El siguiente estudiante se levantó y, con un tono seguro, expuso su propuesta.
—Joven duque, propongo que el ducado invierta en un equipo de rugby para nuestra institución. Creo que podríamos ofrecer becas deportivas a estudiantes, incentivando tanto la educación como el deporte. De esa forma, podríamos abrir las puertas a quienes tienen el talento necesario para destacar —sugirió, ganándose la atención de varios compañeros.
El duque asintió con interés, pero antes de que pudiera responder, otra mano se alzó desde el fondo del salón. El joven, algo más nervioso pero decidido, comenzó a hablar.
—Yo… creo que podríamos destinar el apoyo a crear un programa de tutorías extracurriculares, donde estudiantes de los últimos años ofrezcan apoyo académico a los de cursos inferiores. Muchos estudiantes, sobre todo los becados, suelen tener dificultades para seguir el ritmo, y eso es molesto.
El ambiente en la sala se volvió cada vez más dinámico. Las ideas se sucedían una tras otra hasta que otra voz femenina rompió el murmullo que llenaba la habitación. Se levantó con calma, pero sus palabras tenían un peso distinto.
—Si me permiten, en vez de enfocarnos solo en discutir dónde invertir el dinero, ¿por qué no organizamos un evento de caridad? —propuso, captando de inmediato la atención del duque—. De esa forma, podríamos ayudar a más de una causa a la vez y, además, se vería la participación activa de todos nosotros. Podría ser un evento grande, algo que represente a la institución y motive tanto a los estudiantes como a la comunidad. No solo recibiríamos apoyo externo, sino que también estaríamos contribuyendo de manera directa.
El salón se quedó en un tenso silencio por un momento, mientras el duque meditaba sus palabras. Lentamente, una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—Esa es una propuesta interesante —dijo, inclinando la cabeza hacia la estudiante—. Un evento de caridad no solo permitiría recaudar fondos, sino también ver el verdadero compromiso de esta institución con las causas que defiende. Me agrada la idea.
Las miradas de todos volvieron a la joven, que permanecía de pie, mientras el duque le dirigía una mirada de aprobación. Justo cuando la idea del evento de caridad comenzaba a ganar terreno entre los estudiantes, otro compañero se levantó abruptamente, visiblemente molesto.
—Ya tenemos la organización de un proyecto de impacto social, además, cada último año hace una donación caritativa y tenemos que cumplir horas de servicio comunitario —dijo, su tono algo desafiante—. ¿De dónde crees que vamos a sacar tiempo para organizar un evento? Mejor repartamos el dinero de la donación entre nosotros y lo destinamos a algo que beneficie más directamente a la institución, como mejores instalaciones o nuevas actividades extracurriculares.
El salón se quedó en silencio, sorprendido por lo directa y egoísta que había sido la sugerencia. Minju, que hasta ese momento había decidido mantenerse en silencio, sintió que la sangre le hervía. Las palabras de su compañero resonaban en su cabeza como un insulto a todo lo que alguna vez había visto en su niñez. Recordaba claramente las visitas a orfanatos con su abuelo, cómo había aprendido de primera mano lo que una verdadera ayuda social podía significar para los más necesitados. No podía quedarse callado.
Sin dudarlo, Minju levantó la mano. El gesto inmediato atrajo la atención del duque, quien lo miró con cierta sorpresa, recordando al joven que había conocido tiempo atrás, con su fría mirada y su seriedad abrumadora. Le generaba curiosidad saber qué tendría que decir. Tras un instante de vacilación, el duque, recuperando su compostura, asintió y le dio la palabra.
—Quiero proponer algo diferente —dijo Minju, su voz firme—. En lugar de invertir en algo que solo beneficie a unos pocos o a la institución misma, creo que deberíamos centrar la ayuda en los orfanatos. No solo estoy hablando de una donación, sino de algo más estructurado. Podríamos ofrecer becas para que los niños que residen en esos lugares puedan acceder a una educación de calidad. Podríamos donar libros, recursos, materiales que realmente les permitan tener una oportunidad. Tal vez incluso organizar actividades que los involucren con nuestra institución, para que no solo reciban ayuda material, sino también orientación y apoyo para su desarrollo futuro.
ESTÁS LEYENDO
Dinastía: Herederos
RomanceEn un mundo donde el poder y la riqueza dictan el destino de las personas, los herederos de las dos compañías de construcción más prestigiosas del país se enfrentan en una batalla sin cuartel por un contrato que podría definir el futuro de sus imper...