Capítulo: El Refugio Bajo el Ruido

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La noche había caído en la torre de Vox, y el brillo de las luces de la ciudad se filtraba tenuemente por las ventanas. Vox estaba en su escritorio, terminando de trabajar en uno de sus proyectos más recientes. El suave tecleo de su laptop era el único sonido en la habitación, aparte de la respiración rítmica de Alastor, que dormía profundamente en su cama improvisada en un rincón.

Justo cuando Vox pensaba que podría retirarse a descansar, un estruendo retumbó desde el exterior. Un cohete de fuegos artificiales explotó en el cielo, iluminando la habitación con destellos brillantes. Vox miró por la ventana, notando que algún evento en la ciudad estaba desatando un espectáculo de luces y colores en el cielo. No le prestó mucha atención, acostumbrado al bullicio de la vida urbana.

Pero Alastor, en cambio, no lo estaba. Atrapado en su profundo sueño, el fuerte estallido lo despertó de un salto. Con los ojos muy abiertos y llenos de pánico, se incorporó tan rápido que golpeó su cabeza contra una repisa del armario con un golpe sordo. Vox escuchó el sonido y se giró de inmediato, viendo a Alastor tambaleándose, llevándose las manos a la cabeza con un gemido angustiado.

-¡Alastor! -exclamó Vox, levantándose rápidamente de su silla y cruzando la habitación en un par de zancadas.

Alastor estaba temblando, sus orejas aplanadas contra su cabeza mientras intentaba cubrirlas con las manos, tratando de bloquear tanto el ruido como los destellos brillantes que seguían parpadeando a través de las ventanas. Cada explosión hacía que su cuerpo se sacudiera con el miedo, sus ojos grandes y asustados evitaban mirar hacia las luces, pero no podía ignorar los sonidos que lo rodeaban.

Vox se agachó a su lado, colocándole una mano en el hombro con suavidad. Alastor, sin saber cómo reaccionar, se acurrucó más en el rincón, intentando encogerse sobre sí mismo para protegerse de todo lo que lo atemorizaba.

-Tranquilo, tranquilo... -le susurró Vox, acercándose más, intentando calmarlo-. Solo son fuegos artificiales, no te harán daño.

Alastor gimió, apretando más sus orejas contra su cabeza. Los sonidos seguían siendo aterradores, los destellos en el cielo eran demasiado fuertes y deslumbrantes para él, y el dolor en su cabeza por el golpe no ayudaba. Estaba perdido entre el pánico y la confusión, sin comprender qué estaba pasando a su alrededor.

Vox lo miró, conmovido por la expresión de terror en su rostro. Con cuidado, acercó su mano hacia la cabeza de Alastor y comenzó a acariciarle suavemente las orejas, tratando de relajarlo. Sentía cómo su cuerpo temblaba bajo su tacto, pero no dejó de frotar su pelaje esponjoso, sabiendo que ese gesto, aunque pequeño, podía brindarle algo de consuelo.

-Estás a salvo -le dijo en un tono bajo y tranquilo-. Estoy aquí, no va a pasar nada.

Alastor, aún asustado, lentamente comenzó a relajar un poco su postura al sentir el tacto reconfortante de Vox. Pero cuando otro estallido resonó, se sobresaltó de nuevo, tratando de alejarse de los destellos que iluminaban la habitación. Vox, notando lo desesperado que estaba, se levantó y fue hacia la ventana, cerrando las cortinas de un tirón para bloquear la luz. Ahora solo quedaban los ruidos distantes, pero al menos los destellos habían desaparecido.

Vox volvió junto a Alastor, que seguía encogido, sus orejas aún pegadas contra su cabeza, su cuerpo temblando bajo el estrés. Vox lo rodeó con un brazo, atrayéndolo hacia él con cuidado, abrazándolo contra su pecho.

-Ya pasó... -susurró, acariciando su espalda con lentitud-. No tienes que tener miedo.

Alastor se aferró a la camisa de Vox, su respiración aún agitada. El contacto físico y el tono calmante de Vox parecían funcionar poco a poco, aunque el miedo no desaparecía por completo. Alastor enterró su cabeza contra el pecho de Vox, buscando refugio, tratando de aislarse del mundo ruidoso que lo había despertado tan bruscamente.

Con sus orejas aún aplanadas, Vox las acarició suavemente, haciendo pequeños círculos con sus dedos en el pelaje de Alastor, esperando que eso lo ayudara a calmarse. Después de unos minutos, los temblores comenzaron a disminuir, y Alastor dejó de aferrarse tan fuerte a su ropa. Respiraba más despacio, pero no quería separarse de Vox, como si temiera que los sonidos regresaran en cuanto lo soltara.

-Lo siento -murmuró Vox suavemente-, no sabía que esto te asustaría tanto.

Alastor levantó la cabeza ligeramente, mirándolo con sus ojos grandes, aún llenos de miedo. Era como un cervatillo perdido, desconcertado por algo tan común para Vox, pero que para él representaba una amenaza incomprensible.

-Ya pasó -repitió Vox, dándole una última caricia en las orejas.

Alastor dejó escapar un pequeño sonido, no tan desesperado como antes, pero aún con cierta tensión. Aún no soltaba del todo la camisa de Vox, manteniéndose cerca mientras su respiración se estabilizaba. Vox no dijo nada más, simplemente continuó sosteniéndolo, dándole el tiempo que necesitaba para relajarse por completo.

Finalmente, cuando los fuegos artificiales dejaron de sonar en la distancia, la calma volvió por completo a la habitación. Alastor, ahora más tranquilo, se quedó acurrucado junto a Vox, su pelaje suave contra la piel de él, mientras el cansancio lentamente comenzaba a ganarle de nuevo.

-Vamos a dormir, ¿de acuerdo? -le dijo Vox en voz baja, con una leve sonrisa.

Alastor solo asintió, todavía manteniendo su cuerpo cerca del de Vox, como si no quisiera que la seguridad que había encontrado se desvaneciera. Vox lo ayudó a acomodarse en la cama y lo arropó, asegurándose de que estuviera cómodo antes de acostarse a su lado. Aún podía sentir los latidos rápidos de Alastor a través del contacto de sus cuerpos, pero poco a poco fueron disminuyendo hasta que ambos cayeron en un sueño tranquilo, alejados ya del ruido de la noche.

‧˚꒰ ℂ𝕚𝕖𝕣𝕧𝕠 ꒱༘    [𝓈𝓉𝒶𝓉𝒾𝒸𝓇𝒶𝒹𝒾💗 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora