Capítulo: El Abrazo Nocturno

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Vox observaba a Alastor mientras este exploraba la habitación con la misma curiosidad de siempre. Parecía fascinado por los objetos brillantes, los cables y todo lo que emitía algún tipo de sonido. A veces, incluso le recordaba a un cachorro juguetón, aunque su apariencia era la de un hombre-ciervo, lleno de misterio. Cada vez que Alastor olfateaba o tocaba algo nuevo, sus orejas se movían ligeramente, lo que hacía que Vox no pudiera evitar sonreír con ternura.

Se estaba haciendo tarde, y Vox sabía que pronto sería hora de dormir. Se estiró en su silla, sintiendo la fatiga del día en su cuerpo, mientras veía a Alastor juguetear con un pequeño dispositivo que había dejado sobre la mesa.

-Alastor, ya es hora de descansar -dijo Vox en voz baja, observándolo con una sonrisa suave.

Alastor levantó la vista, sus orejas girando hacia Vox al escuchar su voz. Luego, miró hacia la cama, como si estuviera considerando lo que Vox le había dicho. Vox sacó un pijama rojo del armario, el mismo que había intentado ofrecerle la noche anterior.

-Mira, esto te mantendrá caliente mientras duermes -le dijo, sosteniendo el pijama en alto.

Alastor se quedó quieto por un momento, observando la prenda con sus grandes ojos brillantes. Pero en lugar de aceptar el pijama, hizo algo que dejó a Vox un poco sorprendido. Caminó hacia la cama y, con un movimiento ágil, se subió a ella, acomodándose justo al lado donde Vox solía dormir. Miró a Vox con curiosidad y luego intentó imitar su postura, recostándose sobre la almohada con torpeza, aunque manteniendo su expresión tranquila.

Vox, que aún sostenía el pijama en la mano, lo miró con asombro. No sabía si reír o simplemente dejarse llevar por la ternura del momento. Alastor, a pesar de su desconcierto sobre las costumbres humanas, parecía haber decidido que la mejor forma de dormir era al lado de Vox.

-¿De verdad? -murmuró Vox, sonriendo mientras dejaba el pijama a un lado.

Cuando se acercó para ajustar las sábanas, notó algo que le preocupó. Alastor estaba temblando ligeramente, tal vez por el frío o tal vez por la incomodidad de un entorno aún desconocido para él. Vox se agachó a su lado y, con un gesto suave, comenzó a arroparlo cuidadosamente, asegurándose de que estuviera cómodo bajo las mantas.

-No te preocupes, estarás bien -le susurró, ajustando la manta alrededor de Alastor, quien lo observaba con sus ojos llenos de una curiosidad inocente.

Vox se metió en la cama también, sin apartar la vista de Alastor, que seguía acomodándose hasta encontrar una posición en la que pudiera estar cerca de él. Se quedó quieto, imitándolo de nuevo, intentando copiar la manera en la que Vox estaba recostado.

El corazón de Vox se enterneció al verlo tan indefenso y confiado a su lado. Sabía que Alastor no comprendía por completo el mundo que lo rodeaba, pero aun así buscaba su compañía y su cercanía como si eso fuera suficiente para sentirse seguro.

Con una sonrisa tierna, Vox apagó las luces y se acercó un poco más a Alastor, asegurándose de que estuviera bien arropado. Los temblores comenzaron a calmarse, y Alastor se quedó en silencio, sus grandes ojos cerrándose lentamente mientras la calidez de las mantas y la cercanía de Vox lo tranquilizaban.

-Buenas noches, Alastor -murmuró Vox en voz baja, sintiendo una paz inesperada al tenerlo tan cerca.

Alastor no respondió, pero su respiración se volvió lenta y tranquila, indicándole a Vox que ya se había quedado dormido. Vox, sin poder evitarlo, pasó una mano suave por el pelaje de Alastor una última vez antes de cerrar los ojos también, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, la noche sería tranquila y cálida.

Ambos se quedaron dormidos juntos, bajo la misma manta, con un lazo silencioso formándose entre ellos mientras el tiempo avanzaba en la oscuridad de la habitación.

‧˚꒰ ℂ𝕚𝕖𝕣𝕧𝕠 ꒱༘    [𝓈𝓉𝒶𝓉𝒾𝒸𝓇𝒶𝒹𝒾💗 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora