29

12 5 0
                                    




La partida de Emilia tiñó con lágrimas cada uno de los corazones de aquellos que la habían conocido, pero sobre todo el de una pequeña y adorable niña que ahora debía aprender a vivir sin su mamá.

Novak había hecho todo lo que estaba a su alcance para sostenerla, acompañarla, abrazarla y rodearla de un amor incondicional.

Aquella casa parecía haber aumentado su tamaño desde que solo estaban los dos y si bien sus amigos y familiares había hecho todo lo posible por ayudarlos, el duelo tiene un tiempo al que no le importa nada más que él mismo, donde la pena debe decantar, el dolor debe tamizar sus impurezas y el vacío debe ser enmantecado para que el nuevo mundo sin la persona amada, no duela tanto.

Pero para poder cumplir con la receta, debemos contar con todos los ingredientes y a decir verdad, Novak llevaba demasiadas semanas sin uno de los más importantes de su vida.

Se había prometido a sí mismo que la esperaría, que sería paciente con Simone, que le daría tiempo para adaptarse a una vida sin tanta oscuridad y aunque había ido hasta su puerta miles de veces, nunca se había permitido tocar. 

Ahora estaba triste, demasiado triste.

La quería en su vida, quería demostrarle que fuera lo que fuera, podrían pasarlo juntos. Y si bien había pensado miles de conversaciones en su mente, luego todas carecían de la fuerza suficiente como para recuperarla.

Esa tarde, Mila estaba en casa de Charo, le gustaba dormir allí y él comenzaba a creer que era porque en esa enorme casa todo pesaba mucho más.

Decidió darse un baño y se recostó en el sillón de la sala con un libro dispuesto a ser recorrido por sus ojos para alejarlo de su realidad, mientras su mente rebelde solo podía pensar en Simone. En sus ojos, en sus bailes, en sus labios, en sus palabras, en su tristeza y en su forma de gozar junto a él, en sus encuentros y en sus caminatas. En sus sonrisas y su inocencia. En su destreza para hacerlo delirar y en su cariño con Mila. En su contradicción y en su determinación. En su pasado y en su futuro.

La quería en su futuro, quería ofrecerle un nuevo comienzo, un hogar, una familia, un amor real. Quería que ella también lo eligiera, que también pensara en él y que no quisiera alejarse nunca más.

Samanta Schweblin comenzaba a relatar la carencia de un golpe final para su muerte en "La respiración cavernaria" y los ojos de Novak comenzaron a cerrarse. Era raro que eso ocurriera cuando llevaba una semana con un insomnio galopante, pero no pudo prestarle atención. Los párpados pesados y la lengua entumecida lo llevaron a dejar de luchar, sus manos dejaron caer el libro y su cuello casi sin tono se vio envuelto en el mullido almohadón de aquel costoso sillón.

Mientras tanto en un hotel lujoso, una habitación por fin rompía su soledad. Simone había dejado entrar a Florencia producto de la desesperación en su voz. El temor a que su letargo y abulia hubieran arrastrado a los que amaba a su abismo lograron despertarla y enroscando su cabello largo en un rodete intentó que Florencia hablara con más pausa.

-Espera, espera que no te entiendo nada.¿Qué hablaste con quien?- le preguntó llevandola hasta el borde de la cama para que tomara asiento.

-Con Ana, Ana Ruiz la dueña del jardín, ella era la esposa de Moro, por eso te mandó a trabajar ahí y ahora él sabe que yo lo sé y tengo mucho miedo. - le dijo por fin hilvanando las palabras con dicción.

Simone abrió grandes sus enormes ojos y se llevó ambas manos a la cabeza volviendo a liberar su cabello.

-¿Dónde está Rony? ¿Alguien más sabe que me estoy quedando acá?- le preguntó intentando pensar como lo haría el hombre despiadado que conocía.

-Rony está con mis padres, salimos por la cochera y dejamos el auto estacionado en otro lado. Creo que nadie nos siguió, después tomé un taxi, pero no entré por la puerta principal. Espero que.. ¿Vos decis que va ir tras Rony de nuevo?- le preguntó cada vez más preocupada.

-No lo sé, es capaz de muchas cosas. ¿Qué es lo que teme? No creo que ser el ex marido de la dueña de un jardín sea algo grave.- le dijo intentando armar una idea que lograra salvarlas.

-No es solo eso, Monita... hay algo importante que tenes que saber, es de tu hermana.- le dijo buscando sus ojos justo cuando ella la miraba como nunca antes lo había hecho. Un temor inusitado había abordado a sus ojos y sus manos habían comenzado a temblar.

-No fue tu culpa, eras una nena y Luna también.- le dijo, pero Simone comenzó a negar con su cabeza mientras se dejaba caer en el suelo.

-Si que lo fue, yo debía cuidarla, mi mama dijo que..- dijo sin poder dejar de llorar

-Y ahora él va a mandarme a la carcel.- agregó con su cara hundida en sus manos.

Florencia se acercó y arrodillada frente a ella la obligó a mirarla.

-Nadie puede mandarte a la cárcel, Monita, aunque alguien sí es responsable por aquel incendio. - dijo con los dientes apretados pensando en Morro y en el alcance de su maldad, justo cuando el sonido de varios camiones de bomberos aturdian las calles y se precipitaban a través de la avenida.

La columna de humo proveniente del norte las llevó a desviar su vista  y ambas temieron lo mismo.

-¿Sabes dónde está Mila?- le preguntó Simone alzando mentón para intentar procesar todo lo que estaba ocurriendo.

-Iba a dormir de Charo, eso dijo Novak.- le respondió tomando su teléfono para marcar el número de aquel hombre que no pudo responder la llamada.

-¡No puedo perderlo! ¡No puedo perder a nadie más! ¡Flor, tenemos que salvarlo!- le dijo con desesperación, mientras las dos se ponían de pie para salir lo antes posible.

Y mientras un humo negro se deslizaba como un veneno penetrante recorriendo las palabras de un libro abierto de Schweblin, el corazón de Simone galopaba con ferocidad convenciéndola de que alguien como él no merecía aquel final.

No, cuando aún le quedaban miles de besos por darle, cientos de abrazos por regalarle y millones de te amo por susurrarle al oído. No, cuando había confiado en ella a tal punto que nunca se había dado por vencido. No, cuando tenía un corazón tan grande que incluso luego de la traición de Emilia, había sostenido su mano hasta el final. No, cuando pese a la tentación de su cuerpo inescrupuloso seduciéndolo con malicia, había logrado decir que así no.

No, porque el amor que la había devuelto a la vida, no significaba nada sin él. Porque ahora había entendido su espera, su perseverancia, su fe. Ahora sabía que gracias a sus pasos a su lado era una mejor persona, gracias a sus libros, había vuelto a soñar, gracias a sus caricias había aprendido lo que era amar. Y en su nueva libertad, lo único que deseaba era que aún siga siendo su opción. Su única opción. Su más hermosa, feliz y real opción

Arráncame el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora