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Los párpados pesados y un dolor punzante en su cabeza.

Los sonidos embotados y luces tenues titilando.

Un andar veloz, un aroma inusual y el sonido de vidrios estallando.

Luego gritos y más gritos.

Gritos desesperados, gritos enfadados, gritos irascibles.

-¡Te lo advertí! ¡Te dije lo que pasaría si intentabas escapar!- conocía esa voz pero no podía responder. Simone estaba adormecida, estaba segura de que habían puesto algo en su bebida y aunque luchaba por abrir sus ojos, el efecto de aquella droga parecía ganar la pulseada.

Alguien la cargaba, alguien le dirigía ignorando las advertencias, pero ella sabía muy bien lo que podía ocurrir. Necesitaba bajar, necesitaba regresar. No le importaba recibir otro golpe, no le importaba entregarse a esos hombres lascivos y cobardes que debían pagar para sentirse importantes frente a alguien. No le importaba continuar en la oscuridad de aquel club, en las tinieblas de los recuerdos del pasado, pero no podría soportar que las amenazas se volvieran realidad.

Quiso apretar sus puños y no pudo hacerlo, su cuerpo estaba cansado, sus músculos pesaban más de lo que recordaba y sus ojos insistían en cerrarse.

-Ya te lo advertí, ahora será tu culpa. De nuevo será tu culpa.- oyó tan hiriente como real a sus oídos.

Entonces el frío helado de la brisa de madrugada pareció devolverle el aire y por fin pudo abrir sus ojos.

El pequeño cuerpo de Florencia con un abrigo enorme que había visto antes en Rony agitaba sus brazos como si indicara el camino. Su propio cuerpo rebotaba sobre el hombro de aquel grandulón que corría con dificultad.

Sus pies descalzos no llegaban a tocar el suelo pero sabía que estaba húmedo, los labios de Florencia se movían pero no podía distinguir lo que decían.

Entonces la puerta del auto se abrió y como si fuera una bolsa de huesos maltrechos se vio recostada sobre aquel tapizado viejo, mientras los hoyuelos de su única amiga querían convencerla de que todo estaría bien.

Quiso corresponder con una sonrisa pero no pudo hacerlo, apenas podía mantener los ojos abiertos y cuando giró su cabeza, lo vio.

El disparo de adrenalina pareció despertarla de golpe y sus labios se separaron para liberar su grito.

-¡Nooooooo!- exclamó hasta quedarse sin aire, pero Moro continuaba apuntando, sus piernas separadas y sus manos empuñando aquel arma los apuntaban sin resquemor y como la  crónica de un sonido anunciado, la explosión llegó en cámara lenta.

Un cuerpo robusto cayó al suelo, mientras las sirenas acercaban su sonido con velocidad. La imagen de Moro desapareció como si un mago la hubiera hechizado y la pequeña Florencia se desvaneció sobre el cuerpo de aquel hombre que amaba con locura.

-Tenemos que llevarlo al hospital.- dijo por fin Simone recuperando algunas de sus facultades mentales y Florencia la miró en estado de shock.

-No puedo cargarlo.- le respondió y Simone bajó un pie primero y el otro después para ayudarla.

Era una imagen que rozaba lo absurdo, un cuerpito frágil y delgado y otro cuerpo sin tono, luchando contra las leyes de la gravedad y entonces el rescate pareció llegar desde el cielo.

-Dejenme a mí.- dijo Novak agitado mientras tomaba el cuerpo de Rony desde atrás para arrastrarlo hasta el asiento trasero del auto.

-Florencia, ponelo en marcha.- ordenó y la joven dio la vuelta para obedecerlo.

-Simone, abrí la otra puerta.- agregó y la joven hizo lo que pudo para llegar hasta el lugar y por fin tirar de la ropa de Rony hasta lograr acomodarlo allí. La policía casi llegaba al lugar y Novak logró cerrar la puerta trasera para subir en el asiento delantero después.

-Doblá a la derecha, hay un hospital a unas diez cuadras por ahí.- le indicó a Florencia y ella aceleró.

Entonces el silencio fue tenso y doloroso. Todos llevaban sus dientes apretados y sus puños cerrados. Los semáforos fueron ignorados y las luces de la calle dibujaron líneas a través de las ventanillas con una frecuencia veloz.

Simone acariciaba el rostro de Rony, no podía perderlo, no por su culpa otra vez. Florencia lloraba y Novak buscaba los únicos ojos que amaba a través del espejo retrovisor. Unos que estaban tristes, preocupados y cargaban con demasiada culpa.

-Va a estar bien.- dijo intentando romper el silencio pero ninguna de las dos mujeres pudo responder. No podían creerle. No cuando el olor a sangre inundaba sus fosas nasales y la respiración entrecortada de Rony ocupaba todo el aire de aquel auto.

Entonces la fachada del hospital supuso un alivio y Florencia volvió a respirar. Casi choca con la ambulancia allí estacionada pero el sonido de la bocina alertó a los presentes.

Una cantidad inusual de personas con batas blancas y zapatos de descanso sacaron a Rony del auto y lo trasladaron adentro.

Entonces el silencio volvió a ser abrumador. Florencia miró su ropa con sangre y las lágrimas corrieron por sus mejillas, mientras se dejaba caer en una de las sillas de la sala de espera.

Novak se sacó su campera y se la colocó sobre la falda, ya que incluso con aquel sobretodo gigante, Florencia temblaba.

Luego se acercó a Simone. Aún estaba algo mareada pero podía mantenerse en pie. Observó sus pies descalzos y la abrazó como si de eso dependiera su vida.

-No puedo soportarlo. ¡Me muero si le pasa algo! Y si.., No puedo ni pensar qué hubiera pasado si esa bala llegaba a vos, él dijo que lo haría y nunca miente.- le confesó mientras una lágrima insolente pero refrescante caía por su mejilla.

Novak la abrazó más fuerte y aquel agua salada fue solo el comienzo de una catarata imposible de frenar.

Y en la quietud de una guardia en plena madrugada, las luces verdes de las ambulancias arribando tiñeron sus lágrimas de esperanza, necesitaba que Rony estuviera bien, necesitaba que Novak estuviera bien, pero sobre todo necesitaba que sus esfuerzos no hubieran sido en vano.

-Llévame donde sea, donde quieras, soy tuya desde ahora y para siempre.- le dijo separándose un poco para estudiar esos ojos grises que no había dejado de amar.

Sin embargo él no sonrió, no arrugó sus cejas, ni apretó sus dientes. Él no respondió, porque ya no podía hacerlo. Porque en ese momento, no se sentía libre como para decirle lo que en verdad sentía

Arráncame el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora