El lunes supuso un nuevo desafío para Simone, las risas y el cariño de esos niños la llevaron a aumentar el tamaño del hueco que se había comenzado a formar sin pausa en su pecho. No le gustaba tener que contener algo que no fuera el dolor, con el dolor siempre era fácil, lo conocía, sabía lo que podía esperar, pero esto era totalmente nuevo, era algo que la atravesaba sin preaviso, que le robaba algunas sonrisa, que hacía temblar sus manos y la llevaba a tragar saliva, como había hecho Novak.
Aunque lo había intentado no había logrado dejar de pensar en él. Quería convencerse de que era porque lo odiaba, porque su voz la hacía ver una mala persona, porque su rechazo la hacía ver como alguien indigno, porque su familia perfecta le traía otro tipo de dolor, aunque en realidad, no tenía nada que ver con el odio lo que le pasaba.
Con solo volver a ver los ojos de MIla supo que algo extraño le estaba ocurriendo, su lógica la tendría que haber llevado a alejarse y sin embargo, la buscaba para ayudarla, para hacerle bromas, para hacerla reír, como si a través de ella pudiera ver esos ojos tan intrigantes. No se había animado a preguntar nada, ni siquiera de forma indirecta, con esa ventaja que le daba ser la adulta. No quería saber nada de él y en realidad era lo único que quería.
-Andá si queres, que yo termino de ordenar.- le dijo Florencia, con esa paz y desorden que dejaban los infantes al irse. Simone le correspondió con una escueta sonrisa y se colgó su cartera vacía al hombro.
Se había sentido rara durante los primeros días, el hecho de que no tuviera ni teléfono, ni billetera, ni nada más la había llevado a acudir sin necesidad de ningún bolso, pero al notar la mirada curiosa del resto de los docentes, Rony le había conseguido aquella cartera vieja pero decente, que cargaba, aunque no llevara nada en su interior. Era preferible fingir, eso era de lo único de lo que estaba convencida.
Caminó los primeros metros hasta la esquina y cuando iba a saludar a Rony, vio que este se escondía detrás del edificio y giró para intentar descubrir el motivo de semejante reacción. Ël nunca huia.
Entonces una sonrisa asomó en su labios de manera inesperada, Florencia avanzaba con un papel en sus manos y daba pasos exagerados que hacían lucir gracioso a su pequeño cuerpo.
-¿Qué pasó?- le preguntó sorprendida y cuando ella llegó a su encuentro se ubicó estratégicamente para que Rony quedará ubicado detrás de aquella maestra que intentaba recuperar el aire.
-Es que me olvidé de darte esto.- le dijo entregándole un dibujo precioso que la mostraba de la mano de Mila.
-No hacía falta que corrieras, me lo podrías haber dado mañana.- le respondió Simone sin perder la sonrisa, mientras Florencia miraba hacia los lados con disimulo.
-Si, es verdad.- dijo con sus ojos inocentes mientras se quitaba las gafas para limpiar sus cristales con su remera.
-¿No vinieron a buscarte hoy?- le preguntó traicionada por esa curiosidad que Rony había despertado en ella desde el primer día que lo había visto. Era tan diferente a los hombres que conocía, parecía rudo y temerario y sin embargo, junto a Simone se mostraba como un osito cariñoso. No entendía que era lo que la llevaba a querer saber más de él, pero en ese momento, aquel dibujo, había sonado como la excusa ideal, una que al volverse real perdía fuerza y comenzaba avergonzarla.
Simone alzó su vista y vio como Rony agitaba sus brazos y su cabeza con claras intenciones de traducir que no deseaba ser descubierto y ella eligió respetarlo.
-Mi hermano no pudo venir hoy, pero estoy segura de que mañana vendrá por mí, podríamos caminar juntos si vamos en la misma dirección. -le dijo justo cuando Rony se cubría los ojos con su mano y negaba con su cabeza.
La sonrisa de Florencia fue de lo más elocuente y Simone creyó, por primera vez en su vida, que podía hacer algo bueno por los demás.
-Me parece buena idea, gracias Simo. Hasta mañana.- le dijo quedándose de pie como si estuviera esperando que ella se alejara.
Simone dio unos pasos y pasó junto a Rony con súplica en sus ojos, él no pudo seguirla, al menos no de cerca ya que la pequeña Florencia parecía estacada al suelo, como si se hubiera quedado en otra dimensión imaginando frases que podría decir para llamar la atención de su nueva obsesión.
-Flor...- dijo Simone girando un poco sin dejar de caminar.y cuando la nombrada alzó su vista agregó:
-Le encantan las gomitas con azúcar. - anunció feliz de obtener al mismo tiempo dos pares de ojos extasiados sobre sí misma. Sabía que Rony se enfadaría, pero también sabía que dos personas como ellas merecían una oportunidad.
Por eso continuó caminando con su sonrisa, como si sus pies se hubieran vuelto más livianos y el aire hubiese comenzado a tejer una melodía con el viento. Lo estaba disfrutando, en verdad le gustaba esa caminata y aunque supiera que tenía fecha de vencimiento, de nuevo por primera vez, eligió olvidarse de eso.
Casi había recorrido tres cuadras cuando un roce suave alteró su estado llamando su atención.
-Ya me lo vas a agradecer más tarde, vas a...- dijo mientras giraba sobre sí misma convencida de que por fin Rony la había alcanzado. Pero al ver al responsable de aquel roce su frase no puede ser finalizada.
-A lo mejor me lo agrades vos a mi.- le dijo Novak apretando sus labios como si no quisiera revelarle la alegría que le producía volver a verla.
Simone estaba enmudecida, si bien había pensado en él durante todo el día, su aparición en aquel momento la había tomado por completa sorpresa.
El sol se empecinaba en hacer sus ojos más eclipsantes y aunque su ropa continuaba siendo desaliñada, creyó descubrir que al menos se había peinado el cabello.
-¿Qué estás haciendo acá?- le preguntó como pudo y él se llevó su mano a la parte trasera de su cuello como si necesitara espacio para responder esa pregunta.
No sabía muy bien el porqué pero desde que la había vuelto a ver solo tenía la necesidad de ayudarla. No quería que tuviera que ver con su belleza, ni con su cuerpo de infarto, aunque aquello en ese momento era tan hermoso que le estaba costando no perderse en él.
-Solo quiero que...- comenzó a decir, justo cuando un cuerpazo gigantesco lo tumbaba contra la pared, para interrumpir en gran parte el aire que intentaba pasar por su cuello, en una maniobra que comenzaba a darle a su rostro de barba desprolija una tonalidad azulada.
-¡Rony, no!.- le suplicó Simone y el hombre la miró con sorpresa.
-¿Estás segura?- le preguntó sin terminar de comprender su expresión y Simone lo estuvo por primera vez en su vida.
-Sí, muy segura.- le respondió.
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Arráncame el amor
RomanceSimone es una víctima de un pasado demasiado injusto. Cuando su madre la abandonó en manos del dueño de un club nocturno, no tuvo más opción que crecer en ese mundo y adaptarse. Sus días son casi calcados, con algunos más oscuros que otros, hasta qu...