La puerta sonó estridente incluso sobre el volumen de la música de anticuada elección que aquel local insistía en reproducir cada noche. Simone pasó junto a aquel sillón de color indescifrable a causa del paso del tiempo sin siquiera mirar y desató el nudo que sujetaba su vestido detrás de su cuello.Sus pechos firmes, producto de su construcción quirúrgica se enseñaron robando la atención que Novak había querido evitar desde que había oído el sonido de la puerta abrirse. Aquella mujer, demasiado hermosa, se mostraba dispuesta a cumplir sus fantasías, avanzaba con pasos firmes, con el torso desnudo y sus manos a los lados de la cintura insinuando que pronto la descubriría también.
Novak se obligó a reaccionar y sus ojos traviesos se desviaron hasta su rostro, si su cuerpo era majestuoso su rostro era perfecto. Sin embargo sus ojos estaban ausentes, como si no mirara nada en especial, como si su cuerpo estuviera allí, pero su mente en algún otro lugar lejano y eso lo llevó a reaccionar.
-No hace falta.. Que .. yo no.. en realidad.- comenzó a balbucear, mientras se cubría los ojos con su mano como si fuera un niño de pocos años de edad.
Simone conocía a los de su clase, sabía que la moral a veces intentaba que la culpa por aquella pecaminosa acción hiciera su trabajo más extenso. Sabía lo que debía hacer, sabía cómo lograr que todo terminara rápido. Se acercó hasta aquel sillón y se arrodilló frente a Novak.
-Tranquilo, no está mal relajarse.- le dijo volcando sus párpados hacia arriba con una expresión que había visto en las películas que Moro insistía en reproducir en las pocas pantallas de aquellos reservados. Alzó sus manos para colocarlas sobre las rodillas de aquel hombre y cuando rozó la tela de jean este saltó como si se hubiese quemado dejándola sola de rodillas con sus labios separados y su boca abierta.
-No, no, en serio, no quiero que lo tomes a mal, sos, uff, si sos...- le dijo girando su cabeza para volver a mirarla y luego cubriéndose los ojos con su mano de nuevo la apartó nuevamente.
¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo podía ser tan idiota? Tenía a la mujer más hermosa que hubiera conocido dispuesta a hacer lo que le pidiera y él la rechaza. ¿En qué estaban pensando?
-Tranquilo, nadie va a enterarse. Vamos, sentante que yo hago todo.- le dijo girando sin levantarse, mientras daba unos golpecitos sobre aquel tapizado con su mano extendida.
Simone quería que terminara lo antes posible, que la dejara hacer aquello por lo que le habían pagado y se fuera para dejarla en paz. Esto de la culpa la estaba comenzando a exasperar, normalmente no duraba tanto.
Novak tomó aire y dio unos pasos hasta donde ella estaba y cuando la vio estirar su mano en un gesto sensual la estrechó como si se tratara de un hombre de negocios que había cerrado un trato.
-Soy Novak, encantado, por favor, no tenes que hacer esto.. Podrías... cubrirte.- se interrumpió a sí mismo sin poder evitar que sus ojos traviesos se desviaran hacia esos pechos que comenzaban a desafiar su voluntad.
-¿No tengo que hacer qué, Novak?- respondió Simone poniéndose de pie mientras echaba sus hombros hacia atrás para enseñarse más presumida. Necesitaba que terminara, que la dejara cumplir con su trabajo y punto.
Novak la observa acercarse mientras retrocedía sobre sus pasos, se habían llevado sus manos a la cabeza y parecía querer arrancarse los cabellos que le quedaban, que por cierto no eran la cantidad que hubiese deseado.
-En serio, yo... no.. ¿Cómo te llamas?- le preguntó justo cuando su cuerpo chocaba contra la pared.
-Me puedo llamar como vos quieras-. Respondió Simone avanzando con paso lento sin más opciones que observarlo.
Era un hombre grande, pensó, tenía su abdomen algo abultado, una barba clara desprolija y cabello castaño fino que intentaba cubrir unos incipientes surcos carentes de él. Creyó que tendría unos cuarenta años, no vestía a la moda y ni siquiera se molestó en descubrir el color de sus ojos, con lo que veía tenía suficiente.
-No, en serio, de verdad te digo, mis amigos insistieron, pero yo no quiero hacer esto, no quiero que vos te sientas obligada a hacerlo tampoco, no se si necesitas que nos quedemos unos minutos más acá para disimular, no tengo problema, podrías contarme que es lo que te tiene tan triste si queres.- le dijo y entonces Simone no pudo continuar en su papel.
Había sido un día de los peores que recordaba, estaba exhausta, estaba enfadada y lo último que necesitaba era a un sabelotodo con aires de psicólogo.
-Mirá Novak, querido, no se quien te crees que sos, pero el que vino hasta este lugar fuiste vos y a juzgar por tu entrepierna tanta culpa no tienes.- le dijo desviando sus ojos hasta aquella erección marcada incluso debajo de aquellos jeans enormes.
Novak se cubrió con sus manos y ella negó con su cabeza. La imagen rozaba lo absurdo, era un hombre grande, no entendía porque se comportaba así.
-No me malinterpretes, no quiero que te enojes, solo quiero que sepas que no disfruto de esto, no-- le respondió y entonces ella sonrió de manera sarcástica mientras volvía a anudarse el vestido y se dejaba caer sobre el sillón.
-Ah, ya entiendo, no te preocupes no le voy a contar a tus amigos que sos gay, .- respondió creyendo que aquello le daba otra perspectiva al asunto, no era la primera vez que le pasaba, solo se sorprendió de no haberlo detectado antes..
Pero entoces Novak comenzó a negar con su cabeza de forma enfática, estaba ofendido, no entendía porque pero no quería que ella creyera que era gay, no lo era, de hecho ella le gustaba demasiado, pero no le gustaba pagar por sexo, nunca lo habia hecho y no quería hacerlo. Pero sobretodo no quería que aquella mujer fuera solo un rato en su vida, lo había hipnotizado con su baile, lo había conquistado con sus labios y aunque su cuerpo era de infarto, sus ojos habían abierto un puerta que no quería cerrar, Le hubiese encantado conocerlo todo de ella, que lo mirara y le contara su vida, sus miedos, el motivo de su tristeza, aunque su profesión parecía motivo suficiente, sentía que había algo más.
Simone lo miró alzando sus cejas, no lo comprendía, no sabía lo que buscaba, lo que esperaba de ella pero comenzaba exasperarla. Entonces Novak por fin reaccionó, se acercó hasta ella con paso firme, al fin y al acabo era un hombre decente, no le estaba diciendo nada malo, no quería ofenderla, pero tampoco queria quedar como un tonto.
Se acercó hasta donde ella estaba sentada y enfrentó sus ojos desde una distancia tan cercana como amenazante
-No soy gay, de hecho desde que te vi, descubrí que había visto a la mujer más hermosa del mundo, pero no quiero esto, al menos no así. - le habló con voz baja pero firme, con sus ojos sinceros y tono seguro y dulce a la vez. Había logrado que estudiara sus ojos claros, casi grises y sus labios se habían sellado para contener eso que comenzaba a sentir en su pecho. Pero ella no sentía, no se permitía hacerlo, nunca lo había hecho.
Dos, tres, cuatro segundos de silencio.
Sus miradas unidas, sus corazones latiendo demasiado rápido y un dolor insoportable hasta que...
-¡No necesito tu lástima!- le gritó Simone empujándolo para resguardarse de sus ojos. No sabía lo que le estaba pasando pero no estaba dispuesta a averiguarlo.
Novak la siguió con su vista y apretó sus puños con impotencia. Lo había entendido al revés, lo último que sentía era lástima. Arrugó sus labios y sus ojos buscando la forma de subsanar su error, pero cuando intentó rozar su brazo ella se sobresaltó y supo que no tenía chances.
-Solo decime cuanto te debo.- llegó a pronunciar Novak y ella giró de manera repentina con sus ojos amenazantes cargados de furia.
Novak tomó su billetera revisando sus billetes sin saber cuánto debía darle, no quería ofenderla, pero tampoco sabía cómo no hacerlo.
-Es que no tengo idea de cuánto sería...- le confesó regresando a su tono dubitativo y sus manos temblorosas.
-No hicimos nada, no me debes nada.- respondió Simone intentando regresar al tono apático de toda su vida, pero al ver que él continuaba inmóvil, le arrebató todos los billetes con un movimiento.
-Mejor dámelo todo, así tu consciencia está tranquila y la peor noche de mi vida al menos tiene una retribución.- le dijo y sin esperar respuesta volvió a dejarlo solo, sin más opción que regresar a su aburrida vida.
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Arráncame el amor
RomanceSimone es una víctima de un pasado demasiado injusto. Cuando su madre la abandonó en manos del dueño de un club nocturno, no tuvo más opción que crecer en ese mundo y adaptarse. Sus días son casi calcados, con algunos más oscuros que otros, hasta qu...