22. La traición del equipo

12 5 0
                                    

La desconfianza y la tensión en el campamento han estado creciendo día a día, como una nube oscura que se cierne sobre nosotros. David ha notado que algo ha cambiado entre nosotras, y su aguda intuición, perfeccionada a lo largo de años como arqueólogo y mi amigo más cercano, ha comenzado a levantar sospechas. No es solo mi comportamiento evasivo o las miradas cargadas de significado que intercambiamos Pam y yo. Es también la urgencia con la que he estado rechazando ciertos puntos de investigación, la insistencia en mantener ciertas zonas de las ruinas sin explorar.

Y David, siendo quien es, no pudo simplemente ignorarlo.

Me he estado aislando más y más del equipo, pasando las noches con Pam, intentando comprender el dilema en el que estamos atrapadas. Pero al hacerlo, he descuidado mis relaciones con los demás, especialmente con David. Siento que, en el fondo, él ha comenzado a cuestionarse qué es lo que realmente está sucediendo... y quién soy para él ahora.

Hoy, cuando entro en la pequeña tienda del campamento que usamos para organizar los hallazgos, David ya está allí, inclinado sobre una mesa llena de fragmentos de piedra y antiguos manuscritos, sus ojos se mueven rápidamente entre las notas que hemos estado recopilando. Hay algo distinto en él: un aire de determinación tensa que no había notado antes.

—David —lo llamo suavemente, sintiendo un nudo de preocupación formarse en mi estómago. Levanta la mirada hacia mí, pero en lugar de la calidez y la complicidad que solía ver en sus ojos, hay algo más. Desconfianza. Algo que me pone a la defensiva al instante.

—¿Te importaría explicarme qué está pasando? —me pregunta, su voz baja pero cargada de una emoción contenida.

Mi pulso se acelera.

—¿A qué te refieres? —intento sonar neutral, pero sé que no soy buena mintiendo frente a él. Nos conocemos demasiado bien. Sus ojos me recorren como si intentara leer más allá de mis palabras.

—A esto —responde, levantando un pequeño cuaderno de notas que reconozco al instante como mío. Mi corazón da un vuelco. —¿Por qué tienes páginas llenas de información que nunca compartiste con nosotros? —Su tono es frío, y puedo ver que está luchando por mantenerse calmado. —¿Por qué has estado omitiendo detalles de las inscripciones que encontramos? —Su mirada se vuelve más dura—. ¿Y por qué, Elena, pareciera que tienes una agenda oculta en todo esto?

La sangre se me congela en las venas. Ha estado espiándome. Ha estado vigilándome más de cerca de lo que creía. Y peor aún, ha encontrado la información que he estado tratando de ocultar incluso de mí misma.

—No es lo que piensas —digo rápidamente, pero sus ojos se entrecierran con una mezcla de dolor y confusión.

—Entonces dime lo que está pasando. —Sus manos se aprietan alrededor del cuaderno. —¿Por qué has estado... protegiendo a Pam? ¿Por qué ella parece estar más involucrada en todo esto de lo que cualquiera de nosotros imaginó?

El miedo recorre mi cuerpo. Si sigue tirando de este hilo, todo se desmoronará. Él no entiende. No sabe lo que está en juego, ni el verdadero peligro que acecha en las profundidades de las ruinas. Pero si le miento, si intento desviarlo... sé que solo empeorará las cosas.

—David... —mi voz es apenas un susurro, y su expresión se suaviza, aunque sigue cargada de heridas no sanadas.

—Siempre hemos sido honestos el uno con el otro, Elena —dice, con ese tono casi suplicante que me rompe por dentro. —Siempre. Pero ahora siento que... —Sus labios se aprietan, como si le costara decir lo que sigue—. Siento que estoy perdiendo a mi mejor amiga en todo esto. —Sus ojos están llenos de dolor genuino. —Y no entiendo por qué.

SIRENAS: El legado perdido de La Atlántida. | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora