Capítulo 107 ~ ¿Cómo romper sus defensas?

165 24 7
                                    

Entraron en una opulenta alcoba. Maxi se quitó la capa sucia y observó la amplia cama y el resto del lujoso mobiliario de la habitación. Quizás había pasado demasiado tiempo acurrucada en mantas hechas jirones en el suelo de tiendas mugrientas, porque las comodidades que la rodeaban le resultaban extrañamente ajenas.

— Ven, siéntate — dijo Riftan, guiándola.

Maxi acercó una silla a la chimenea y se sentó en ella, dejando escapar un suspiro de satisfacción. Había olvidado lo maravilloso que era calentarse ante un fuego ardiente.

Se quitó los guantes, los dejó sobre el regazo y acercó las manos a las llamas. Riftan la observó sin decir palabra durante un momento antes de entregarle una copa de plata llena de vino.

— Bebe esto. Te hará entrar en calor.

— Gr-Gracias.

Maxi aceptó la copa y bebió un sorbo. Fiel a sus palabras, el potente licor no tardó en calentarle el cuerpo. Apuró la copa y le tendió el recipiente vacío.

— ¿P-Puedo tomar un poco más?

— No conviene beber tanto con el estómago vacío. Deberías esperar a que sirvan la comida.

Riftan le arrebató la copa de las manos y la puso fuera de su alcance. Maxi miró la botella de vino con nostalgia, pero el recuerdo de haberse desmayado después de una noche de copas cortó de raíz sus ansias. Estaba decidida a mantenerse sobria esta noche.

Miró a Riftan, decidida a romper el muro que los separaba. Él se estaba quitando la armadura con destreza, pieza a pieza. Se le encogió el corazón al ver su rostro, carente de toda emoción. Si esta noche iba a ser agradable, aún tenían que superar una montaña.

Reprimiendo un suspiro, Maxi empezó a quitarse las botas y los calcetines lentamente para ganar tiempo. Los tiró a un cesto, mientras seguía dándole vueltas a cómo iniciar una conversación.

En ese momento, unos pasos apresurados llegaron desde fuera de la habitación.

— Sir, tenemos su baño.

— Adelante.

Seis sirvientes entraron en la habitación cargados con una gran bañera de agua caliente, montones de sábanas limpias y ropa de colores. Maxi se hizo a un lado y se alisó nerviosamente el pelo mientras ellos se afanaban en ajustar la temperatura del agua de la bañera y colocar ordenadamente la ropa, el jabón y las toallas. Riftan rompió por fin su silencio cuando salieron de la habitación.

— ¿Vas a quedarte ahí parada? Entra antes de que se enfríe.

Sobresaltada, Maxi se volvió para mirarlo. Ya sin armadura, estaba atizando la chimenea vestido sólo con una fina túnica y unos pantalones de lana.

Nerviosa, Maxi lo miró sin comprender antes de preguntar.

— ¿Y-Yo sola?

El atizador en su mano se congeló.

Al darse cuenta tardíamente de cómo sonaban sus palabras, Maxi se sonrojó.

— F-Fuiste tú quien me dijo... que los matrimonios se bañan juntos, así que supuse...

— Hoy deberías bañarte tú primero. La bañera es demasiado pequeña para los dos, — dijo fríamente, echando más leña a las llamas.

Maxi entrecerró los ojos a su espalda antes de volverlos hacia la bañera humeante. Aunque no podía decirse que fuera espaciosa, en el pasado se habían apretado en bañeras más pequeñas. Se mordió la lengua; lo último que quería era rogarle que se uniera a ella.

Debajo del Roble ~ Libro 09 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora