Al llegar al internado, la secretaria los recibió con una expresión de disgusto.
—¡Llegan tarde! —les regañó, aunque no fue demasiado severa cuando Minju y William le explicaron que había mucho tráfico.
Ambos subieron a sus habitaciones para cambiarse antes de ir a almorzar. Mientras William seguía revisando las tarjetas que venían en las bolsas, emocionado por las galletas de Boomtok. Minju se dejó caer en su cama, exhausto, tapándose la cara con una almohada.
—¿Cómo te sientes? —preguntó William, notando lo cansado que estaba su amigo.
Minju dejó caer la almohada al suelo, con una pequeña sonrisa en los labios.
—No sé si cansado o entretenido… ¿Viste la cara de Elian?
William soltó una risa rápida.
—Sí, ¡fue increíble!—mientras se acostaba a un lado de Minju.Ambos comenzaron a reírse a carcajadas, el cansancio olvidado por un momento mientras recordaban la escena caótica de Elian, enfurecido, con la malteada derramándose sobre él.
—Nunca lo voy a olvidar —dijo Minju, todavía riéndose. —Se va a acordar de nosotros por mucho tiempo.
William asintió, todavía sonriendo. —Definitivamente.
Cuando la alarma del almuerzo sonó, William y Minju se dispusieron a salir de la habitación. Justo cuando estaban por atravesar la puerta, Minju se detuvo. Se devolvió a tomar uno de los supresores nuevos. Al probarlo, sintió un sabor dulce, similar al de una tableta de vitamina. Lo tragó rápidamente, abrió la puerta y ambos salieron caminando hacia el comedor.
A diferencia de la mañana, el pasillo estaba lleno de estudiantes, muchos aún en pijama, recién levantándose. Minju, por alguna razón, miró en dirección a la habitación de Julián. No sabía por qué, pero algo lo impulsó a hacerlo. Rápidamente desvió la vista y siguió caminando.
Al llegar, el lugar estaba abarrotado. El comedor estaba lleno de mesas ocupadas y una larga fila se extendía desde el bufet. Decenas de estudiantes esperaban su turno, conversando entre ellos, mientras el bullicio llenaba el aire. Minju frunció el ceño, no acostumbrado a ver tanta gente aglomerada.
—¿Por qué hay tanta gente? —le preguntó a uno de los estudiantes cercanos en la fila.
—Han hecho pasta con albóndigas —le respondió, casi con emoción.
Minju rodó los ojos. En su mente, se dijo que no era gran cosa, ya que en su casa comía pasta con albóndigas al menos una vez por semana. Volteó a ver a William, que seguía inmerso en su teléfono, enviando mensajes. Mientras tanto, Minju empezó a buscar una mesa vacía, pero todo estaba lleno.
De repente, William lo tomó del brazo y lo dirigió hacia una mesa vacía, donde Aidan los estaba esperando. Minju lo miró sorprendido y lo saludó.
—Hola —dijo Aidan con una sonrisa nerviosa, señalando las dos bandejas de pasta frente a él—. Esto... lo siento, tomé dos por error. Pueden quedarse con estas bandejas, yo voy a pedir otra.
William negó con la cabeza, sonriendo. —No te preocupes. Come tú. Yo tomé una malteada y unas galletas antes de venir, estoy lleno. Voy por una ensalada y un jugo.
Aidan, un poco sonrojado, aceptó y se sentó a comer. Minju, en cambio, permaneció callado, observando a William mientras se alejaba. ¿William dando su comida? Era algo que simplemente no solía hacer. Recordó el comentario de William más temprano, cuando le dijo que al encargado le gustaba el porque les dió malteadas gratis. "Si seguimos esa lógica", pensó Minju con ironía, "entonces a ti te gusta él".
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Dinastía: Herederos
RomanceEn un mundo donde el poder y la riqueza dictan el destino de las personas, los herederos de las dos compañías de construcción más prestigiosas del país se enfrentan en una batalla sin cuartel por un contrato que podría definir el futuro de sus imper...