Minju corrió hasta el baño, abrió la puerta y se aseguró de cerrarla con seguro. Se dirigió al cubículo y colgó en la puerta el cambio de ropa y el paño. Cerró la puerta nuevamente, se quitó la ropa y también la colgó. Abrió la regadera, y el agua fría comenzó a caer sobre su rostro. Su cuerpo, que se sentía caliente poco a poco fue adaptándose a la temperatura del agua. Extendió su brazo y buscó un pequeño jabón de rosas que tenía en su pantalón. Este jabón, además de ayudar a esconder sus feromonas, lo tranquilizaba.
Comenzó a pasarlo por su cuerpo metódicamente, sin tallar: primero sus manos, luego sus brazos, abdomen y piernas, con movimientos suaves. El aroma a rosas que desprendía el jabón ayudaba a calmarlo, y continuó frotándolo hasta que el pequeño trozo se deshizo, metiéndose nuevamente debajo de la regadera.
Estiró el brazo para cambiar la temperatura del agua, aumentándola ligeramente. El vapor comenzó a envolver el cubículo, convirtiendo el espacio en una nube densa que hacía imposible ver con claridad. Todo el baño se llenó de esa niebla cálida. Minju tensó el cuerpo, quizás debido al hecho de que estaba en celo. Al pasar las manos por su entrepierna para limpiarse donde se había mojado, sintió un leve cosquilleo; toda esa zona se encontraba extremadamente sensible. Cerró los ojos, y por su mente comenzaron a pasar los recuerdos de lo sucedido hace unos instantes. No podía sacar de su cabeza los gemidos.
Mientras esto pasaba, su pene se levantó y comenzó a sentir cosquilleos. Lo tomó con sus manos y comenzó a hacer movimientos arriba y abajo. El cosquilleo poco a poco se tornaba más placentero. Con una de sus manos comenzó a acariciar su cuerpo suavemente, imaginando que alguien más lo estaba tocando. Imaginaba a alguien detrás de él, sus manos moviéndose arriba y abajo, y poco a poco fue subiendo la intensidad.
—Siiii, me gusta —gimió en voz baja.
Cuanto más rápido subía la intensidad del movimiento, más clara se volvía la figura en su imaginación. La persona detrás de él comenzaba a tomar forma. Minju seguía sintiendo cosquillas en la parte baja de su espalda, mientras la mano con la que se tocaba bajaba nuevamente hasta su pene. Subía y bajaba con fuerza, su cuerpo se tensó, y la persona que imaginaba le tiró la cabeza hacia atrás. Con ese movimiento se liberó, sintiendo un placer intenso. Entrecerró los ojos. De repente, la persona en su imaginación consiguió un rostro, apenas visible a través de la neblina que cubría el cubículo. Esa cara... era la de Elian.
—Eliaaan... —dijo Minju, con un gemido ahogado.
Abrió los ojos completamente, y la imagen se hizo más clara. No se lo había imaginado. ¡Elian estaba ahí, mirándolo!
—¡Hola! —dijo con una sonrisa de par en par, extendiendo su mano para saludar.
Minju, al terminar de despertar, grito:
-¡AHHHHHHHHHH!
Elian, que estaba montado sobre el muro que dividía los cubículos, se cayó del susto.
-¡Ay!- gritó Elian.
Minju se cubrió la boca con las manos al escuchar el impacto. Extendió sus manos hasta la llave de la regadera y la cerró. Sus cachetes se cubrieron de un rojo fuerte. Tomó la ropa y comenzó a vestirse lo más rápido que podía, ni siquiera se secó con el paño. Abrió la puerta con fuerza, y se escuchó otro golpe.
Minju miró hacia abajo para ver qué había golpeado, y era Elian en el piso. Había intentado levantarse, pero Minju lo tumbó otra vez al golpearlo con la puerta. Minju lo miraba mientras Elian se pasaba la mano por la cabeza y se quejaba.
—¡Fíjate antes de abrir la puerta! —se quejaba Elian, mirando a Minju con rabia.
Minju también lo miró con rabia, levantando su mirada hacia la puerta que estaba cerrada. "¿Cómo entró este idiota?" pensaba.
ESTÁS LEYENDO
Dinastía: Herederos
RomantikEn un mundo donde el poder y la riqueza dictan el destino de las personas, los herederos de las dos compañías de construcción más prestigiosas del país se enfrentan en una batalla sin cuartel por un contrato que podría definir el futuro de sus imper...