Una desastroza velada (21)

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Lana Pov's

La noche había llegado, y con ella, la esperada Gala organizada por la FIA. Después de tantas carreras y días llenos de adrenalina, esta era una oportunidad para relajarse, o al menos eso se suponía. Me miré una última vez en el espejo antes de salir de la habitación del hotel. El vestido celeste claro que había elegido caía con suavidad sobre mi cuerpo, dejando una pierna al descubierto con una abertura elegante. No era un simple vestido; era mi armadura para una noche llena de miradas y expectativas.

Cuando el auto se detuvo frente al gran salón, el brillo de los flashes comenzó a iluminar todo a mi alrededor. Tomé aire antes de bajar. “Sonríe, Lana”, me dije, recordando que en noches como esta, todo se trataba de mantener las apariencias. Apenas puse un pie en la alfombra azul, todas las cámaras y reporteros se enfocaron en mí. El sonido de los obturadores, las luces, las voces llamándome… todo se volvió un eco distante mientras caminaba por la alfombra, posando para las fotos con una sonrisa calculada.

Mientras avanzaba, algo me hizo detenerme por un segundo. Sentí una presencia a mi lado, y giré mi cabeza disimuladamente. Ahí estaban Max y Kelly, sonriendo y posando juntos. Mi corazón dio un vuelco, seguido por una punzada de enojo y tristeza que traté de ignorar. “No lo mires, no importa”, me repetí mientras mantenía la sonrisa en mi rostro. Seguí caminando, sintiendo como si una nube se cerniera sobre mí, pero no podía dejar que nadie lo notara.

Unos metros más adelante, me encontré con Lando. Su sonrisa siempre despreocupada me hizo sentir un poco más ligera.

Lana, te ves increíble — dijo mientras se acercaba a mí.

Sin pensarlo dos veces, Lando pasó su brazo por mi cintura, acercándome mientras posábamos para las cámaras. Me permití relajarme un poco, sonriendo para las fotos, pero de reojo, vi cómo Max nos observaba. El calor de su mirada ardía en mi espalda, pero decidí no prestarle atención. “No hoy”, pensé.

Lando y yo caminamos juntos hacia el salón de la gala. La noche avanzaba, y la mayor parte del tiempo la pasé junto a él, Franco y Carlos. Estar rodeada de amigos me daba cierta calma, aunque no podía evitar sentirme algo inquieta. No sabía si era por Max o simplemente por la presión del ambiente.

En un momento, uno de los altos mandos de la FIA se acercó, tomando mi brazo con cierta autoridad. Me llevó hacia un grupo de personas importantes en el mundo del automovilismo, y aunque sonreía y saludaba a todos amablemente, algo en su actitud me hacía sentir incómoda.

Entonces, Richard, ¿es ella la chica con la que te acostaste para que llegara a la Fórmula 1? — dijo uno de los hombres, riéndose mientras los demás lo seguían.

El comentario me dejó helada por un segundo. Mis manos se tensaron, pero mantuve la compostura. “No les des el gusto”, me repetí.

Felicitaciones por tus campeonatos —dijo otro hombre, sonriendo —  Aunque, sinceramente, nunca pensé que una mujer fuera capaz de ganar un campeonato —

La risa estalló de nuevo entre los presentes. Esta vez no me quedé callada.

Bueno, parece que sus expectativas sobre las mujeres están bastante desactualizadas. Pero es bueno ver que todavía tienen algo de qué reírse, ¿no? —respondí con una sonrisa cortante, que los hizo callar por unos segundos.

El ambiente se volvió tenso, y justo cuando pensaba que había terminado, uno de ellos me ofreció su mano para invitarme a bailar. No quería aceptarlo, pero no podía quedar mal frente a tantas personas importantes. Así que forcé una sonrisa y acepté.

Mientras bailábamos, el hombre se acercaba más de lo que me gustaría. Me obligó a abrazarlo por el cuello, y aunque intenté mantener distancia, no fue suficiente. Cuando sus manos se deslizaron más abajo por mi cintura y su sonrisa se cambiaba a una perversa —

Racing Hearts|Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora