Capítulo 99 ~ Ataque total

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A mediodía, la guardia nocturna se retiró a sus tiendas para descansar, mientras que los que habían conseguido dormir unas horas subieron a la colina armados con lanzas y escudos.

De pie frente a la enfermería recién erigida, Maxi observó cómo el ejército se movía en perfecta sincronía con las órdenes de sus comandantes. Dado que gran parte de la infantería arexiana había caído durante el último ataque, parecía que una parte del ejército baltoniano se había unido al batallón central para compensar la escasez.

El estandarte verde oscuro de los Caballeros de Phil Aaron ondeaba sobre la entrada. Después de contemplarlo, Maxi entró en la enfermería, con una sensación de inquietud en el estómago. Llevaba allí todo el día, desde su desagradable intercambio con Richard Breston. Revolviendo una olla hirviendo sobre un brasero, reflexionó sobre la ominosa profecía del hombre.

Los Siete Reinos podrían muy bien dividirse una vez que su enemigo común ya no existiera. Si se rompía el acuerdo de paz, estallaría la guerra a lo largo de la frontera de Wedon y Dristan, y habría levantamientos por todo Roviden. ¿Podría el recién elegido Papa proteger el orden actual de oportunistas ávidos de poder como Richard Breston?

Perdida en sus pensamientos, Maxi sólo levantó la vista cuando alguien le golpeó el hombro. Anette la miró con preocupacion.

— ¿Dónde tienes la cabeza? ¡Se te está quemando!

Maxi parpadeó antes de recoger agua de un balde y echarla a la olla.

— Deberías descansar — dijo Anette, suspirando —. Lo último que queremos es que incendies el lugar porque estás nublada.

— L-Lo siento. Prestaré más atención — murmuró Maxi hoscamente mientras raspaba con el cucharón las hierbas pegadas al borde de la olla.

Se sentía irritada consigo misma por dejarse llevar por las palabras de Breston. Aunque hubiera algo de verdad en ellas, se trataba de un escenario en un futuro lejano. ¿Por qué aumentar sus preocupaciones cuando ya estaban lidiando con el problema que tenían entre manos?

Ahuyentando todos los pensamientos de catástrofe, se obligó a centrarse en atender a los heridos. No faltaba trabajo después de que el temerario ataque de ayer hubiera causado cientos de heridos.

Una vez que el tónico de hierbas estuvo listo, Maxi bajó la olla y convocó a unos cuantos soldados a la enfermería. Les ordenó que administraran el tónico a los que tuvieran fiebre. Mientras tanto, se dedicó a cambiar todos los vendajes manchados de sangre y pus. Aunque quería curarlos a todos con magia, no tuvo más remedio que recurrir a otros métodos de tratamiento.

Cada cambio de apósito era un proceso mecánico, limpiando las heridas cosidas de secreciones y volviéndolas a vendar con vendas limpias. Sus manos se movían afanosamente por sí solas hasta que un extraño alboroto fuera de la tienda se filtró por la entrada.

Maxi se quedó inmóvil. Un escalofrío recorrió su espina dorsal al preguntarse qué problema había surgido ahora, pero estaba demasiado aterrorizada para averiguarlo. Después de dudar, salió de mala gana y se encontró con miles de soldados agolpados en el frente. Filas de catapultas se alzaban a ambos lados.

Maxi entrecerró los ojos. Aunque la visión no era nada fuera de lo común, algo no encajaba. Estudió los rostros tensos de los soldados y observo preocupada al notar el humo negro que se elevaba sobre sus cabezas. Un olor más penetrante que el de la madera quemada asaltó su nariz.

¿Los monstruos habían atacado su campamento en secreto? Ella entrecerró los ojos, recordando el olor similar de los cadáveres de monstruos quemados. Cuando vio a Armin junto a las catapultas de la derecha, corrió hacia él.

Debajo del Roble ~ Libro 09 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora