Capitulo 22: Sueños húmedos.

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Minju jadeaba con fuerza, su pecho subía y bajaba descontrolado mientras intentaba contener sus gemidos. Su piel estaba caliente y, con cada caricia, se estremecía. Una mano cubria su boca y sentía una respiración cálida en su oreja; cada exhalación venía acompañada de las embestidas que sacudían su cuerpo. Minju estaba de espaldas y Podía sentir la fuerza con la que lo embestian, al mismo tiempo un placer increíble lo dejaba sin aliento. Aunque intentaba luchar contra la marea de emociones, el placer se extendía por cada rincón de su cuerpo, llevándolo al límite. Su cuerpo se estremecía mientras la intensidad lo envolvía. Su mente intentaba mantenerse lucida, Pero su cuerpo no respondía; pedía mas

—Más fuerte... —susurraba Minju entre jadeos, con la voz temblorosa—. ¡Sí! ¡Ahhhhh!

Los pensamientos de Minju se nublaban. La otra persona lo sostenía con fuerza por las manos, mientras se apoyaba en el piso. Minju podía sentir su respiración entrecortada y su corazón latiendo. Pequeños gemidos se sentian detrás de su oreja, Pero Minju lo quería de frente. En un descuido, se volteo, puso sus brazos en su espalda y comenzó a sujetarlo con fuerza, subió sus piernas y La otra persona acomodo su **** que se había salido en el brusco movimiento, Lo acomodo y luego empezó a embestir con más fuerza; la cabeza de Minju se echó hacia atrás junto con sus caderas y sus manos se comenzaron a clavar en la espalda de la persona. En la última embestida, Minju sintió una corriente eléctrica recorriendo todo su cuerpo, dejándose ir. Minju sentía que estaba tocando el cielo mismo. Todavía con la sensacion en su cuerpo, mientras la otra persona lo besaba en el cuello. Minju se apoyó en el cuello de la otra persona, rodeándolo con los brazos, de su boca salieron dos colmillos, justo al lateral del cuello, lo mordió.

—¡Ahhhhhh! —gimió—. Mierda, no pensé que te gustara ser rudo—susurro la persona en el oído de Minju.

De repente, la persona levantó el rostro hacia Minju. Estaban en la oscuridad y apenas podía ver, pero unos ojos dorados brillaron entre las sombras. Una sonrisa también se dibujó. Minju aún veía borroso, producto de su ciclo de celo, y además, su cuerpo estaba demasiado agotado para reaccionar del todo. Sin embargo, levantó su mano y la puso en su rostro, acariciando la mejilla. Poco a poco fue recobrando el sentido y pudo distinguir una silueta familiar...
La forma de esos ojos, ese cabello, esa sonrisa...

—¡Elian! —gritó Minju.

Minju despertó de golpe, jadeando, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. El sudor frío perlaba su frente mientras sus ojos se acostumbraban a la luz de la habitación. La sensación de caer al vacío aún vibraba en sus extremidades. Intentó levantarse de la cama, pero un dolor en la espalda recorrió su cuerpo como un choque eléctrico, y se dejó caer de nuevo en la cama. Abrió los ojos de par en par.

—¿Cómo llegué aquí? —dijo en voz alta.

Minju respiró hondo, intentando calmarse. Se pasó una mano por el rostro, frotándolo. Había tenido sueños húmedos antes, especialmente durante el celo, y sueños similares solían aparecer; sin embargo, nunca había tenido uno tan lúcido como ese. Hasta podría jurar que había sentido el olor de las feromonas de Elian. No, ni siquiera era un sueño, era una pesadilla. Como si se le hubiera subido un muerto.

Minju intentó levantarse lentamente para sentarse. Miró hacia el escritorio y vio su desayuno. Apoyó una mano en su espalda para hacer presión y poder sentarse derecho, estiró el brazo para tomar el teléfono. No hizo demasiada fuerza, pero sus manos temblaban. Miró la hora: eran casi las 11 de la mañana. Había dormido mucho, pero aparentemente en una mala posición, pues le dolía todo.

Un poco desorientado, Minju solo recordaba haber comenzado a sentir los efectos del celo la noche anterior; luego no recordaba nada más. Miró a su alrededor, comprobando que estaba en su habitación. Su bolso estaba en la esquina de la cama. Con algo de dificultad, lo abrió y buscó entre sus cosas; allí estaban las imágenes impresas junto con la ropa. Minju se sintió aliviado al encontrarlas. Recordaba haberse desmayado y que alguien se acercaba a él, pero no pudo ver quién era. Quizás era otra de sus alucinaciones y, al final, logró llegar a su cuarto; después de todo, no estaba tan lejos. Sin embargo, estaba desconcertado por el hecho de que, a pesar de haber tomado un supresor antes de salir, este no le había hecho efecto.

Dinastía: HerederosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora