Dinastía: Herederos

capitulo 4: El baile.

Habían pasado unos treinta minutos desde su presentación al público, y Minju ya se sentía abrumado por la cantidad de personas que se le acercaban. Muchos se le presentaron con sonrisas forzadas, mientras otros, de manera más atrevida, le hacían insinuaciones de matrimonio. Esto le generaba curiosidad, pues su abuelo siempre le había dicho que las familias con Omegas solían esconderlos. Sin embargo, en esa fiesta había detectado al menos cinco, entre ellos el hijo de una famosa actriz de Hollywood, Julián Smith. Este joven, con ojos azules y cabello color miel, tenía un rostro tan perfecto que parecía tallado por los ángeles. Julián le había ofrecido ser su primer baile, pero Minju lo anotó en tercer lugar en su cartilla de compañeros de baile.

Como era costumbre en los debuts, los debutantes debían llevar una cartilla enlazada a su mano derecha donde escribían los nombres de quienes serían sus compañeros de baile en el evento. Solo había cinco puestos, y Minju fue muy selectivo al mostrar su cartilla, permitiendo que solo aquellos a quienes les interesaba invitarlo pudieran verla. No mostrar la cartilla significaba que no podían hacerle una invitación, y hacerlo sería considerado descortés según las reglas de etiqueta, evitando así la humillación pública de un rechazo.

El cuarto puesto en su cartilla lo ocupaba Dante La'Rossa. Aunque Dante nunca se ofreció a bailar con él, Minju lo anotó en contra de su voluntad. Según le habían susurrado otros debutantes, Dante era bastante popular en el colegio internacional, y su abuelo siempre le había enseñado que uno es el reflejo de las personas con las que se rodea. El quinto puesto se lo dio a Liu Kang, sobrino del rey Luceus Kang. A Minju le interesaba tener conexiones en la monarquía europea, ya que, aunque era una nación democrática, los reyes aún ejercían cierta influencia sobre la opinión pública.

A pesar de sus esfuerzos, Minju aún no lograba acercarse a Elian. Cada vez que lo intentaba, parecía que este huía deliberadamente. Mientras reflexionaba sobre cómo abordarlo, fue interrumpido por un joven que se presentó cortésmente.

—Disculpe, joven. Mucho gusto —dijo el joven, tomando la mano de Minju y besando su dorso—. Mi nombre es Niccola Del Toro.

—Mucho gusto —respondió Minju, haciendo una leve reverencia—. ¿Del Toro? Nunca había escuchado ese apellido.

Mentía. Minju había investigado sobre él. Se decía que Niccola era el hijo ilegítimo del presidente de la constructora LIT, lo que lo convertía en medio hermano de Elian, aunque esto nunca había sido confirmado oficialmente.

—Me disculpo, fui un invitado de último momento, por eso no me vio en la lista —continuó Niccola, observando la mano izquierda de Minju—. Veo que aún le queda un puesto para el baile. ¿Podría tener el honor?

Minju, con una sonrisa falsa, asintió. No estaba contento con la idea de ser vinculado a un hijo ilegítimo, pero rechazarlo en público habría sido un suicidio social.

—Claro, anótate —dijo, extendiendo la cartilla.

Mientras Niccola escribía su nombre, comentó en voz baja:

—Veo que estás interesado en el heredero de LIT. Si necesitas una excusa, puedo presentártelo. Considéralo un agradecimiento por no exponerme ante los demás, aunque sé que te morías de ganas por hacerlo.

Minju se sorprendió por la perspicacia de Niccola.

—¿Qué te da esa seguridad? —preguntó con curiosidad.

Niccola se rió.

—Tus gestos dicen más de lo que tus palabras podrían decir. He visto esa sonrisa falsa muchas veces antes, sé lo que significa.

Minju esbozó una sonrisa entrecerrando los ojos. Aunque no estaba cómodo con la situación, no podía negar que Niccola tenía razón. Siguiendo su propuesta, Niccola lo guió hasta un grupo que conversaba en uno de los rincones del salón. Eran jóvenes políticos en potencia, cuyas conversaciones estaban llenas de indirectas y mensajes codificados. Minju, aunque no estaba del todo familiarizado con ese lenguaje, comenzó a descifrarlo poco a poco, gracias a lo que había aprendido de su abuelo.