Capítulo 121 ~ Abriéndose

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Maxi se sonrojó. Al escucharlo así en voz alta, sus acciones le parecieron increíblemente mezquinas. Mordiéndose el labio, bajó la mirada avergonzada y dijo mansamente.

— E-Esto... n-no era lo que yo quería.

Cuando sintió que sus manos dejaban de moverse, Maxi levantó la vista y estudió su rostro con cautela.

— Lo que quiero... es que volvamos a ser como antes.

Un pesado silencio los envolvió. Maxi observó el resplandor de la luz del fuego ondulando suavemente sobre el agua. Lentamente, levantó la cabeza. Riftan tenía el brazo apoyado en el borde de la bañera y miraba por la ventana en silencio. La calma de su mirada hizo que se le encogiera el corazón.

Él seguía siendo un extraño en cuyos pensamientos ella no podía penetrar. Su rostro, una máscara de hielo, miraba fijamente a la distancia, la ardiente pasión de sus ojos se había enfriado hasta convertirse en un vacío ilegible. La ira de Maxi hervía en su interior. Después de todos sus intentos por conocer sus verdaderos sentimientos, él seguía manteniéndola a distancia. Le había quitado todas sus defensas, pero seguía detrás de un muro.

Si no le hubieran temblado las piernas, se habría puesto en pie de un salto y habría salido de allí. Su pena se profundizaba con cada momento de silencio.

Torciendo los labios, Maxi mantuvo la mirada fija en las dos islas secas de sus rodillas que sobresalían del agua. Justo cuando levantaba la vista para hablar, Riftan se adelantó.

— Las primeras semanas después de que te fueras... fui un completo desastre. Agradezco que no estuvieras allí para verlo.

Maxi se puso rígida.

Los ojos de Riftan permanecieron fijos en la ventana mientras continuaba.

— Incluso después de recuperar un poco la cordura, trabajé como un loco. No podía dormir a menos que me agotara. Después al cabo de un tiempo, me quedé extrañamente entumecido. No podía entenderlo. No sentía nada. - Una sonrisa hueca se dibujó en la comisura de sus labios. - Para entonces, se me ocurrió que tal vez nunca regresarías.

Los ojos de Maxi se abrieron de golpe.

— Pasaste sólo un año en Anatol. — Riftan giró por fin la cabeza para mirarla —. Y la verdad, aún menos tiempo dentro de mi castillo. Me atormentaba la idea de que encontraras un lugar mejor y gente mejor que la que tenías en el castillo de Calypse. Una y otra vez, me dije que debía aceptarlo si sucedía. Y justo cuando conseguí aceptar esa realidad -dijo, con la voz entrecortada-, llegó tu carta.

La piel de gallina recorrió todo el cuerpo de Maxi a pesar del agua humeante, y se le formó un nudo inexplicable en la garganta. Riftan levantó lentamente la cabeza y sus dedos callosos le acariciaron el lóbulo de la oreja con un tacto que la inquietó.

— Cada oración, cada palabra... Las leía y releía, devorándolas como un hambriento que se da un festín. La frágil estabilidad que había construido durante dos años... se hizo añicos. La presa dentro de mí se rompió. Entonces me di cuenta de que no estaba bien. Me estaba descomponiendo por dentro.

Sus monótonas palabras arañaban los oídos de Maxi. Riftan acercó la figura encorvada de Maxi a su pecho y le acarició la espalda para tranquilizarla. Luego, su mano se deslizó hasta tocar uno de sus senos, parcialmente expuesto sobre el agua. Sintió su aliento húmedo en la oreja.

— ¿Puedes entender mi miseria? Estaba a punto de perder la cordura, deseando abrazarte, pero no estabas. Todo lo que tenía eran trozos de papel.

— R-Riftan...

Debajo del Roble ~ Libro 09 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora