XV

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El bar estaba lleno de gente, risas y conversaciones. Morgan se inclinaba sobre la mesa, con una sonrisa encantadora, frente a una mujer de unos veintitantos años, rubia y exuberante. Keira, como se llamaba la joven, no dejaba de reír con cada comentario que él hacía, claramente disfrutando de la atención de uno de los hombres más atractivos del lugar.

Sin embargo, la mente de Morgan estaba en otro sitio. Cada vez que su mirada se posaba en la risa fácil de Samantha, lo único que aparecía en su mente era el rostro de Isabella. Fría, controlada, pero a la vez innegablemente atractiva de una forma que lo descolocaba. Recordaba cómo había sentido la electricidad en el aire la última vez que estuvieron juntos. Casi había cedido a la tentación de besarla, pero en el último segundo, ambos se detuvieron, conscientes de la línea que no podían cruzar... o al menos no deberían.

De repente, su teléfono vibró sobre la mesa. Morgan lo miró distraídamente, pero el nombre que apareció en la pantalla lo hizo fruncir el ceño. Era Isabella Solari.

Keira, viendo la expresión de Morgan cambiar, inclinó la cabeza.

—¿Todo bien? —preguntó, con una sonrisa algo pícara, como si no estuviera preocupada, sino más bien intrigada por lo que estaba ocurriendo.

Morgan forzó una sonrisa y asintió, levantando una mano.

—Dame un segundo, ¿sí? —dijo mientras se levantaba y caminaba hacia un rincón más tranquilo del bar.

Respondió la llamada, su voz grave pero contenida.

—¿Isabella?

Del otro lado del teléfono, la voz de Isabella sonaba fría, distante, como siempre, pero había algo en su tono que captó de inmediato su atención.

—Pensé en nuestro último paseo —dijo ella, sin preámbulos—. Y creo que sería... interesante repetirlo. Esta noche.

Morgan tragó saliva, sintiendo el peso de su profesión mezclarse con algo mucho más personal. Sabía perfectamente lo que estaba en juego. La última vez estuvieron peligrosamente cerca de cruzar una línea que no tenía nada que ver con el caso. Sabía que Isabella no era indiferente a lo que había entre ellos.

—¿Un paseo? —repitió, como si estuviera intentando ganar tiempo para pensar.

Isabella no mostró ninguna emoción en su voz.

—Sí. Un paseo, Morgan. Solo eso. Si te preocupa tu... profesionalidad, no tienes por qué venir.

Había una insinuación en sus palabras, un desafío que Morgan no podía ignorar. Sabía que debía decir que no, que lo mejor sería cortar toda conexión emocional con ella y mantener las cosas estrictamente laborales. Pero, como siempre, había algo en Isabella que lo empujaba a la tentación.

Morgan respiró profundamente, su mirada vagando por el bullicio del bar. Volvió a mirar hacia donde Keira seguía sentada, distraída, revisando su teléfono. No tenía ningún futuro con ella, eso era evidente. En cambio, Isabella representaba algo prohibido y peligroso... y su instinto le decía que allí había algo más que un simple paseo.

—Está bien, iré a buscarte —respondió finalmente.

Isabella cortó la llamada sin más palabras. No necesitaba confirmaciones, ni cortesías. Había logrado lo que quería.

Morgan regresó a la mesa con Keira, su expresión más seria ahora.

—Lo siento, pero tengo que irme —dijo, tratando de sonar lo más casual posible.

Keira lo miró con incredulidad, aunque trató de esconder su decepción.

—¿Todo bien? ¿Es trabajo?

Mentes Criminales: Solari (Derek Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora