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Las siguientes horas fueron tan desesperantes como alentadoras. Luego de una extensa cirugía, Rony había sido derivado a la terapia intensiva por precaución. Florencia no se había movido de su lado, su familia, tan bienintencionada como ella, había llegado al hospital con ropa, agua y algunas golosinas para mitigar la espera. Solo habían visto a Rony una vez, pero saber que era el hombre que hacía feliz a su hija les era suficiente como para quererlo.

Simone se había puesto la ropa que habían traído, sus curvas se ajustaban de forma diferente a las de Florencia pero nadie pareció notarlo. Sus pies por fin estaban cubiertos y los efectos de la droga que el propio Rony había puesto en su vaso para sacarla del club, parecía haber desaparecido.

Estaba sentada frente a Novak, se miraban de reojo, mientras él conversaba con el hermano de Florencia y ella oía a la madre de la maestra. Eran una familia muy acogedora, se notaba que se apoyaban mutuamente, que se preocupaban por el otro y que no estaban dispuestos a irse hasta que supieran que todo estaba controlado.

Florencia salió de la sala y su sonrisa, incluso en su rostro agotado, llevó tranquilidad a todos.

-Se despertó.- dijo y el abrazo de su madre la llevó a desahogarse.

Simone la miraba con una sonrisa que escondía todo lo que pasaba por su mente. Con Rony internado, Florencia junto a su familia y Novak sin responder a su propuesta, no sabía lo que se suponía que debía hacer.

¿A dónde iba a ir ahora? Sabiendo que la amenaza de Moro era real no quería exponer a nadie más pero tampoco sabía cómo seguir.

Entonces sintió que unos brazos la tomaron de la cintura y un aroma que no olvidaría nunca la alcanzó.

-Vamos.- oyó que Novak le decía al oído y ella giró negando con su cabeza.

-No te preocupes, ya entendí que no queres.. No pasa nada.- le respondió avergonzada por haber creído que la seguiría esperando tantas semanas después.

-Vamos, Monita. - repitió Novak y ella no supo cómo negarse.

Le gustaba que la llamara así, era el único apodo cariñoso que alguna vez había tenido y que él lo supiera la llenaba de alegría.

Pidieron un taxi y Novak le indicó la dirección de un hotel. Ella prefirió no preguntar nada, había accedido a acompañarlo y no quería juzgarlo.

Llegaron en silencio, sin mirarse y bajaron de la misma manera. Novak se acercó a la recepción para pedir una habitación y ella lo siguió unos pasos más atrás. Sabía de eso, sabía cuál era su lugar y aunque le dolía que tuviese que actuar de ese modo con él, no encontraba otra opción, no tenía donde ir.

Subieron los tres pisos en el mismo silencio que los envolvía desde su salida del hospital y ni bien abrieron la puerta de la habitación ella se lanzó a sus brazos para besarlo con desesperación.

Novak la recibió tan a gusto como sorprendido. Por supuesto que le encantaban sus besos, no los había olvidado, y no tenía intenciones de perderselos, pero entonces ella tuvo el mismo gesto que recordaba de su primera noche juntos y él decidió interrumpir el beso.

-Espera, esperá.- le dijo con dulzura tomando sus muñecas para separarla lentamente y buscar su mirada que no se dignaba a enfrentarlo.

-Mirame..- le pidió pero ella no pudo hacerlo, se soltó con un movimiento rudo y caminó hacia la ventana conteniendo las lágrimas que al parecer se había desatado para no querer dejar de brotar

-¿Acaso no era para esto que me trajiste acá? Esto es lo que soy. No sé porque insistieron en sacarme de ahí si acá iba a ser lo mismo.- dijo enfadada mientras unas gotas rebeldes comenzaban a mojar el vidrio de aquella ventana.

Arráncame el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora