XXI

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Penélope García estaba revisando el contenido del USB con la mirada fija en la pantalla de su computadora. Había visto muchas cosas perturbadoras en su carrera, pero mientras exploraba más a fondo los archivos escondidos en ese pequeño dispositivo, sintió cómo un nudo de inquietud empezaba a formarse en su estómago. Los documentos financieros ya eran lo suficientemente condenatorios, pero lo que descubrió a continuación la dejó helada.

Archivos de video, decenas de ellos, todos etiquetados con fechas y nombres en clave. Al abrir el primer video, García sintió una punzada de horror atravesarle el cuerpo. En la pantalla, una mujer aparecía frente a la cámara, con el rostro pálido y marcado por el miedo. Luego, entró Alessandro Solari, y la escena se tornó en una espiral de violencia. Era una grabación de maltrato cruel, sádico, perpetrado por el mismo hombre al que estaban investigando.

García contuvo el aliento, con las manos temblando mientras avanzaba al siguiente archivo. El mismo patrón, otra mujer, el mismo horror. Y luego, en uno de los últimos videos, el rostro que apareció en la pantalla la hizo sentir náuseas. Era Isabella.

Las grabaciones eran brutales. Mostraban a Isabella siendo maltratada por Alessandro de maneras que García nunca podría haber imaginado. Había visto de todo en su carrera, pero esto era diferente. Esto no era solo evidencia; era una pesadilla documentada. Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas mientras veía a Isabella, siempre tan fuerte y fría, siendo completamente quebrada por un hombre al que había jurado amar y obedecer.

No pudo seguir viendo. García apartó la mirada de la pantalla y respiró profundamente antes de hacer lo único que podía hacer en ese momento: tomó su teléfono y marcó el número de Hotch, su voz temblorosa cuando habló.

—Hotch... tienes que venir aquí ahora mismo. Todos. Esto... esto es mucho peor de lo que pensábamos. —Su voz se quebró al final, el horror aún resonando en cada palabra.

Hotch, quien aún estaba en la comisaría con el equipo, captó la gravedad de las palabras de García al instante. Sin perder tiempo, ordenó al equipo que se dirigiera de inmediato a la sala de tecnología. Todos se movieron con rapidez, el aire de la oficina se volvía más denso con cada paso.

Cuando llegaron, García ya había preparado los videos en la pantalla principal, su rostro reflejando la mezcla de horror y tristeza que sentía. Morgan fue el primero en entrar, pero al ver la expresión de García, supo que lo que estaban a punto de ver sería devastador.

—Penélope, ¿qué encontraste? —preguntó Hotch, intentando mantener la calma.

—Es... es Solari. Hay varios videos de él... maltratando a mujeres. —García tragó saliva, su voz rota—. Pero lo peor es que la mayoría de esos videos... son de Isabella.

El impacto fue inmediato. Las miradas de todos se endurecieron, la tensión en el aire era palpable. Morgan sintió como si el suelo se hubiera desmoronado bajo sus pies. El nombre de Isabella resonaba en su cabeza como un eco interminable, y aunque había visto muchas cosas terribles en su carrera, no estaba preparado para esto.

Hotch asintió con la mandíbula apretada, sabiendo que tenían que ver las pruebas aunque fuera doloroso. García, con una mano temblorosa, dio play al primer video.

La imagen de Alessandro Solari llenó la pantalla, y lo que siguió fue una brutalidad indescriptible. Isabella, quien siempre había sido fuerte, distante, y casi inquebrantable, estaba completamente desprotegida en esos videos. Morgan sintió cómo la rabia se acumulaba dentro de él, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Ver a Isabella en esa situación le revolvía el estómago, y aunque sabía que era una prueba más de la culpabilidad de Solari, no podía evitar sentirse impotente.

Mentes Criminales: Solari (Derek Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora