6. Desconexión y revelaciones

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Finalmente llegó la semana en la que me iría al lago con mi nuevo grupo de amigos; y yo simplemente había decidido no dejarme influir por todo lo sucedido en las últimas semanas. Me obligué a pensar y actuar de la manera más racional que sabía y quería centrarme en llevar una vida universitaria lo más "normal" posible. Pensé que ir a la casa del lago con el grupo me ayudaría a tomar distancia de todos aquellos acontecimientos y estaba decidida a pasarlo bien.

En esa semana no vi demasiado a Darwin; sabía que él estaba esperando una respuesta a lo que había ocurrido la última noche que nos vimos, pero yo no tenía las fuerzas necesarias para contarle nada. Así que decidí alejarme de él, evitando así aquella conversación que sabía que llegaría tarde o temprano. Sabía que tenía que resolver aquel asunto, pero no podía evitar sentir miedo ante la reacción de Darwin si le contaba todo; no me podía permitir perderle. Estaba casi segura de que pensaría que estaba loca. Estaba segura de que con este distanciamiento me arriesgaba a perderle definitivamente. Pensé que un fin de semana en el campo, fingiendo ser una chica normal me ayudaría a despejar la cabeza y que a la vuelta quedaría con Darwin para resolverlo todo; sin estar completamente segura de qué le contaría y qué no.

Llegó el jueves, el día había transcurrido como cualquier otro. El frío había comenzaba a hacer mella en la cuidad, dejando cada vez más atrás los cálidos días del verano. Comencé a caminar de vuelta a casa para preparar todo lo necesario para el fin de semana. Había quedado con Vicky en que me recogería la mañana siguiente. Estaba empezando a arrepentirme de haber accedido a ir a aquel viaje; en ese momento, lo único que quería era encerrarme en casa todo el fin de semana envuelta en una manta. Obviamente, sabía que aquel no era un pensamiento saludable y recordé que en ocasiones una se tiene que obligar a salir de la zona de confort e intentar disfrutar de lo que hay más allá de sus fronteras mentales. Este mantra siempre (o la mayoría de las veces) me ayudaba a coger fuerzas e intentar arriesgarme y probar cosas nuevas; así que empecé a hacer una lista mental de todo lo que fuera a necesitar para el viaje.

Unas horas más tarde ya tenía casi todo listo para el viaje, sólo me faltaba mi "pulsera especial", que a pesar de llevar casi una hora buscándola no había sido capaz de dar con ella. Esa pulsera había sido un regalo de mi abuela antes de dejar este mundo y se consideraba una reliquia familiar que había ido pasando de generación en generación. El accesorio no era algo muy complejo y caro a simple vista, simplemente consistía en una fina cadena de plata con una piedra ámbar verde incrustada, pero no me gustaba pasar varios días fuera de casa sin llevarla encima. La consideraba mi amuleto, su roce contra mi piel me proporcionaba una sensación de protección y me hacía sentir más cerca de ella, aunque ya no estuviera con nosotros.

Mientras buscaba en lugares de mi habitación que sabía que era imposible que estuviera escondida allí, recibí una llamada de Darwin. Decidí no contestar. Mi teléfono móvil volvió a sonar, seguía siendo él. Debería haber contestado, pero en ese momento no me sentía mentalmente preparada para escuchar cualquier tipo de reproche que pudiera decirme por pasar tantos días sin hablar con él. El teléfono dejó de sonar y unos minutos más tarde comenzaron a llegarme varios mensajes de texto de Darwin. Imaginé que él había entendido que no iba a contestar a sus llamadas, pero parecía que no iba a dejar de insistir en su intento de comunicarse conmigo. Al escuchar que no paraban de llegarme notificaciones, cogí el teléfono y me dispuse a leer los mensajes de Darwin: 'Elaira, por favor, contesta. Es importante". El siguiente mensaje decía: "De verdad que necesito hablar contigo". Y el siguiente, simplemente mi nombre: "Ela...". Me quedé un par de minutos contemplando la pantalla del teléfono, sopesando si contestar o no. Antes de tomar una decisión llegó un último mensaje: "Veo que ahora mismo no quieres hablar... lo entiendo, pero, por favor, ten cuidado este fin de semana... Espero que podamos hablar cuando vuelvas. Cuídate".

ECOS DE LO DESCONOCIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora