ECOS DE LO DESCONOCIDO ©

24. A la sombra de la montaña - parte 2

Su voz se desvaneció en un eco suave, y me di cuenta de que mi respiración se había sincronizado con la suya. Mi mente, que había estado tan dispersa, comenzó a calmarse. Con cada palabra, Cassian me arrastraba más profundamente en el entorno que describía, mientras mi cuerpo se relajaba por completo, entrando en un estado de paz interior. Comencé a sentir, como nunca antes lo había experimentado. Todo ahora era mucho más intenso y mágico. Era capaz de sentir todas las cosas que él me había ido diciendo, notaba el poder de la naturaleza en todo el bosque, lleno de vida.

Cassian continuó hablando con una suavidad casi hipnótica, su voz envolvente. Mientras lo escuchaba, sentía como si algo profundo dentro de mí comenzara a despertarse, una conexión que siempre había estado ahí, pero que nunca había sabido cómo acceder.

—La naturaleza está dentro de ti, Elaira —dijo, y sus palabras resonaron en lo más profundo de mi ser—. Solo tienes que liberarla. Es el origen de todo y de todos, y es donde todo acaba también.

Mis pies desnudos sobre la tierra húmeda se sentían más conectados que nunca al suelo. El aire parecía cargar mi propia energía, cada brisa rozando mi piel con una vitalidad renovada. Cerré los ojos y dejé que esa sensación de unión con el mundo natural se intensificara.

—Siéntela como tuya —susurró Cassian, estaba tan cerca de mí que notaba el calor de su cuerpo a mi espalda—. Acéptala en tu interior. No es algo que puedas aprovechar o una herramienta para conseguir un fin, sino que eres tú. La naturaleza y tú sois uno. Cuando sientas que todo ese poder llena tu interior, a punto de desbordarse, y una vez estés en armonía con ella...

Me concentré en cada palabra, mi respiración lenta y profunda.

—Cuando sientas que forma parte de ti y tú de ella, que sois un único elemento... —su voz bajó aún más, como si fuese un secreto compartido solo entre los dos—. Entonces, llámala. Haz que venga a ti. Y ella acudirá a tu llamada.

Por un momento, todo lo demás desapareció. No había miedos, ni pensamientos errantes, solo esa conexión vibrante con el mundo natural. El latido de la tierra bajo mis pies, la brisa que parecía respirar conmigo, el calor del sol y el frío de la tierra. Sentí, por primera vez, que todo ese poder latente en la naturaleza también latía dentro de mí.

Comencé a sentir un cosquilleo en las yemas de los dedos, que pronto se extendió por todo mi cuerpo. Era como si algo dentro de mí estuviera despertando, una energía que siempre había estado allí, latente, esperando ser liberada. Mis dedos vibraban con esa fuerza desconocida, y poco a poco, la sensación envolvió cada rincón de mi ser. No sabía qué estaba invocando exactamente, pero lo sentía vivo, conectado con todo lo que me rodeaba. Había entrenado con los elementos por separado, pero ahora parecía estar llamando a la naturaleza en su totalidad, a los cuatro elementos como uno solo.

Estaba tan concentrada que apenas noté cuando Cassian se apartó para situarse frente a mí. Sin necesidad de abrir los ojos, sabía que su mirada estaba fija en mí, analizando cada movimiento, cada expresión en mi rostro. Sentí la presión en mi pecho, el miedo a no conseguir nada, como había ocurrido en los entrenamientos con Jorvik. Comencé a ponerme nerviosa y sentía que el poco poder que había conseguido se me escaba. Traté de tranquilizarme y recuperar el control de mi misma.

Poco a poco, el viento, que al principio solo me acariciaba la piel con suavidad, comenzó a cobrar fuerza y supe que había recuperado el control. Una ráfaga más intensa me rodeó, formando un pequeño remolino que giraba a mi alrededor, como si estuviera respondiendo a mi llamada. Mi respiración se aceleró, pero me forcé a mantener los ojos cerrados, a concentrarme en esa energía que crecía a mi alrededor, cada vez más poderosa, intentando no perderla.