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Isabella se relajaba en su silla de terciopelo en la terraza del restaurante, con una vista espectacular de la ciudad. El aire fresco de la tarde hacía que todo pareciera más liviano. Ella y sus amigas disfrutaban de una comida exquisita, aunque para Isabella, lo mejor de estos encuentros no eran los platos gourmet, sino el escape temporal de la sofocante realidad de su vida.

Samantha, entre risas, contaba una anécdota escandalosa sobre su último viaje a París, mientras Melissa y Veronica escuchaban atentamente. Isabella, aunque sonreía y participaba de la charla, sentía su mente vagar, aún atada a las tensiones de su vida. Pero entonces, algo llamó su atención.

A lo lejos, Derek Morgan y Spencer Reid se acercaban, con paso decidido, dirigiéndose directamente hacia su mesa. Isabella se tensó, reconociendo inmediatamente la figura imponente de Morgan. El corazón le dio un pequeño salto involuntario, pero su rostro no delató nada.

—Bueno, bueno... —susurró Melissa al notar a los hombres acercándose—. ¡Mira quién viene otra vez! ¿Ese no es el agente de la otra vez, Isa?

Samantha, que no perdía oportunidad de hacer un comentario, bajó la voz, aunque su entusiasmo era obvio.

—¡Dios mío, míralo! ¿Están haciendo una audición para El hombre más sexy del FBI o qué? —dijo, lanzando una mirada apreciativa a Morgan, mientras Reid, aunque menos llamativo, también recibía algunas miradas.

Isabella giró la cabeza ligeramente hacia sus amigas, sin que Morgan ni Reid lo notaran.

—¡Paren, por favor! —les susurró con tono divertido, aunque severo—. Si seguís así, no me van a tomar en serio. Y me está costando lo mío que no lo hagan.

Las amigas compartieron una risa suave, pero rápidamente se recompusieron, adoptando sus mejores expresiones de indiferencia. Justo a tiempo, porque Morgan y Reid llegaron a la mesa.

—Señora Solari —dijo Morgan, con esa voz grave que había hecho que muchas mujeres perdieran la compostura—. Espero no estar interrumpiendo.

Isabella lo miró, manteniendo la calma exterior, aunque por dentro sentía que las miradas de sus amigas se clavaban en ella con picardía.

—Agente Morgan, Agente Reid —dijo con un tono formal, inclinando la cabeza en un saludo ligero—. Vaya sorpresa. Aunque debo decir que empieza a parecerse más a un patrón que a una casualidad.

Morgan esbozó una pequeña sonrisa, pero había algo en sus ojos que sugería que no iba a dejarse arrastrar por ningún juego.

—Necesitamos hacerle algunas preguntas más, señora Solari. ¿Podría acompañarnos? —dijo Reid, con su tono educado y sin rastro de la tensión que Morgan parecía manejar con más facilidad.

Isabella miró a las amigas con una ligera sonrisa.

—Bueno, parece que mis planes para la tarde acaban de cambiar, chicas. Prometo compensarlo en la próxima reunión.

Las mujeres intercambiaron miradas sabiendo lo que no podían decir en voz alta, y Samantha, siempre rápida, se inclinó ligeramente hacia Isabella mientras se ponía de pie.

—No te preocupes, querida. ¡Estamos seguras de que será una tarde muy... entretenida! —dijo, lanzando una mirada descarada hacia Morgan.

Isabella cerró los ojos un momento, divertida pero también frustrada. Sabía que si no las controlaba, sus amigas podrían complicar más las cosas.

—Samantha... —susurró ella con una advertencia divertida en la voz—. No sigas. Ellos son serios, y yo también.

Samantha alzó las manos en señal de rendición, pero la sonrisa traviesa no se le borró del rostro.

Mentes Criminales: Solari (Derek Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora