Te amo... (30)

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Max Pov's

El hospital estaba en silencio, salvo por los ligeros pitidos de las máquinas que monitoreaban a Lana. La luz tenue del atardecer se filtraba por las cortinas, llenando la habitación con una calidez suave. Estaba sentado al lado de su cama, sin soltar su mano, como si al hacerlo pudiera perderla. Le acariciaba los dedos con ternura, sin apartar la vista de su rostro. Verla así, tan vulnerable, me destrozaba. Cada respiración que daba me recordaba lo cerca que estuvo de no volver a respirar.

Lana... sé que no puedes escucharme ahora, pero te prometo que estaré aquí cuando despiertes — le susurré, mis labios casi rozando su mano. — Te voy a cuidar, no importa cuánto tiempo me tome. Te debo tanto... todo. Y no voy a volver a fallarte —

Le dejé un beso en la mano y continué acariciándola. Mientras lo hacía, la televisión mostraba los últimos momentos de la carrera. Vi a Lewis cruzar la línea de meta, levantando el puño en señal de victoria. Un nudo de frustración se formó en mi pecho. Sabía que Lewis no había hecho nada malo, pero no podía evitar sentirme desplazado. Lana siempre había tenido algo especial con él, una conexión que nunca entendí del todo.

Me volví hacia ella, aún acariciando su mano, y pregunté, más para mí que para ella.

— ¿Por qué él, Lana? ¿Por qué Lewis y no yo? ¿Qué es lo que tiene que yo no? ¿Por qué te enamoraste de él y no de mí? —  Suspiré, sabiendo que no recibiría respuesta.

Siempre pensé que éramos nosotros... que yo era el único que te veía de esa forma. Pero parece que siempre ha sido él —

Volví a besar su mano, sintiendo el peso de mis propias palabras. No podía culparla. Lewis era un buen tipo, y yo... bueno, yo había cometido muchos errores. Pero incluso ahora, cuando todo parecía estar roto, no podía dejar de quererla. Seguí acariciándole la mano, buscando alguna señal de que me escuchaba, de que estaba bien.

Mi mente, sin embargo, no podía dejar de vagar, y pronto me encontré recordando la conversación que había tenido con Checo después de Mónaco. Había sido una noche tensa y oscura, y todo lo que había pasado con Lana me había dejado devastado.

Unas semanas atrás...

Recuerdo haber ido al departamento de Checo después de la discusión. No sabía a quién más recurrir. Cuando llegué, él me recibió con una expresión seria, pero amable. Me invitó a sentarme en su sofá, y aunque trataba de parecer relajado, la tensión en el aire era palpable.

¿Qué pasó, Checo? ¿Por qué querías hablar conmigo? — , le pregunté, incapaz de soportar el silencio.

Checo se sentó frente a mí, cruzando los brazos antes de mirarme con seriedad.
Max, lo que voy a decirte puede sonar increíble, pero necesito que me creas —

Lo miré, sorprendido por su tono.
— ¿De qué estás hablando? Claro que te creo, dime qué pasa —

Después de todo lo que pasó con Lana en Mónaco, volví a la discoteca para ver cómo estaba. La busqué por todas partes, pero no la encontré. Mientras la buscaba, me topé con algo... raro —  Hizo una pausa, como si estuviera escogiendo cuidadosamente sus palabras — Vi a Charles. Estaba en el patio, hablando con alguien. Me escondí para ver con quién hablaba... y me di cuenta de que era Kelly —

Mis cejas se alzaron, y el nudo en mi estómago se apretó.
— ¿Kelly? ¿Qué hacía con Charles? —

No lo sé con certeza, pero escuché lo suficiente. Charles la estaba felicitando por algo. No llegué a escuchar toda la conversación, pero fue raro, Max. Muy raro —

Racing Hearts|Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora