Epílogo

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Varios años después

Cuando aquellos cisnes negros cruzaron por primera vez la laguna frente a sus ojos, Simone sintió que era una analogía hermosa de su vida. Siempre se había sentido, así, como un cisne pero de otro color, con su figura exquisita, su cuello largo y su andar elegante, pero oscuro, con una mancha en su alma, con un pesar tan grande en su corazón que no podía más que dejar de sentir.

Sin embargo aquellos cisnes, unidos, nadando a través de la laguna de Castillos, ofrecían una imagen radiante, armoniosa, de templanza y alivio, como ella misma ahora, rodeada de la familia hermosa que había logrado construir, con los abrazos reconfortando los días nostálgicos y las caricias apaciguando la taquicardia de esas pesadillas que aún la sorprendían algunas noches. Con las carcajadas interminables y el mal humor de los días largos, con el cansancio del trabajo y el agotamiento de los encuentros fugitivos. Pero siempre con la sonrisa al final del día, con el beso de las buenas noches y el cuento del rescate de la princesa. Con la voz de Spinetta en alta definición y los susurros del amor.

Porque ahora tenía la vida que quería, la que había elegido y volvería a elegir mil veces.

La vida que la había llevado a dejar su país para instalarse en aquella ciudad de Uruguay, en esa casa de enorme jardín con la vista de esa laguna única. Esa casa de paredes sin manchas rojas, ni aromas indeseables, sin órdenes arbitrarias, ni ausencia de libertad. Esa casa que albergaba el amor de una familia que siempre había soñado y ahora podía disfrutar.

Novak era un hombre capaz de hacerla vibrar con un susurro y Mila era la niña más dulce que la vida podía haberle dado. En su mente adoraba que sus ojos se parecían tanto a los de Novak y jugaba a que la misma Luna la había enviado, para recordarle que había sido una buena hermana y que estaba siendo una excelente madre. Sobre todo cuando la pequeña la abrazaba antes de dormirse y depositaba ese beso cargado de agradecimiento, necesidad, ternura y amor que a veces llegaba a conmoverla.

La amaba. La amaba con todo su alma, tanto o más que a Novak y ese era un amor que no pensaba arrancarse jamás, porque era el amor que la había salvado, el que la había llevado hasta allí, el que acrecentaba su esperanza cada día, el que le ganaba al pasado horroroso que había tenido que vivir y del que estaba agradecida cada día, porque en definitiva le había devuelto la vida.

-¡Por fin salió! ¡Mirá Monita, lo acaba de traer Rony!- dijo Novak mientras se acercaba casi corriendo por el césped que llevaba a esa zona del parque donde Simone y Mila disfrutaban del paisaje mientras bailaban esa coreografía que les salía cada vez mejor.

-¿Qué cosa?  ¡Ojo con esos trotes, no vaya a ser que tengamos que llamar una ambulancia!.- le dijo Simone divertida al verlo llegar agitado y Novak sonrió mientras le entregaba el peridodico señalando aquel titular enorme.

Moro había sido juzgado, luego de que ellos hubieran abandonado el país, la misma Ana Ruiz había dejada sentada la denuncia en el juzgado de un juez que no se dejaba corromper, Novak había hecho sus averiguaciones y había dejado el dinero suficiente como para que la mujer pudiera continuar con su jardín de infantes, sin depender de aquel monstruo. Entonces el juzgado le había puesto custodia personal y si bien Moro se había acercado varias veces para amedrentarla, solo había conseguido terminar detenido, cada vez con menos amigos, gracias a los videos que había conseguido Rony, en los que lo había capturado ejerciendo violencia física contra varias de las chicas de un club que ya no existía..

Su nombre se había apoderado de la escena de los medios durante varios meses, y ahora, años después, por fin esa condena social se había hecho efectiva en la justicia.

Simone leyó el titular y no necesito leer más, si bien le alegraba que aquel hombre pagara por sus crímenes, ahora tenía algo muchísimo más importante en su vida.

-Es genial, pero a decir verdad, ya no me importa, mi amor. Esto es lo que siempre soñé, nosotros, juntos, en este lugar hermoso. No necesito regresar si no queres hacerlo. Soy feliz, soy muy feliz acá con ustedes.- le dijo con esa sonrisa que siempre había iluminado su rostro y Novak la alzó en brazos para hacerla girar en el aire, mientras Mila bailaba y saltaba alrededor.

-Donde quieras, como quieras, cuando quieras.- le respondió Novak una vez que la dejó nuevamente en el suelo y ella susurró a su oído con picardía, haciéndolo abrir sus ojos con expectación.

-Mila, la tía Flor te está esperando en el auto, ¿Queres ir a la playa con ellos?- le preguntó viéndola correr con alegría mientras su cabello largo marcaba su rumbo feliz y cuando estuvo lo suficientemente lejos, alzó a Simone en sus brazos para regresar él también.

-Es hora de ese baile que me acabas de prometer.- le dijo mientras ella sonreía divertida, dejándose llevar al único lugar en el que nunca jamás temía estar.

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FIN.

Arráncame el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora