Mónaco (25)

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Lana Pov's

El rugido de los motores ya inundaba el aire cuando me dirigía hacia mi monoplaza en la parrilla de salida del Gran Premio de Mónaco. Había clasificado segunda, justo detrás de Leclerc. Me sentía invencible. Sabía que sería una carrera complicada, pero estaba más que lista para el desafío.

Antes de subirme al auto, Sebastian se me acercó con esa típica sonrisa medio burlona.

Entonces, Lana, ¿vas a rebasar a Charles o vas a ser gentil hoy? — bromeó.

Rodé los ojos, pero no pude evitar sonreír.

Voy a pasarlo a la salida del túnel. Siempre se sale un poco en esa parte —

Sebastian levantó una ceja, preocupado.

No hagas ninguna estupidez, Mónaco no perdona errores —

Le sonreí con confianza mientras me colocaba el casco.

No prometo nada

Subí al auto, ajusté el volante y me preparé mentalmente para lo que venía. Los nervios estaban a flor de piel, pero sabía cómo canalizarlos. Las luces del semáforo brillaban, y todo mi cuerpo se tensó en anticipación. Apenas se apagaron, el circuito explotó en un rugido de velocidad. El arranque fue limpio, mantuve la segunda posición detrás de Charles, presionándolo, estudiando cada uno de sus movimientos. Sabía que la carrera se decidiría en un error, en un hueco que él dejara abierto, y yo estaría lista para aprovecharlo.

Pero antes de completar la primera vuelta, todo se detuvo. Un choque múltiple en la parte trasera: Checo, Magnussen y Hulkenberg. Bandera roja al instante.

— ¿Están bien? — pregunté rápidamente por la radio.

Sí, todos fuera de sus autos — me contestaron.

Regresamos a boxes, la tensión palpable en el ambiente. Mientras revisaban el auto, me concentré, visualizando cada curva y cada posible oportunidad.

Sebastian volvió a hablarme por la radio, con ese tono paternal que solía usar.

¿Sigues con la idea de pasar a Charles en el túnel? —

Sonreí dentro del casco.

Senna dijo que si ves un hueco y no vas por él, no eres un piloto de carreras

Bueno, suerte entonces. Solo, por favor, no te mates —

No dije nada más. Sabía que podía hacerlo, lo sentía en mis entrañas. El tiempo pasó volando y, cuando se reanudó la carrera, todo mi enfoque estaba en ese momento, en esa curva, en ese hueco que tarde o temprano aparecería.

Vuelta tras vuelta, seguía detrás de Charles, estudiándolo, acechando. Finalmente, en la vuelta 72, lo vi. A la salida del túnel, dejó un pequeño espacio y no dudé en lanzarme. Lo rebasé limpiamente, sin ningún contacto y logrando manteniendo el liderato de la carrera hasta la meta.

— ¡P1, Lana! ¡P1! — gritó mi ingeniero por la radio.

Una ola de euforia recorrió mi cuerpo.

¡Lo hicimos! ¡Gracias, equipo! — grité a través del micrófono, con el corazón desbordado de emoción.

Estacioné el auto en el lugar con el cartel que marcaba el primer lugar. Bajé del coche corriendo hacia mi equipo, celebrando como loca. Nos abrazamos, saltando, riendo. Sebastian apareció con una sonrisa orgullosa y me dio un fuerte abrazo.

Te dije que lo haría — le dije entre risas.

Lo hiciste perfecto, Lana. Felicidades —

Racing Hearts|Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora