20 de marzo de 2020 - día 33 (parte 3)

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"Quédate quieto."

Nayeon se secó la frente para evitar que el sudor goteara sobre la herida de Changbin, con la cara a escasos centímetros del profundo desgarro de color rojo vivo. Vertió todo el contenido de la pequeña botella de plástico sobre la herida, sujetando el brazo con fuerza mientras el chico siseaba de dolor; tiró el recipiente vacío al suelo y volvió a buscar en el botiquín un par de paquetes, abriendo uno con los dientes mientras ejercía la máxima presión posible sobre la herida. Con manos temblorosas, colocó cuidadosamente dos tiras a cada lado del corte, asegurándose de que los finos hilos que sobresalían de ellas estuvieran bien alineados; luego apretó lentamente los nudos, para que las dos tiras actuaran como suturas improvisadas, comprimiendo el corte todo lo posible.

Después de un gran suspiro de alivio y de limpiarse la frente por segunda vez, Nayeon sacó de la caja de plástico rojo la tirita más grande que encontró y la colocó sobre las tiras; por último, extendió una gasa y envolvió el brazo herido, terminando el proceso casi más sin aliento que cuando había empezado.

"Gracias." Changbin estaba blanco como un fantasma y apenas podía hablar, su voz áspera y baja. Nayeon se echó hacia atrás y apoyó los hombros en las gradas, intentando –sin conseguirlo– calmar su palpitante corazón.

Unos instantes después, Chaeyoung irrumpió en la zona de la piscina y se dirigió hacia Changbin. Se acercó al chico con el ceño fruncido y se agachó junto a él.

"¿Cómo te sientes?"

Yacía inerte, desplomado sobre una fila de asientos de plástico, pálido y empapado en sudor, incapaz de levantarse. Un reguero de sangre –que salía de una de las puertas de servicio del edificio y llegaba hasta las gradas– delataba lo profunda que había sido la herida, con enormes manchas esparcidas por todas partes.

"He estado mejor." bromeó, cerrando los ojos. Chaeyoung miró a Nayeon, encontrando a la chica casi igual de blanca, y recibió a cambio una mirada brillante.

"¿Cuánto tiempo ha pasado?"

Changbin agarró con fuerza su abrigo, intentando que no le temblaran las manos.

De todas las maneras de irse, no esa.

Cualquier otra cosa, podía afrontarla... Pero eso, simplemente no podía aceptarlo.

"Nueve minutos, más o menos." Nayeon respondió a la pregunta de Chaeyoung señalando un gran reloj redondo colgado en lo alto de una de las paredes.

Los tres habían conseguido entrar en el edificio de la piscina olímpica, justo a tiempo para no ser mutilados por la horda de zombis que los perseguía sin descanso. Chaeyoung se había adelantado a toda velocidad y había destrozado uno de los escaparates de cristal, golpeándolo con tanta fuerza que el mango de su hacha se astilló.

Entrar había sido bastante fácil, con el grupo corriendo sin rumbo por el edificio hasta que pudieron encontrar una zona algo cerrada en la que atrincherarse. Las criaturas, que seguían persiguiéndoles, habían acabado dispersándose por la compleja estructura, sin saber del todo adónde habían ido sus presas, pero olfateando y tanteando para hacerse con ellas.

Cuando llegó a la zona de la piscina, que consistía en una pequeña piscina rectangular, unas diez filas de gradas que llegaban hasta el segundo piso del edificio y una amplia pared de cristal que daba al parque, Chaeyoung cerró todas las puertas y ventanas que encontró. A las que no pudo asegurar correctamente, recurrió a enterrarlas bajo una montaña de sillas, pupitres, equipos de natación y cualquier otra cosa que pudo encontrar.

Burnt Down To Ashes | Twice FF | TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora