Había pasado apenas un mes desde la muerte de mi madre y desde que nos trasladamos a Winslow Garden, la casa donde me crie, la que hacía años que no pisaba. Todo parecía estar igual, mi habitación no había sido tocada desde que me fui. En cambio, el barrio si que había experimentado un auge; ahora había muchas más casas grandes de varios pisos y se veían lujosas. Habían instalado varios parques y jardines y varios negocios modernos. Winslow Garden mantenía su carácter de siempre, pero había crecido con el tiempo, como yo.
Los primeros días fueron los más duros, todos notábamos la ausencia de mi madre y la buscábamos en cada rincón de la casa. De las primeras cosas que hicimos fue ir a comprar muebles y decoraciones para renovar nuestras habitaciones. Eso hubiese sido algo que normalmente me hubiera ilusionado, pero en aquella ocasión solo me recordaba lo que había pasado.
La Navidad y el fin de año siempre habían sido tradiciones amadas en mi familia, pero este año los ánimos estaban por los suelos y, aunque mi padre y su marido, Alexander, hicieron todo lo posible por sacar nuestro espíritu navideño a la luz, no llegaron a conseguirlo del todo. Mis hermanos cada día crecían más y cada vez estaban más guapos; Dani me recordaba mucho a mi madre. Ellos también lo estaban pasando muy mal, pero según fueron pasando los días, la tristeza constante fue abandonándolos. Seguían teniendo momentos pesarosos, como mi padre, pero cada vez menos a menudo; habían comenzado a pasar página. A diferencia de mí, que me había estancado en la tristeza y la culpa permanente.
Durante los primeros días del año, mi padre y yo tuvimos una conversación sobre mi futuro. Como había cambiado de ciudad, me planteó el trasladar mis estudios a una de las universidades de Westbrough. Sin embargo, tras lo de mi madre, ya no tenía tan claro qué quería hacer con mi vida. Me replanteé todas las opciones, si seguir estudiando en Brightford o quedarme en Westbrough, si cambiar el área de estudios por otra o si acaso quería continuar estudiando. Después de replantearme todo mi futuro, mi padre y yo llegamos a un acuerdo: me tomaría el resto del curso para estar en casa; aclarar mis ideas, superar el duelo de la pérdida de mamá y pasar página. Mi padre era una persona muy comprensiva y entendió lo duro que se me estaba haciendo todo y respetó mis decisiones sin juzgarme u obligarme a nada.
Las semanas se sucedían lentamente, cada día fundiéndose con el anterior en una monotonía dolorosa. Pasaba los días encerrada en casa, con el pijama arrugado y envuelta en la manta que aún conservaba el aroma de mi madre. Cada vez que intentaba levantarme y hacer algo productivo, una pesadez invisible me arrastraba de vuelta al sofá, recordándome lo difícil que era seguir adelante sin ella. Apenas comía y hablaba con mis familiares, no me sentía con fuerzas. Además, la culpa ocultaba que llevaba cargando sobre los hombros me impedía hacer cualquier cosa que no fuera regodearme en mi propia tristeza. Notaba las miradas cargadas de compasión y pena de mi padre y Alexander sobre mí cada vez que llegaban del trabajo o se iban a dormir.
Por mi parte, no dormía mucho. Fingía que lo hacía, para no preocupar más a mis seres queridos, pero la realidad es que tenía pánico a dormir y que hubiera otra pesadilla acechándome. Esto también alimentaba a la poca fuerza vital que me quedaba durante el día, que era obvio que me estaba consumiendo. Sin embargo, tampoco me preocupaba mi bienestar, solo quería que el dolor cesase de una vez, pero cada vez lo veía más imposible. Me había sumido en un bucle de cansancio y autocompasión. Había pensado mucho en mis pesadillas y en el hecho de que se hubiesen cumplido con tanta exactitud. ¿Qué significaba aquello? Durante semanas tuve varios sueños que me advertían de la muerte de mi madre, nunca los tomé en serio, pero finalmente se habían hecho realidad. Pensando más detalladamente sobre ello, recordé que tuve un sueño en el que el protagonista era Darwin; estábamos sentados en un banco de piedra frente a un lago y estuvimos a punto de besarnos. El luego de mis sueños era muy parecido a donde se celebró el funeral de mamá y en ese jardín fue donde nos besamos, ¿sería una mera casualidad? Empezaba a darme cuenta de que mis sueños eran algo más que simples ilusiones, pero ¿qué? Quise empezar a descubrir el trasfondo de estos sueños y pesadillas, pero no sabía por donde empezar o a quien preguntar.
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ECOS DE LO DESCONOCIDO ©
Misterio / SuspensoElaira lleva una vida aparentemente normal, rodeada de una amiga inseparable y una familia amorosa que, aunque tiene sus altibajos, la apoya incondicionalmente. Sin embargo, a medida que empieza a experimentar sensaciones desconcertantes y pesadilla...