Capítulo 122 ~ El primer baile

700 44 12
                                    


— ¿Qué estás mirando? — preguntó Riftan acercándose a ella.

Le rodeó los hombros con el brazo, la alejó de la ventana como si estuviera apartando a un niño descuidado del fuego.

Maxi lo miró mientras él corría las cortinas, sintiendo una peculiar sensación de déjà vu. La oscura habitación le recordaba a una pequeña caverna. Sus sombras parpadeantes bailaban en el suelo, y el embriagador aroma de su acoplamiento se mezclaba con el dulce sabor del vino.

Ella arrugó la frente al inhalar el relajante e íntimo aroma que le dejó la mente en blanco. Una vez habían estado atrapados en una cueva similar. Como ahora, se habían perdido en su propio mundo. Y Riftan también le había ocultado algo entonces.

Maxi se mordió el labio mientras él la guiaba de vuelta a la cama. Su sospecha de que estaba tratando de desviar su atención de algo se hizo más fuerte. La atrapó entre sus brazos, anulando su capacidad de pensar con dulces caricias y meticulosos cuidados.

A pesar de su ardiente deseo de descubrir el origen de su inquietud, decidió ser paciente esta vez. Ella esperaría a que él se confiara a ella.

— ¿P-Puedes oír eso? — preguntó, forzando una sonrisa —. Deben de estar celebrando otro banquete.

Sus ojos oscuros, teñidos de cautela, se entrecerraron. ¿Acaso él creía que ella pedía marcharse? Después de examinarla en silencio, Riftan se volvió con aparente desinterés.

— ¿No se cansan de ello? Es imposible dormir con ese alboroto.

Recogió la manta de la cama desordenada y la extendió con destreza. Los ojos de Maxi se abrieron de par en par. Ella percibió irritación en su voz.

— ¿T-Tú no has estado durmiendo?

Sólo entonces Maxi se dio cuenta de que nunca lo había visto profundamente dormido. Su expresión se nubló de preocupación.

— ¿D-Desde cuándo? No me digas...

— No necesito mucho de todos modos, así que no tienes por qué preocuparte.

Interrumpiéndola con un toque de fastidio, Riftan le indicó que se acostara. Maxi se mordió el labio. A pesar de que estaba decidida a cumplir sus deseos, tolerar su comportamiento dominante no era tarea fácil.

— He-Hemos estado en la cama todo el día. Estoy cansada de estar acostada.

— Te tiemblan las piernas. Deja de ser terca y ven a acostarte.

Maxi se sonrojó ante la mirada desaprobadora de Riftan mientras se ponía de pie torpemente, tambaleándose como un potrillo recién nacido. ¿Acaso él no sabía por qué estaba así?

Maxi lo fulminó con la mirada y se dirigió hacia él.

— No seas así... V-Ven aquí un momento.

Arrebatándole la manta, la arrojó sobre la cama. Cuando empezó a llevarlo de la mano, Riftan se estremeció como si lo quemaran.

Desde que se la había llevado como a una mujer atrapada en una tempestad, había quedado atrapada en su torbellino. Así, Maxi contempló con satisfacción el rostro ligeramente turbado de Riftan mientras lo colocaba frente a la ventana. Al abrir las cortinas, la suave melodía de flautas y mandolinas flotó en la habitación junto a una brisa fresca y el susurro de las hojas.

— ¿Qué quieres que hagamos? — preguntó Riftan tras una pausa.

Su expresión se tornó cautelosa cada vez que ella intentaba discernir sus pensamientos más íntimos.

Debajo del Roble ~ Libro 09 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora