7. La cabaña del lago

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Cerré la puerta tras de mí, inspiré hondo y trate de ocultar mis sentimientos dibujando una sonrisa radiante en mi cara. Avancé hacia el coche de mi amiga mientras la saludaba con la mano. Una vez metimos mis cosas en el maletero y me senté en el asiento del copiloto emprendimos en viaje hacia la cabaña del lago de Lucas. El viaje duraría un poco más de una hora y, a pesar de que sabía que Vicky quería pasarse todo el trayecto hablando y especulando sobre lo que harían esos tres días, yo anhelaba un viaje tranquilo y silencioso que me permitiera sumergirme en los paisajes que íbamos viendo.

Vicky comprendió en seguida mis deseos de tranquilidad y no habló demasiado durante todo el viaje; se dedicó a cantar las canciones que iban sonando en la radio. Me apoyé contra la ventanilla, cerré los ojos y dejé que cada poro de mi piel absorbiera los rayos del Sol. Cuando aproximadamente ya había transcurrido la mitad del viaje, decidí abrir los ojos y contemplar el paisaje que había cambiado considerablemente desde que habíamos salido. Súbitamente, el bullicio del entorno urbano se desvaneció ante mis ojos, dejando paso a una naturaleza majestuosa. Los edificios y casas dieron paso a los bosques, cediendo su lugar a los altos árboles que se mecían suavemente con la brisa. El contraste entre la ciudad y la exuberancia verde de los bosques era abrumador, como si hubiera cruzado un umbral mágico que me transportó de la civilización a la naturaleza virtuosa.

El resto del viaje pasó en un abrir y cerrar los ojos y antes de llegar a nuestro destino Vicky rompió el silencio que había estado reinando durante todo el trayecto.

— Ya estamos llegando. — Simplemente asentí con la cabeza. — Ela no puedes engañarme, sé que muchas veces te gusta disfrutar del silencio, pero he visto tu cara de preocupación al salir de casa y sé que hay algo que te preocupa. — dijo dirigiéndome una mirada de comprensión. — También entiendo que te cuesta mucho salir de tu zona de confort y que intentas huir de situaciones que impliquen relacionarte con personas que no tienes mucha confianza. Y antes de que me interrumpas, quiero que seas consciente de que estoy muy orgullosa de ti por haber aceptado a venir a este viaje y vivir nuevas experiencias. — Antes de continuar me dedicó una de sus grandes sonrisas que te hacían olvidar cualquier preocupación. — A pesar de todo esto, quiero que sepas que en ningún momento estás obligada a hacer nada con lo que no estes segura solo por encajar en el grupo. Tú se cómo eres realmente sin miedo a que te juzguen y ya verás como este fin de semana te sirve para liberarte de esas ataduras que tienes y consigues ganar confianza con ellos.

Me quedé bastante asombrada con las palabras que me había dirigido Vicky, ella nunca solía ser tan profunda y no le gustaba mucho hablar de sentimientos (cosa que a menudo agradecía porque a mí tampoco me agradaba). Aunque mi amiga no tenía ni la más remota idea de cuál era el origen de todas mis preocupaciones, agradecí que intentase transmitirme esa seguridad que ciertamente si necesitaba porque, para ser sincera, sí que me preocupaba un poco no llegar a encajar con el grupo pasado el fin de semana. Conseguí aplacar en cierta parte esas inseguridades gracias a sus palabras y esto era la prueba de que pese a ser muy diferentes en muchos aspectos, Vicky realmente se preocupaba por mí y por mi bienestar.

Me vi incapaz de reprimir la emoción que sentí al escuchar a mi amiga hablar así y mis ojos se tornaron vidriosos. Una lágrima se deslizó sutilmente por mi mejilla, desafianzo a mis esfuerzos por contener el llanto. Al verme, Vicky en seguida añadió:

— Venga no te pongas así... hemos venido a pasarlo bien. — Sonrío ampliamente y tras volver a centrarse en la carretera dijo — Mira ya se ve la cabaña al fondo.

Dirigí mi atención al punto que señalaba y conseguí apartar por el momento todas mis emociones. A lo lejos se vislumbraba una bonita cabaña de madera y según nos íbamos acercando pude alcanzar a ver más detalles. La casa tenía dos plantas; por fuera se veía modesta y con un toque rural fruto de haber sido construida hace mucho tiempo, pero también saltaba a la vista que pertenecía a una familia adinerada. El lago, de un tamaño inmenso, se encontraba a pocos metros de la cabaña y todo se encontraba rodeado por un vasto bosque de abetos. Bajé la ventanilla del coche para impregnarme de la fragancia de la naturaleza, que siempre me había transmitido paz y serenidad.

ECOS DE LO DESCONOCIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora