26 de marzo de 2020 - día 39 (parte 1)

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Al final, la intervención de Chiwon no fue necesaria.

Jihyo y Momo –al igual que el resto del grupo– pudieron dormir profundamente y sin ser molestadas, solo despertadas a última hora de la mañana por una curiosa bandada de gallinas que les picoteaba la cara.

Aún luchando contra un calor inusual, el pelotón pasó el día ayudando al anciano en la granja; a pesar de su desconfianza inicial, parecía bastante contento de tener un par de docenas de manos extra para mandar, haciendo que los soldados repararan su oxidada valla, limpiaran la casa y rasparan el estiércol del recinto de los cerdos. Por su parte, proporcionó una generosa cantidad de deliciosa comida tanto para el almuerzo como para la cena, tratando al grupo considerablemente mejor que el día anterior; el estado de ánimo de Momo era inmejorable, saboreando cada comida como si fuera la última.

Tras una breve conversación con el sargento Park, el granjero también había podido conseguir un mapa de los alrededores, con las indicaciones necesarias para llegar a la base aérea de Suwon. En cambio, no intercambió palabra alguna con la doctora Hwang, que se mostraba especialmente distante, mirándole en silencio desde la distancia con una expresión ilegible.

En general, el día transcurrió agradablemente y todo el pelotón se fue a dormir muy temprano. Poco después de las cinco de la mañana del día siguiente, ya estaban todos listos para partir.

Cargados con una buena cantidad de cecina y camotes, y una garrafa medio llena de combustible para el vehículo –ambas donadas generosamente por el granjero–, la multitud de civiles y soldados se puso de nuevo en marcha.

La campiña coreana era tan hermosa como siempre, y afortunadamente más fresca en comparación con los últimos días. Una brisa cálida y delicada hinchaba los uniformes y alborotaba el pelo, transportando el olor a tierra y flores de los numerosos campos verdes esparcidos por los alrededores.

Cuando la lenta caravana salía por las puertas de la granja y se dirigía al camino de tierra que les llevaría a la carretera principal, sonó un disparo desde el interior de la granja.

Todos se callaron y se giraron para contemplar el tranquilo y vacío patio. Un par de vacas dieron una vuelta alrededor de la valla, molestas por el fuerte ruido, antes de volver a tranquilizarse.

Nada más se movió, como si el escalofriante sonido nunca hubiera ocurrido.

"¿Qué demonios ha sido eso?" preguntó algún soldado, sin darse cuenta de que el resto del pelotón ya había averiguado la respuesta.

Ajustándose las mochilas y los cinturones, nadie respondió. En lugar de eso, se volvieron al frente de la fila, esperando las órdenes de Taeil.

"Buena decisión." fueron las palabras susurradas de la doctora Hwang, antes de que Chiwon acelerara el motor del coche y el grupo reanudara el viaje en silencio.

Jihyo sabía que iba a pasar.

La doctora había sido clara sobre la imposibilidad de devolver a alguien a su estado humano, después del devastador daño cerebral causado por el virus; solo era cuestión de dejarse llevar, aceptar que la persona que una vez conoció, ya no existía.

Jihyo solo podía imaginar el tipo de conversación que había tenido lugar en el sótano, dos noches antes; podía imaginarse la mirada severa del granjero, sus puños cerrados y su cara enrojecida, toda crispada por la ira ante las palabras de la mujer. No parecía el tipo de persona que se rindiera tan fácilmente.

Aunque, al fin y al cabo, había sido capaz de tomar la última decisión y asumir sus consecuencias.

De todos modos, su mujer ya hacía tiempo que se había ido. Lo que quedaba no era más que un cascarón vacío.

Burnt Down To Ashes | Twice FF | TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora