Novak caminaba con sus ojos grises clavados en el suelo, llevaba sus manos en los bolsillos de ese jean demasiado ancho para la época y la única remera de su propiedad que aún conservaba su color original, no porque fuera nueva, si no porque casi nunca la usaba. Una ligera mueca asomó a sus labios finos al notar la tela ajustada sobre aquel vientre algo más abultado de lo que hubiera elegido, pero la sonrisa de resignación no pudo completarse, se vio interrumpida por un empujón en su brazo. Sus amigos reían a carcajadas mientras bromeaban de algo que no había oído, pero seguro tenía que ver con el fútbol o con los atributos de alguna señorita.-Tenemos la mejor mesa, ya vas a ver, Novak, esta noche no te la olvidas en tu vida.- le dijo Pablo, su amigo desde la infancia, quien intentaba ocultar su edad con unos pantalones demasiados ajustados y esas zapatillas informales, pero demasiado relucientes, provenientes de los cuidados que le propiciaba su esposa en la comodidad de su enorme lavadero, de su casa de película, con su familia tipo. Era un esposo, si, pero esa noche, parecía querer sentirse diferente, como si acompañar a su amigo fuera en realidad una excusa para su propio gozo.
Novak ensayó una sonrisa empática, no iba a arruinarle su plan, no iba a decirle que en realidad a él esos lugares nunca le habían gustado, no iba a confesarle que preferiría estar en su cama, con la última temporada de Drive to Survive. No iba a hacerlo porque sabía que de eso se trataba la amistad, de dar y recibir, de acompañar, de disfrutar de la alegría del otro. Por eso sonrió y entró a aquel club, intentando mantener sus ojos abiertos, a pesar del humo y demás sustancias que insistían en irritarlos.
Las rondas de bebidas comenzaron a circular, la música estridente hacía imposible una conversación que no fuese una onomatopeya, ruidosas carcajadas o golpes de brazos y aquella estructura cilíndrica de metal, en medio del único escenario posicionado justo frente a ellos amenazaba con volver aquella salida un momento incómodo, pero Novak intentaba concentrarse, se suponía que sus amigos querían alegrarlo y como le solía pasar en la vida, no quería decepcionarlos.
-Vos elegí, elegí, que invitamos nosotros.- le dijo Pablo lo suficientemente cerca de su oído como para que el olor a alcohol llegara hasta sus fosas nasales y él sonrió negando con su cabeza.
-Hasta acá está bien, amigo, un buen show y ya estoy.- quiso responderle justo cuando las luces se hacían más tenues y la guitarra de Angus Young llenaba el salón apoderándose de la atención. Un humo blanquecino pintó el escenario y un par de piernas firmes y atléticas avanzaron sobre unos zapatos de taco de acrilico que las hacía lucir incluso más largas.
Los ojos de Novak siguieron la línea de aquellas piernas y todo se volvió cada vez más eclipsante. Un vestido corto de flecos brillantes terminaba en la curvatura exacta de aquella vista redondeada y firme que no hacía más que lograr que sus pupilas aumentaran su tamaño.
Una mujer con cuerpo de infarto bailaba delante de él, se movía al ritmo de ese rock n roll con su mirada perdida en algún lugar lejano, mientras su cabello oscuro y largo se enredaba en aquella estructura dándole a sus giros el efecto óptico de volverse interminables.
Novak no podía dejar de mirarla. Sus ojos estaban clavados en sus movimientos. Sentía su corazón palpitar dentro de su pecho, como llevaba tiempo sin sentir y cuando ella se agachó delante de su rostro acunando sus brazos para que sus pechos lucieran incluso más grandes su boca se abrió, como la de un niño que acaba de recibir una sorpresa en navidad.
Se sentía tonto, demsaido tonto, pero no podía evitarlo, su cuerpo había reaccionado de manera traicionera y sus manos intentaban ocultar su excitación con disimulo.
Un nuevo golpe en su brazo pareció devolverlo a la realidad, Pablo lo miraba con una sonrisa enorme y ojos extasiados.
-¡Veo que ya elegiste!- repetía golpeando su brazo como si fuera un hombre de las cavernas que no tuviera otro modo de comunicarse y Novak comenzó a negar con su cabeza.
-No, no, no es necesario, en serio.- repetía, pero Pablo parecía no escucharlo.
El número terminó y una nueva joven subió al escenario, pero Novak no quería ver nada más. Se sentía incómodo intentando controlar a su traicionero cuerpo. Nunca había pagado por sexo y no creía que fuera algo apropiado. No quería hacerlo, no lo necesitaba.
Se levantó con la excusa de ir al baño y el agua fría sobre su frente le devolvió algo de serenidad, regresó dispuesto a dar por finalizada la noche, pero antes de llegar a su mesa, Pablo lo tomó del brazo y prácticamente lo arrastró a través de la gente y demasiadas puertas que no logró distinguir, para sentarlo casi de prepo en un sillón de tapizado desgastado con algunas roturas y manchas de dudosa procedencia.
-Me lo agradeces mañana.- le dijo Pablo palmeando su hombro con esa sonrisa socarrona que lo hacía ver gracioso.
-Ya te dije que no quería, en serio.- intentó quejarse, pero Pablo lo palmeó más fuerte y lo abandonó en aquel lugar con luz de neón que no hacía más que acelerar los latidos de su corazón, como si anticipará que algo malo estaba por ocurrir.
Mientras tanto, al otro lado del salón, Simone se miraba al espejo de ese viejo camarín para despegar sus pestañas postizas que comenzaban a molestarle. No tenía ganas de continuar bailando, estaba devastada, no por aquella forma autoritaria que tenía Moro de hacer con ella a su antojo, lamentablemente estaba demasiado habituada a ello, si no por no creerse capaz de cumplir con lo que le pedía. No podía trabajar en un jardín de infantes, no era capaz de cuidar de niños, desde que era muy pequeña lo sabía, su madre lo había grabado en su memoria y no era algo que pudiera sortear con facilidad. Estaba perdida, desconsolada como nunca antes se había sentido, ni siquiera cuando la habían obligado a trabajar allí.
Rony se acercó para avisarle que debía continuar, al parecer tenía un cliente. Suspiró eliminando todo el aire de sus pulmones, tiró de la corta falda de lentejuelas en su mayoría desconocidas y enfrentó su destino. Al menos cuando trabajaba no pensaba, se mintió a sí misma y rozando el brazo de aquel corpulento hombre de seguridad, con la única intención de trasmitirle que entendía hasta donde llegaba su protección, salió de aquel diminuto y desordenado camarín para enfrentar algo que al menos sabía que podía hacer
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Arráncame el amor
RomanceSimone es una víctima de un pasado demasiado injusto. Cuando su madre la abandonó en manos del dueño de un club nocturno, no tuvo más opción que crecer en ese mundo y adaptarse. Sus días son casi calcados, con algunos más oscuros que otros, hasta qu...