Capítulo: El Despertar y la Radio

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Vox despertó con una sensación incómoda en el estómago, el sol apenas asomaba por la ventana, y mientras se desperezaba en la cama, se dio cuenta de que algo estaba mal. El calor reconfortante que solía sentir a su lado no estaba. Miró hacia donde usualmente dormía Alastor, pero la cama estaba vacía.

Se levantó de golpe, su corazón acelerándose. Miró rápidamente alrededor de la habitación y vio, con terror, que la puerta estaba entreabierta.

-¡Alastor! -gritó Vox en voz baja, temiendo que hubiera salido del apartamento o que alguien lo hubiera encontrado.

Sin perder tiempo, salió de la habitación y recorrió los pasillos, su mente corriendo con posibles escenarios en los que Alastor podría estar en peligro. Pero antes de que el pánico pudiera apoderarse de él por completo, escuchó un suave zumbido. Era un sonido bajo, constante, y venía de la dirección del pequeño almacén de limpieza del edificio.

Al acercarse, Vox notó la puerta entreabierta del almacén y dentro, a Alastor, curvado hacia adelante, metiéndose curiosamente hacia la fuente del ruido. El hombre-ciervo estaba siguiendo el sonido de una pequeña radio que alguien había dejado encendida en la estantería del fondo.

Vox exhaló con alivio y rápidamente lo tomó del brazo.

-¡Alastor, no deberías estar aquí! -le susurró nervioso, tirando suavemente de él hacia la puerta para llevarlo de vuelta al cuarto.

Alastor, al ser arrastrado, soltó un suave sonido, como un suspiro triste, y miró a Vox con una expresión de pura melancolía en sus grandes ojos marrones. Sus orejas caían levemente hacia atrás, y su postura encorvada indicaba una sensación de haber hecho algo mal. Vox pudo sentir de inmediato su culpa y confusión.

El corazón de Vox se suavizó ante esa mirada. Se detuvo un momento, mirando cómo Alastor lo observaba, como si esperara una reprimenda severa, pero sólo se sintiera triste por no poder explorar lo que había captado su atención. Vox, finalmente calmado, dejó escapar un suspiro de resignación.

-No es tu culpa, ¿verdad? -murmuró Vox, acariciando una de las orejas caídas de Alastor para tranquilizarlo.

Alastor soltó un suave suspiro de alivio, sus orejas parpadeando levemente ante el toque de Vox. Su mirada seguía entre triste y expectante, y seguía mirando en dirección al almacén, como si la radio aún lo llamara.

Vox, al darse cuenta de que lo que Alastor quería no era más que el extraño sonido que emanaba del pequeño aparato, sonrió. Con un gesto indulgente, se separó de él y dijo:

-Espera aquí.

Alastor lo miró con curiosidad, sus orejas girándose hacia él mientras Vox regresaba al almacén. Con un movimiento rápido, Vox tomó la radio, apagó el volumen y la llevó de regreso a la habitación.

Cuando Alastor vio que Vox traía la radio, su rostro cambió de inmediato. Sus ojos brillaron y sus orejas se levantaron con entusiasmo. Alastor dio unos pequeños saltitos, sus movimientos gráciles y felices mientras seguía a Vox hacia la cama.

-Aquí tienes, amigo -dijo Vox, colocando la radio sobre una mesa cercana y encendiéndola de nuevo, pero bajando el volumen para no molestar a los demás.

Alastor se acercó rápidamente a la radio, olfateándola con evidente interés. Sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y alegría mientras escuchaba el suave murmullo que salía del aparato. Era como si ese pequeño dispositivo hubiera captado toda su atención.

Vox observó a Alastor con una sonrisa divertida, sintiendo una gran satisfacción al ver lo feliz que estaba. No podía evitar sentirse conmovido por la simplicidad con la que Alastor encontraba alegría en las cosas más cotidianas.

Alastor, después de un rato, se acercó a Vox y, con una mezcla de gratitud e inocencia, rozó su nariz contra la de él. Vox rió suavemente ante el gesto tierno y acarició su cabeza, sintiendo cómo el hombre-ciervo se relajaba completamente a su lado.

-Supongo que la radio se queda, ¿eh? -bromeó Vox, dándole una suave palmada en el pelaje.

Alastor, con una pequeña expresión de felicidad, se recostó cerca de la radio, cerrando los ojos mientras dejaba que el sonido lo envolviera. Vox observó la escena con ternura y se acomodó en la cama junto a él, sintiendo cómo la paz regresaba a la habitación.

Mientras los suaves murmullos de la radio llenaban el aire, Vox no pudo evitar sonreír ante lo simple y tranquilo que se había vuelto este momento junto a Alastor.

‧˚꒰ ℂ𝕚𝕖𝕣𝕧𝕠 ꒱༘    [𝓈𝓉𝒶𝓉𝒾𝒸𝓇𝒶𝒹𝒾💗 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora