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Simone se había mirado mil veces al espejo, necesitaba que aquella marca no se notara y ahora creía que tenía demasiado rubor. Cuando Rony le había entregado aquella dirección su corazón había estado a punto de explotar, la ausencia de sus caminatas comenzaba a pesar demasiado, y el hueco que se había abierto en su pecho parecía empecinado en hacérselo notar.

No había conseguido ropa, por eso habia tenido que improvisar, había husmeado en las habitaciones en busca de algo decente y finalmente se habia decidio por una vestido negro con otro azul debajo para ocultar el escote y un pantalon que gracias a su largo exagerado lograba cubrir sus zapatos brillantes y estridentes. Rony le había dicho que era una lectura de un libro, al principio creyó que era una broma, nunca había imaginado que existieran cosas como esas, pero a decir verdad, desde que lo había conocido a Novak, muchas cosas que creía que eran de una manera, se habían dado vuelta en su mente.

Cerca de las ocho, cuando el sol ya había huido de la superficie de la tierra, Rony se había acercado con un sobretodo gigante y la había llevado casi agachada hasta la puerta lateral. Moro estaba convencido de que su cara no estaba apta para mostrarse ante el público y le había concedido un día más de aislamiento, como si eso pudiera aliviar su responsabilidad en aquella herida. Sin embargo a Simone, por primera vez, no le importaba. La idea de volver  a ver a Novak la había llenado de alegría y solo quería exprimir ese sentimiento hasta que la realidad regresara.

Una vez afuera Rony la había llevado en su auto hasta una puerta de madera en una fachada de ladrillos que parecían una construcción a medio terminar.

-¿Estás seguro de que es acá?- le preguntó Simone incrédula y el hombre volvió a chequear en su gps.

-SI, este es el lugar que dice el papel.- le dijo sin terminar de convencerse.

-No parece una librería ¿no?- le preguntó Simone con sus piernas temblando y sus dedos en su boca.

-Si quieres volvemos.- le propuso el gigante, justo cuando ambos veían a una pareja tocar la puerta de hierro y a un hombre con ropa elegante abrirles. Sin dudas ese era el lugar, solo que nunca hubieran imaginado que esa fachada guardaría tal enorme biblioteca.

-Creo que sí es acá.- le dijo Simone liberando sus dedos.

-¿Vas a esperarme?- agregó mirándolo a los ojos y Rony se llevó las manos a la cabeza en busca de las palabras correctas.

-Creo que, bueno, yo había invitado a Florencia ...- comenzó a balbucear y Simone sonrío.

-Puedo volver sola, no te preocupes.- le dijo con prisa y él negó con su cabeza.

-No, no, solo la invité al cine, y como salimos sin ser vistos, creo que tenemos tiempo. No te preocupes, podemos encontrarnos a las doce acá mismo, ¿qué te parece?- le propuso y ella sonrió.

-Dale, Ceniciento, nos vemos a las doce-  le dijo, mientras se bajaba del auto divertida y Rony imitaba su sonrisa. Definitivamente lo estaban intentando y eso ya merecía celebración, pensaron sin decirlo.

Simone caminó hasta la puerta y tocó con delicadeza, aún llevaba el sobretodo oscuro debido al frío y cuando el hombre la invitó a entrar decidió no quitarselo. La gente iba elegante, en su mayoría mujeres con trajes de sastre y collares de diseñador, con zapatos cerrados y escotes inexistentes. De repente, sintió que estaba cometiendo un error, que su vestimenta, una que en comparación con la de sus compañeras del club parecía decente, allí se convertía en una especie de disfraz.

Avanzó de todos modos, llevaba el cabello suelto y el maquillaje de su rostro pareció sentirse más pesado con cada paso.

Quería huir corriendo y quería quedarse a la vez, era increíble como el conflicto escalaba en su mente, sentía la necesidad de volver a ver a Novak, pero no quería que nadie descubriera quien era.

Un mozo le ofreció una copa y decidió tomarla, necesitaba relajarse, nunca bebía alcohol, pero en ese momento le pareció la única opción para lograr quedarse. Las voces de los presentes parecían retumbar en sus oídos y sus ojos no lograban dar con lo que buscaban.
Entonces llegó a una zona en la que había menos gente. Los libros del piso al techo convivían con sillones de estilo, en una especie de living improvisado, con un árbol real en medio. Era increíble la arquitectura de ese lugar, como si hubieran logrado construir la calidez de una sala en medio de un bosque.

Se acercó a los libros y reconoció algunos títulos. Casi no había nadie en esa parte. Solo un hombre de cabello corto, estaba de espaldas, mientras intentaba leer los lomos de los libros. Llevaba un pantalón de vestir que se amoldaba a su figura y una camisa oscura, elegantemente planchada.

El hombre movió su mano y ella notó algo familiar en aquel movimiento. Se acercó con pausa y curiosidad y cuando estaba a punto de estudiarlo de reojo, el hombre giró para regalarle una sonrisa pura que la dejó helada.

-No puedo creer que hayas logrado venir.- le dijo Novak con un brillo que la encandiló. Se había cortado el cabello y se había afeitado su barba haciendo que sus ojos tan fascinantes cobraran el protagonismo que siempre deberían haber tenido. Al notar que ella no reaccionaba, se pasó la mano por su abdomen, algo menos abultado que en el pasado y le guiñó un ojo.

-Creo que nuestras caminatas me han ayudado a perder peso.- le dijo acercándose con paso firme.

-¿Cuántos años crees que tengo ahora?- le preguntó divertido y ella tragó saliva para no delatar lo que su cuerpo se empecinaba en gritarle: le gustaba, le gustaba mucho.

-¿Estás bien Simone?- le preguntó Novak perdiendo su seguridad, no le gustaba verla de ese modo, aun no sabia lo que le había ocurrido por llegar tarde y él hacía bromas acerca de su atuendo.

Al ver que iba a tocar su mejilla ella reaccionó.

-Si, si, Rony me trajo, me contó que fuiste cada día a buscarme, gracias.- le dijo dando un paso hacia atrás y Novak recuperó su sonrisa al mismo tiempo que llevaba su mano a su cuello como si quisiera restarse importancia.

-¿Qué más podía hacer? Me gusta verte.- le dijo con deseos de no haberse extralimitado y cuando ella sonrió supo que al menos podía intentarlo

Arráncame el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora