preguntó Max, con la voz todavía algo ronca y un leve toque de irritación.
Checo parecía no saber cómo reaccionar. Seguía allí, de pie en la puerta, mirando a todos lados menos a nosotros, y claramente arrepintiéndose de no haber tocado antes de entrar.
—Lo... lo siento. Solo... la reunión. Tenemos que irnos ya —balbuceó finalmente, su rostro tan rojo como yo me sentía.
No sabía si reír o esconderme bajo las sábanas de pura vergüenza.
Checo seguía ahí, incómodo, claramente sin saber qué hacer con lo que acababa de ver.
Tras unos segundos de silencio que se hicieron eternos, se aclaró la garganta, intentando recobrar algo de compostura.
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Racing Hearts|Max Verstappen
RomanceMientras compiten por la gloria en el Campeonato Mundial, Lana y Max deben navegar por un camino lleno de desafíos, tanto en la pista como en sus corazones. Las presiones de la fama, las expectativas familiares y los rumores en el paddock ponen a pr...