capitulo 10: La llegada.

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A la mañana siguiente, todo siguió con lo acordado, después de un desayuno corto y unas últimas ojeadas a los documentos que le había dado el presidente a Minju, fueron directo al aeropuerto y se montaron en el avión privado de la empresa. Minju se ajustó los auriculares mientras el avión despegaba, sintiendo la ligera vibración bajo sus pies. El vasto cielo gris se extendía a su alrededor, y aunque no había ni un rastro de azul, le incomodaba la claridad que cubría todo el paisaje. A su lado, William hojeaba distraídamente una revista de moda, completamente relajado en su asiento.

—¿Estás nervioso o por qué estás tan callado?—preguntó William sin levantar la vista del papel.

—No. —La respuesta de Minju fue seca, aunque su mirada permanecía fija en la ventanilla, viendo cómo el suelo se alejaba. Las luces de la ciudad comenzaban a parpadear a lo lejos, cada vez más pequeñas.

William dejó caer la revista sobre su regazo, esbozando una sonrisa.

—No pareces el tipo de persona que se pondría nervioso por volar.

Minju apenas ladeó la cabeza, mostrando un destello de interés.

—¿Y tú?

William rió suavemente, sacudiendo la cabeza.

—Para nada. Esto es como... una escapada. ¿No lo ves así? Estamos saliendo de una jaula, aunque sea por un tiempo.

Minju se encogió de hombros.

—Londres no me parece tan diferente. Sigue siendo otra jaula, pero más grande.

William alzó una ceja, evaluando las palabras de su compañero.

—Eso es lo que me gusta de ti, Minju. Siempre tan... realista.

Hubo un momento de silencio entre ambos, mientras el avión alcanzaba su altitud de crucero. Las luces del interior se suavizaban, dejando a los pasajeros en una tenue penumbra. William, sin poder contenerse, volvió a hablar.

—Dime, ¿por qué aceptaste venir a Londres? Habían más opciones para estudiar el último año.

Minju lo miró de reojo.

—Porque no tenía otra opción. —Una sonrisa breve, casi invisible, apareció en su rostro—. Mi abuelo insiste en que "viajar abre la mente".

William asintió con una sonrisa cómplice.

—¿Y crees que tendrá razón?

—No lo sé, William —respondió Minju con voz tranquila—. Pero lo descubriré.

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez fue más cómodo, como si ambos entendieran que las palabras no eran necesarias.

                              °°°
El avión aterrizó suavemente en el aeropuerto de Heathrow. Minju bajó del avión con paso firme, observando la nueva ciudad a través de los ventanales enormes. El cielo gris de Londres se asemejaba al que había visto desde el avión, pero la atmósfera vibraba de una manera distinta. William, a su lado, ajustaba su abrigo mientras observaba a su alrededor, intentando captar cada detalle de la capital británica.

Al cruzar las puertas de llegadas, un hombre de mediana edad, con el cabello peinado perfectamente hacia atrás y una expresión severa, los esperaba. Llevaba un traje oscuro impecable y sostenía un cartel que decía "instituto L-1".

—Ese debe ser el representante del internado—susurró William al tiempo que le daba una palmada ligera en la espalda a Minju—. No parece el tipo de persona que bromee mucho, ¿eh?

Minju asintió sin decir nada y caminó hacia el hombre. Al llegar, hizo una ligera reverencia, que el representante respondió con un gesto cortés, pero distante.

Dinastía: HerederosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora