Capítulo 85 ~ Mujer orgullosa

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Riftan llevó a Maxi lo más lejos posible del lugar de la ejecución. Los soldados que avanzaban por el campo detrás de ellos parecían confusos por la repentina paralización. Se abrió paso a empujones y se detuvo junto al ondeante estandarte wedoniano, delante de un vagón de equipajes. Cuando levantó a Maxi y la subió a un espacio del compartimento, ella se limitó a mirarle horrorizada, con el rostro de un blanco fantasmal.

Él estudió sus claros ojos grises durante un momento antes de sacar la cantimplora del cinturón.

— Toma, bebe un poco de vino.

— N-No tengo sed.

— Bebe un sorbo de todos modos. Estás pálida.

Su tono firme pareció incitarla a actuar. Lo abrió y olió su contenido. En cuanto bebió unos sorbos con precaución, le dio un ataque de tos.

— Cielos... ¿p-por qué es tan fuerte?

Le devolvió el frasco con el ceño fruncido. Riftan cerró la tapa y se la volvió a poner en el cinturón.

— El licor fuerte es útil para combatir el frío o limpiar heridas — respondió con severidad.

Para su alivio, ella parecía haber recuperado la compostura.

Con algo de color volviendo a su rostro, Maxi miró fuera del vagón con inquietud.

— ¿P-Por qué ejecutaron a esos hombres? ¿Qué podrían haber hecho... para merecer una muerte tan cruel?

— Eran desertores baltonianos. Fueron ejecutados de acuerdo con la ley militar. — Se agachó para extraer una manta de un lado del vagón. Se la puso sobre los hombros y dijo — Quédate aquí mientras los hombres entierran los cuerpos. No deberían tardar más de diez minutos.

— Y-Yo estoy bien. Simplemente estaba un poco conmocionada...

Riftan la miro molesto al reconocer la mirada obstinada de ella.

Después de mirar pensativamente el suelo del vagón, Maxi dijo con rigidez.

— He visto cadáveres mucho más horripilantes... en mi época de sanadora, y no dudo de que habrá más imágenes indescriptibles por venir. Así que... no es necesario que trates de protegerme cada vez que algo sucede. Y-Yo te aseguro que no volverás a verme desmayarme de la impresión.

Entonces dobló la manta, la dejó a un lado y se puso en pie. Riftan la detuvo cuando intentaba bajar del vagón. Sin previo aviso, algo en su interior estalló.

— ¡Te dije que te quedaras aquí! — gruñó, obligándola a volver a sentarse.

Se maldijo en silencio al ver que el desafío crecía en sus ojos. Sabía que intimidarla sólo provocaba que ella le desafiara, pero eso nunca parecía impedirle perder los estribos una y otra vez. Casi siempre empeoraba la situación.

Haciendo acopio de lo que le quedaba de autocontrol, dijo.

— No hay razón para que veas a los hombres enterrar los cuerpos. No llevará mucho tiempo, así que espera aquí.

— ¡Puede que sea cierto... pero tampoco tengo motivos para huir de ello como una niña asustada!

Le apartó la mano de un manotazo y lo miró con ojos desafiantes.

— Estoy a cargo de los magos de la unidad de apoyo. Debo... demostrarles que soy capaz... o nadie estará dispuesto a seguir mis órdenes.

Estaba a punto de decirle que castigaría a cualquiera que se atreviera a ignorar sus órdenes, pero logró contenerse. Era obvio cómo reaccionaría aquella mujer orgullosa.

Debajo del Roble ~ Libro 09 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora