Capítulo: La Voz Revelada

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Vox despertó por tercera vez, pero esta vez con un peso en el pecho que no era físico, sino emocional. Sus ojos se abrieron lentamente, como si su cuerpo temiera enfrentar lo que inevitablemente estaba ahí. Alastor, fielmente sentado a su lado, le devolvía la mirada, pero algo era diferente. El ciervo estaba más callado, medido en sus acciones, como si intentara no perturbar el frágil estado en el que se encontraba Vox.

El silencio en la habitación era casi insoportable. Vox se incorporó con cuidado, sintiendo cómo el pánico latente comenzaba a burbujear bajo la superficie. No quería admitirlo, pero tenía miedo. Y aunque trataba de aferrarse a la racionalidad, no podía ignorar el hecho de que, por más irreal que pareciera, Alastor... hablaba.

Sin embargo, Alastor parecía haberse dado cuenta de la tensión, y esta vez habló con más cautela, sin el mismo entusiasmo de antes.

-Vox... no quiero asustarte -dijo suavemente, mirando al hombre frente a él con preocupación.

A pesar del tono suave, esas palabras rompieron la frágil calma de Vox. Su respiración se aceleró, y el pulso en su cuello empezó a latir con fuerza. No importaba cuán lento hablara Alastor, la realidad de su voz lo abrumaba.

-Esto no está pasando... -murmuró Vox, negando con la cabeza, sus manos temblando.

Alastor se acercó un poco más, intentando mantener la calma, pero era evidente que la situación estaba llegando a su límite. A pesar de sus mejores intentos por no abrumarlo, las cosas no parecían mejorar.

-Vox, por favor, no vuelvas a desmayarte -le pidió Alastor con un toque de desesperación en su voz.

Pero justo cuando parecía que Vox estaba a punto de caer en el abismo de la inconsciencia de nuevo, Alastor lo detuvo.

-¡Espera! -gritó Alastor, rompiendo la tensión y agarrando a Vox por los hombros. Sus manos temblaban ligeramente, pero su expresión era decidida-. ¡No puedes hacer eso otra vez!

Vox lo miró, completamente paralizado, como si las palabras de Alastor lo hubieran anclado al presente. El ceño fruncido del ciervo y su agarre firme lo mantenían en su lugar, y aunque su corazón latía con fuerza, no podía apartar la mirada.

-No me des la espalda ahora -le reclamó Alastor, respirando con dificultad-. Me has estado cuidando todo este tiempo, y cuando finalmente intento explicarte, solo... te desmayas. No puedes seguir haciendo esto.

Vox, en shock, intentó procesar lo que estaba ocurriendo. No podía ni hablar; su mente estaba llena de confusión. Pero antes de que pudiera responder, Alastor empezó a hacer preguntas. Muchas preguntas.

-¿Por qué me rechazaste? -preguntó, sus ojos fijos en Vox-. ¿Por qué te desmayaste tantas veces? ¿Por qué me miras así? ¿Es por mi voz? ¿Es porque me equivoqué? -Su tono era una mezcla de frustración y vulnerabilidad-. ¿Es porque no quieres estar conmigo?

Vox abrió la boca para responder, pero nada salió. El torrente de preguntas era demasiado abrumador, y su mente no podía seguir el ritmo. Se sentía completamente desconcertado, atrapado en una situación que jamás había imaginado.

-¡No entiendo nada! -gritó finalmente Vox, su voz llena de desesperación-. ¡¿Por qué puedes hablar?!

El silencio que siguió a su grito fue ensordecedor. Alastor lo miró fijamente, sus orejas ligeramente caídas, como si aquella pregunta hubiera tocado una fibra sensible.

-Siempre pude -respondió Alastor finalmente, en un tono mucho más bajo. Su mirada se suavizó al ver la expresión de Vox-. Pero no lo necesitaba... hasta ahora.

La respuesta cayó como una bomba en la mente de Vox. Siempre había pensado que Alastor era diferente, especial, que su silencio era parte de su naturaleza. Pero ahora, con la verdad revelada, todo su mundo se tambaleaba. ¿Por qué nunca había hablado antes? ¿Por qué ahora?

-¿Por qué ahora? -murmuró Vox, esta vez en un tono mucho más suave. Su mirada se cruzó con la de Alastor, buscando desesperadamente alguna explicación lógica.

Alastor bajó la cabeza, sintiendo que las cosas se salían de control. Se mordió el labio antes de responder, claramente incómodo.

-Porque quiero estar contigo, Vox. Siempre quise, pero no sabía cómo hacerlo. Pensé que si hablaba, lo arruinaría. Y ahora... creo que lo estoy arruinando, de todas formas.

El corazón de Vox se detuvo un momento. Las palabras de Alastor eran simples, pero cargaban un peso inmenso. Sentía que el ciervo había abierto una puerta que nunca supo que estaba cerrada.

Por primera vez en mucho tiempo, Vox no supo qué decir. No era cuestión de lógica o razón. Era una cuestión de emociones, y esas siempre habían sido más difíciles para él. Pero en ese momento, al mirar a Alastor, supo que no podía dejarlo en esa incertidumbre.

-Alastor... -comenzó Vox, aún tambaleante por todo lo que había sucedido-. No te rechacé... porque no te quiera. Solo... no estoy preparado. Todo esto me ha tomado por sorpresa.

Alastor lo miró con ojos grandes, aún heridos pero con una chispa de esperanza. Vox, respirando profundamente, trató de ser lo más claro posible, sabiendo que cualquier paso en falso podría empeorar las cosas.

-Necesito tiempo para entenderlo -continuó-. Tú... hablando, queriendo... todo esto. No quiero lastimarte, pero no sé si puedo corresponderte de la forma que esperas.

Alastor asintió lentamente, entendiendo a su manera. Sabía que había acelerado las cosas, pero al menos ahora Vox sabía lo que sentía. Tal vez eso era suficiente, por ahora.

Vox suspiró y tomó la mano de Alastor, sintiendo su calor. Por primera vez desde que todo esto había comenzado, dejó que el silencio entre ellos fuera cómodo, no pesado. Y así, por un breve instante, encontraron un poco de paz en medio del caos.

‧˚꒰ ℂ𝕚𝕖𝕣𝕧𝕠 ꒱༘    [𝓈𝓉𝒶𝓉𝒾𝒸𝓇𝒶𝒹𝒾💗 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora