18. La revelación de más secretos

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El aire está cargado de tensión, como si el mar mismo presintiera lo que está a punto de suceder. El campamento arqueológico vuelve a la vida con el regreso de los profesores, trayendo consigo nuevas esperanzas y energías renovadas. Pero para mí, su regreso solo significa una cosa: el fin de la pausa, y el comienzo de la verdadera confrontación con el legado perdido.

—¿Estás lista para volver a las ruinas? —pregunta David un día, mientras revisamos juntos los equipos de buceo. Puedo ver la excitación en sus ojos, la chispa de un arqueólogo que siente que está al borde de un gran descubrimiento. Y aunque su entusiasmo debería ser contagioso, todo lo que siento es un peso en el estómago.

—Sí, claro —miento, sonriendo tensamente mientras ajusto mi máscara de buceo. Pero mi mente está a kilómetros de distancia, atrapada entre mi responsabilidad como arqueóloga y mi amor por Pam.

David me estudia por un momento, como si notara algo fuera de lugar, pero no dice nada. En lugar de eso, asiente y se aleja para ayudar a la profesora Quintana, quien está discutiendo con el doctor García sobre el siguiente punto de inmersión.

Mi corazón late rápidamente mientras observo a Pam a un lado, con su cabello oscuro y sus ojos verdes enfocados en el horizonte. Desde que los profesores regresaron, hemos hablado poco. Hay una barrera invisible entre nosotras, algo que se ha formado con el regreso del equipo y la necesidad de retomar la investigación. Nuestro último encuentro en la playa dejó muchas cosas sin resolver, y cada vez que la miro, sé que la elección entre el mar y la tierra se cierne sobre nosotras, amenazando con separarnos de nuevo.

—Voy contigo —dice de repente, interrumpiendo mis pensamientos. Su voz es firme, decidida, pero puedo ver la sombra de la duda en sus ojos.

—Pam... —empiezo a protestar, pero ella levanta una mano, su expresión inquebrantable.

—No —me interrumpe suavemente, acercándose más a mí. Puedo sentir el calor de su cuerpo, el aroma salado que siempre la rodea, y mi corazón se agita—. Si vas a esas ruinas, quiero estar contigo. —Sus palabras son como un susurro cargado de antigüedad, de algo mucho más grande que cualquiera de nosotras.

Mis pensamientos giran caóticamente. Las ruinas... todo lo que había creído saber está cambiando, y sé que lo que hemos descubierto hasta ahora es solo la punta del iceberg. Pero... si está dispuesta a acompañarme, entonces significa que lo que sea que hay en las profundidades es aún más peligroso de lo que había imaginado.

—¿Estás segura? —le pregunto, con preocupación—. Esto... esto no va a ser solo una expedición más, amor. —Sé que mis palabras son casi absurdas dado lo que ella ha vivido, pero mi instinto me dice que debo protegerla. Pam —no, Seraphina— conoce estos lugares, pero esta vez no es solo su responsabilidad como guardiana lo que está en juego.

Ella asiente lentamente, y aunque sus ojos están tranquilos, puedo ver que hay algo más detrás de esa calma.

—Sí, lo sé. —Sus manos buscan las mías, y cuando su piel roza la mía, siento un pequeño temblor en su toque—. Pero tú... —respira hondo, como si estuviera a punto de confesarme algo más—, tú tienes que ver lo que realmente hay allí abajo, amor. Lo que no te he mostrado.

Mi corazón se detiene por un segundo.

—¿Qué es lo que no me has dicho? —le pregunto, mi voz en un susurro.

Pam me sujeta con más fuerza, sus dedos temblando ligeramente.

—Te lo mostraré cuando lleguemos. Pero solo... —Hace una pausa, y sus ojos se vuelven más oscuros, cargados de emoción—. Solo prométeme que, pase lo que pase, confiarás en mí.

SIRENAS: El legado perdido de La Atlántida. | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora