XLII

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-En el mundo humano se discrimina a la mujer porque según los hombres ellas son débiles. Si supieran lo equivocado que están. La mayoria de dioses más poderosos que hallan existido son mujeres.
 
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Anónimo


[...]


Vuelvo al salón donde están todos con la mente vuelta un desastre por mis pensamientos que van de un lado a otro trayendo simultáneamente ideas y suposiciones.

¿Será cierto que esa mujer sabe quien soy en realidad? ¿Y si esta mintiendo?. ¿Si es una trampa? Pero.... ¿Y si dice la verdad?

Joder, que puto estrés me cargo estos últimos días.

Scarlett posa su intensa mirada en mi y sus filosos ojos me escudriñan de arriba a abajo buscando un indicio de lo que estoy pensando. Tal parece que se da cuenta de inmediato, algo tuvo que ver en mi que me a delatado.

—Tienes que ir. Es importante que lo hagas.

Azaael y su amigo voltean para mirarme y buscar algún indicio de que les diga de que esta hablando Scarlett en este momento frente a ellos.

—Puedo ir luego— camino hacia el cuerpo de Morrrigan.— Vamos a limpiarla primero, así para cuando despierte este limpia.

—Anda, yo me hago cargo.

—No. Ella es mi amiga, esa mujer puede esperar unas horas más. No me a contado nada en años, unas horas no harán la diferencia.

La pelinegra intenta refutar pero no al dejo, la ignoro totalmente centrándome en la pelirroja en transición.

Scarlett se detiene del otro lado de la mesa y entre ambas empezamos a quitarle la ropa sucia a Morrigan con cuidado de no moverla bruscamente. Y mientras lo hacemos guardamos muy seguro nuestra magia para que no llegue nada de ella hasta Morrigan que esta en este momento así.

Necesita su tiempo para recuperarse en paz.

—No la toquen— exije Azaael levantándose de golpe de su silla, donde estuvo sentado por largo rato sin hablar o moverse siquiera.— No pueden tocarla, ella está muerta. No la toquen.

—Vamos a limpiarla nada más.

Le dice Scarlett yendo hacia la mesa por una manta para tapar su cuerpo mientras yo le agradezco a Aiden por los trapos de agua limpia que me trae en silencio.

—Ella es mi mujer, no la toquen— exije el rubio con voz brusca. De la nada aparece a mi lado agarrando mi muñeca cuando voy a posar el paño de agua limpia en el cuerpo de Morrigan. Preciono mi mandibula, molesta por su interrupcion— Esta muerta, tenganle respeto.

—Azaael, hijo cálmate— exije Lorenzo al ver mi rabia contenida. Scarlett sigue de pie al frente, del otro lado de la camilla mirando a Azaael con indiferencia— Ellas saben lo que hacen.

—Si supieran no estaría muerta— preciona más mi muñeca y Abaddon da un paso hacia adelante soltando un gruñido de advertencia— Ella esta muerta. Van a limpiarla solo para enterrarla, no es justo.

—No me toques.— exijo en voz baja— Quitame tus manos de encima.

—Hijo, hazle caso.— le pide Lorenzo, inquieto desde su lugar mirando como yo levanto la mirada hacia Azaael y sus ojos celestes conectan con los míos— Ella es más fuerte y vieja que tú. Haz caso por una vez en tu vida.

—¿Vieja? No me importa esa mierda— gruñe, furioso— quita tus manos de mi novia.

Arrancó mi brazo de su agarre y le meto un puñetazo en el pecho que lo hace volar por el aire hasta clavarlo en la pared de forma brusca haciéndolo gemir de dolor cuando una de sus costillas se rompe ante el impacto.

Corona Sangrienta #1 [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora