Minju cerró la puerta de su habitación con suavidad, asegurándose de que nadie lo viera. Llevaba un bolso en el brazo, en el cual había guardado su crema facial, un cambio de ropa, la ropa que necesitaba lavar y un pequeño frasco de detergente especial para eliminar feromonas, con la esperanza de quitar el olor del uniforme de Matías que aún persistía.
El pasillo estaba en penumbras, solo algunas luces tenues iluminaban el camino. Al pasar frente a la puerta entreabierta de la habitación de Julián, Minju sintió un nudo en el estómago. Si Elian estaba allí, no quería toparse con él, mucho menos después de lo ocurrido. Aceleró el paso, casi corriendo hasta llegar al baño. Cerró la puerta tras de sí y echó el seguro con un chasquido rápido.
Encendió la ducha, y el agua fría golpeó su piel de inmediato. El aire se volvió denso y fresco en cuestión de segundos. Frunció el ceño al sentir el frío recorrer su cuerpo, y ajustó la temperatura hasta que el agua se tornó cálida. Sacó de su bolso el shampoo con fragancia de frutos rojos, aplicando una generosa cantidad sobre su cabello negro y ligeramente ondulado. El aroma dulce llenó el pequeño espacio, y Minju lo agradeció: al menos, disimularía un poco las feromonas que aún quedaban.
Mientras enjabonaba su cabello, levantó la cabeza para evitar que la espuma cayera en sus ojos. Y en ese momento, una imagen fugaz de Elian lo invadió. Elian lo había visto antes… no solo bañándose, sino también en situaciones más incómodas. Sintió el calor subirle a las mejillas, sonrojándose sin poder evitarlo.
—Maldito idiota —murmuró para sí mismo, apretando los labios.
Cuando terminó de enjuagar el shampoo, cerró la llave del agua y tomó una toalla para secarse. Revisó su bolso y soltó un suspiro irritado al darse cuenta de que había olvidado el paño para su cabello. Odiaba andar con el cabello mojado, pero ya no había tiempo. Miró el reloj en su muñeca: 12:23 am. Tenía que acostarse pronto, ya que Matías había prometido llevarle el desayuno por la mañana.
Con el cabello aún goteando, se vistió rápidamente, guardó sus cosas en el bolso, y salió del baño. Antes de cerrar la puerta, echó un vistazo a ambos lados del pasillo, asegurándose de que nadie estuviera cerca. Todo estaba en calma.
Bajó las escaleras hacia el segundo piso, camino a la biblioteca. El eco de sus pasos resonaba en las paredes de mármol, y el frío del suelo se filtraba a través de sus sandalias. A esas horas de la noche, los pasillos le parecían más largos y espeluznantes de lo normal. Las sombras de los muebles antiguos se alargaban con la escasa luz, y el crujir ocasional de la madera bajo sus pies hacía que su corazón latiera con fuerza. Cada giro, cada esquina, se sentía como un lugar donde algo o alguien podría estar acechando.
La sensación de inquietud que había acompañado a Minju por todo el trayecto desapareció en cuanto llegó a la puerta de la biblioteca. Con un ligero crujido, la pesada puerta resonó al abrirse, sobresaltándolo por un instante. Ingresó con cuidado y, tras un breve suspiro de alivio, encendió las luces.
La biblioteca era majestuosa y extensa, con estanterías de madera oscura que se elevaban hasta el techo. Las filas de libros parecían interminables, y una suave luz cálida iluminaba los largos pasillos entre las estanterías. Al fondo, unas enormes ventanas dejaban ver el cielo nocturno, cuyas sombras bailaban suavemente en los ventanales. Las mesas de lectura, alineadas en el centro, estaban adornadas con lámparas individuales que parecían antorchas resplandecientes en la penumbra. Cada rincón de la biblioteca desprendía un aroma a papel viejo, a historia y conocimiento acumulado durante años.
Minju echó un vistazo rápido a su alrededor, buscando la computadora y la impresora que necesitaba, pero con un espacio tan vasto, sería difícil encontrarlas de inmediato. Decidió ir hacia la cartelera de indicación de pasillos, un panel ubicado cerca de la entrada que listaba las diferentes áreas de la biblioteca. Se acercó, pasando el dedo por los distintos rótulos.
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Dinastía: Herederos
RomanceEn un mundo donde el poder y la riqueza dictan el destino de las personas, los herederos de las dos compañías de construcción más prestigiosas del país se enfrentan en una batalla sin cuartel por un contrato que podría definir el futuro de sus imper...