Eran las 3 de la tarde, minutos antes de que sonara la alarma para la culminación de más clases. William estaba agotado. Toda la mañana se la había pasado dando vueltas, haciéndoles "favores" a los profesores. Desde acomodar las mesas y sillas de los estudiantes hasta limpiar la pizarra y buscar las comidas de los profesores. Apenas le dio tiempo de comer. Cada vez que podía, le lanzaba miradas asesinas a Matías, quien lo había estado evitando esos últimos tres días, con justa razón. William estaba ideando un plan para hacerle la vida imposible, una vez más. Además, los días habían sido tan duros que ni siquiera le había dado tiempo de hablar con Minju. Uno de los estudiantes se había apiadado de él y lo estuvo ayudando con algunos mandados, incluso pidió su almuerzo porque sabía que William no tendría tiempo para comer. Era una buena persona. Por primera vez, William sentía que tenía otro amigo además de Minju.
Sonó la alarma, y William se levantó lo más rápido que pudo. Recogió la carpeta y fue corriendo a secretaría para entregar las cosas antes de que algún profesor lo molestara. Al salir por la puerta, un profesor lo detuvo.
—Joven William, ¿a dónde va?
William se regresó hasta el profesor, quien le dio instrucciones de que hablara con los estudiantes y les pidiera un papel con los grupos para el proyecto que se les había asignado. William había estado tan ocupado que se olvidó de hablar con Minju sobre esto. Sabía que él estaría reacio a hacer el proyecto con otros, pero el profesor le pidió que trabajaran con al menos una persona más. William salió del salón derrotado y buscó a los estudiantes para recoger los grupos y llevarlos a secretaría.
Corrió, deseando terminar rápido y poder irse a bañar. Bajaba las escaleras a toda velocidad cuando, de repente, su pie resbaló. A veces usaba lentes, pero evitaba ponérselos porque no se veía bien, decía que eran poco estéticos, Pero en realidad era porque estaba ciego. Ahora deseaba haberlos tenido puestos. Todos los papeles, la carpeta y las libretas del profesor volaron por el aire con el tropiezo. William cerró los ojos, ya imaginándose los dientes rotos contra el suelo de piedra fría. Pero justo antes de impactar, sintió unos brazos fuertes que lo detuvieron.
Al abrir los ojos, lo primero que vio fue el brillo de unos ojos verdes que se reflejaban en unos lentes que no les hacían justicia. Frente a él, un rostro de cutis impecable, salvo por un pequeño lunar cerca de la boca. William lo reconoció de inmediato: era Aidan, el mismo que lo había estado ayudando toda la semana. Se quedó atónito ante la perfección de esos ojos. William no podía apartar la vista de Aidan, quien con una tranquilidad casi sobrenatural se agachaba para recoger los papeles dispersos, como si salvarlo de una caída desastrosa fuera la cosa más común del mundo.
—No corras por las escaleras. Es peligroso —dijo Aidan, acomodando sus lentes y desviando la mirada.
William, aún sorprendido, se percató de que Aidan era extremadamente tímido. Nunca miraba a la gente a los ojos, por eso William no había notado lo hermosos que eran hasta ahora.
—Gracias —murmuró William.
Aidan hizo una pequeña reverencia y se retiró. Sin embargo, William lo detuvo, jalándolo de la mochila.
—¿Me acompañás a terminar de recoger los grupos?
Aidan se giró, sin decir nada, y lo siguió. Mientras caminaban, encontraron a un grupo de alfas. William tenia cierta rabia hacia ellos porque solían hacer chistes ridículos sobre betas y omegas, del tipo que Minju se burlaría sin dudar. estaba seguro de que si Minju los escuchará, los humillaría sin piedad. El Siempre tenía una respuesta para todo.
—Chicos, el grupo para el proyecto —dijo William, acercándose—. Por favor, escriban sus nombres y firmas aquí en la libreta y denme un papel con los nombres, firmas, el nombre de las fundaciones con las que trabajarán y el nombre del proyecto.
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Dinastía: Herederos
RomanceEn un mundo donde el poder y la riqueza dictan el destino de las personas, los herederos de las dos compañías de construcción más prestigiosas del país se enfrentan en una batalla sin cuartel por un contrato que podría definir el futuro de sus imper...