Desde el principio, cuando el mundo todavía era un lugar amplio y verde, Alastor había vivido entre árboles y susurros de hojas. Era un lugar sereno, donde el viento contaba historias a través de las ramas y el canto de los pájaros marcaba el ritmo del día. Pero todo cambió abruptamente.
Recuerdos fragmentados de disparos repiqueteando en el aire, las hojas agitados por el pánico, y un dolor que parecía surgir de la nada. En su memoria, la calma del bosque se tornó en caos y desesperación. Alastor había corrido, sus patas temblorosas golpeando el suelo con desesperación. El miedo lo había invadido, y en medio de su huida, había tropezado con un desconocido que parecía ser una figura en un sueño.
Vox, con su rostro marcado por una mezcla de sorpresa y preocupación, se había presentado como un salvador en medio de su angustia. Alastor, aún confundido, había notado un cambio en su pecho al oler a Vox por primera vez. Era un aroma que no podía describir del todo, pero que lo hacía sentir algo reconfortante y al mismo tiempo extraño.
Esa primera noche en la casa de Vox había sido un mundo nuevo para él. Los ruidos y olores eran diferentes, y la cama, tan grande comparada con el pequeño rincón en el que solía dormir en el bosque. Pero Vox había sido paciente y cuidadoso. Le ofreció un espacio acogedor, lleno de nuevos olores y una calidez que le resultaba inusual. Al principio, Alastor se había sentido fuera de lugar, temeroso de lo desconocido, pero con el tiempo, la rutina se estableció.
Despertar temprano, seguir a Vox mientras trabajaba, observarlo desde una esquina con curiosidad y, a veces, con una tímida esperanza de que le prestara atención. Vox había sido amable, dándole comida, un hogar, y la seguridad que le faltaba. Aunque las primeras semanas fueron de incertidumbre y adaptación, pronto Alastor se dio cuenta de que este nuevo entorno no era tan temible como había imaginado.
La relación entre ellos se fortaleció, y Alastor descubrió que Vox no solo lo había acogido, sino que también lo había defendido. Valentino, con su actitud provocativa y su mirada predadora, había intentado acercarse y hacer que Alastor se sintiera incómodo. Pero Vox, con una determinación firme, se había interpuesto y había dejado en claro que no toleraría ningún daño hacia él. La defensa de Vox era un recordatorio constante de que tenía un protector en este nuevo mundo.
Las rutinas diarias se convirtieron en una parte de la vida de Alastor. Vox lo alimentaba, lo cuidaba y, más importante aún, lo miraba con una gentileza que Alastor había comenzado a asociar con la seguridad y el cariño. Era una vida nueva, llena de promesas y de una estabilidad que había comenzado a desear profundamente.
A medida que el tiempo avanzaba, Alastor sintió un cambio en su propio cuerpo. Sabía que su celo se aproximaba, una etapa natural que traería consigo ciertos instintos y deseos. Alastor había comenzado a guardar reposo, preparando su cuerpo para el momento que se aproximaba. Los días anteriores al celo los pasaba en calma, buscando consuelo en la presencia de Vox y en la rutina que se había convertido en un pilar de su existencia.
Sabía que, durante el celo, sus sentimientos y deseos se intensificarían. La idea de formar una camada con Vox era un pensamiento que crecía en su mente. Aunque no podía expresar sus deseos con palabras, sus acciones y la forma en que se acurrucaba junto a Vox durante la noche eran una manera de demostrar sus intenciones y su afecto. La seguridad que sentía con Vox era la base de sus sueños, y el deseo de construir una vida compartida con él se hacía más fuerte con cada día que pasaba.
Vox había sido un refugio en el caos que había marcado su vida, y mientras Alastor descansaba en la casa que había aprendido a considerar su hogar, no podía evitar imaginar un futuro en el que su vínculo se profundizara aún más. El amor y la lealtad que sentía por Vox estaban ahí, presentes y sinceros. El deseo de formar una familia y compartir su vida con él se había convertido en un anhelo profundo, uno que estaba dispuesto a perseguir con toda su fuerza.
Mientras el sol se ocultaba y el día se desvanecía en la noche, Alastor se acurrucaba en la cama junto a Vox, sintiendo el calor de su presencia y el latido tranquilo de su corazón. Aunque la incertidumbre aún rondaba sus pensamientos, había algo en el silencio de la noche, en la calidez de los abrazos y en la rutina compartida, que lo hacía sentir que, a pesar de todo, su vida había encontrado un nuevo propósito y un lugar al que finalmente podría llamar hogar.
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‧˚꒰ ℂ𝕚𝕖𝕣𝕧𝕠 ꒱༘ [𝓈𝓉𝒶𝓉𝒾𝒸𝓇𝒶𝒹𝒾💗 ]
RomanceVox estaba de cacería cuando escucha el sollozo de un ciervo a lo lejos. Vox: CEO de Voxtec, pasa la mayor parte de su tiempo en su torre y casi siempre viste trajes elegantes, no se pone perfume. Alastor: Cuerpo con pelaje, no usa ropa. Créditos de...