Capitulo 32: Debate

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El salón permanecía en un silencio reverencial mientras el joven duque se mantenía de pie frente a la clase. Antes de iniciar el año escolar, habían circulado rumores sobre su llegada, y aunque muchos dudaban de su veracidad, la presencia del duque terminó por sorprender a todos. Su porte impecable, con las manos firmemente entrelazadas detrás de la espalda, proyectaba una mezcla de autoridad y autocontrol que hacía que el aire se sintiera más pesado. Su mirada recorrió el aula, evaluando a cada estudiante antes de hablar con una voz clara y controlada.

—Estoy aquí como parte de mis deberes diplomáticos y políticos —comenzó, sin titubear—. Terminaré mis estudios en el extranjero como requisito para mi formación como duque. Durante mi tiempo en esta institución, asistiré a distintas clases, aunque no seguiré una carrera en particular. Mi propósito aquí es observar y aprender sobre diversas disciplinas, para fortalecer las relaciones de mi país, Aldoria, con el suyo.

El profesor, algo nervioso, tardó apenas un segundo en reaccionar, inclinándose respetuosamente.

—Es un honor contar con su presencia, su excelencia. A propósito, debo anunciarles a todos que el ducado de Aldoria será el patrocinador del proyecto social ganador de este curso. Espero que cada uno de ustedes se esfuerce al máximo, ya que el proyecto representará a nuestra institución y se espera que genere un impacto real en la sociedad —dijo, dirigiendo una mirada severa a los estudiantes, quienes empezaron a susurrar, sorprendidos por la noticia.

El duque asintió con calma y dirigió nuevamente su atención hacia la clase.

—De hecho, además del patrocinio del proyecto social —agregó—, me complace anunciar, en nombre del ducado de Aldoria, una donación significativa para la institución.

El director, que había permanecido expectante desde una esquina del aula, comenzó a aplaudir con entusiasmo mientras se acercaba al duque, extendiendo la mano en señal de gratitud.

—¡Qué gesto tan generoso! En nombre de todos nosotros, gracias, su excelencia —dijo el director con fervor.

Antes de que pudiera continuar, el duque, sin mover las manos de detrás de su espalda, alzó una de ellas, deteniendo al director con un gesto suave. El aplauso se desvaneció, y la atmósfera en el salón se tensó.

—El donativo será exclusivamente para uso caritativo de la institución —aclaró el duque, su tono manteniendo la misma serenidad—. Sin embargo, tras el recorrido que me ofrecieron esta mañana, he notado que las instalaciones se encuentran en excelentes condiciones. Por eso, se me ha ocurrido una idea distinta. —Miró brevemente al director antes de volver su atención a los estudiantes—. Aprovechando este momento, me gustaría abrir un espacio para escuchar sus opiniones y sugerencias. Quiero ver la participación de todos ustedes en este proceso.

El director, visiblemente nervioso, se inclinó hacia el duque, susurrando:

—Su excelencia, estos temas suelen tratarse en privado…

Pero el duque, sin perder su compostura ni la ligera sonrisa que adornaba sus labios, respondió con calma:

—El rey de Aldoria está al tanto de todas mis decisiones, y me ha otorgado completa libertad para actuar como lo considere adecuado. No hay necesidad de secretos aquí.

El director retrocedió un paso, asintiendo con una sonrisa tensa, mientras los estudiantes intercambiaban miradas sorprendidas. Entre ellos, Minju observaba en silencio. Lo recordaba claramente de la fiesta de su debut. En ese entonces, el duque le había parecido un niño tímido y asustadizo. Ahora, sin embargo, era completamente distinto. Su cabello rojizo oscuro caía en ondas desordenadas que enmarcaban su rostro de facciones finas y simétricas. Los mechones, apenas rebeldes, se deslizaban sobre su frente, dándole un aire despreocupado. La piel clara hacía resaltar el intenso azul de sus ojos, que parecían evaluar a todos con una tranquilidad calculada. Las cejas perfectamente arqueadas reforzaban la profundidad de su mirada, y sus labios, relajados, equilibraban la firmeza de su mandíbula. Minju lo recordaba más bajo que él, pero ahora se veía más alto, más imponente.

Dinastía: HerederosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora