"LA GUARDIANA DE LOS SECRETOS"
La luna está alta en el cielo, derramando su luz plateada sobre el mar en calma. El viento sopla suavemente, cargado con el aroma salado del océano y el sonido constante de las olas rompiendo en la orilla. Camino lentamente por la playa, sintiendo cómo la arena húmeda cede bajo mis pies, como si estuviera regresando a un lugar que siempre me ha pertenecido.
Ahora, a los 65 años, mi cuerpo ya no se mueve con la misma facilidad de antes. Los pasos me resultan pesados, cada movimiento es más lento que el anterior. Pero no importa. Porque estoy aquí. Porque he regresado a donde todo empezó y donde, finalmente, todo terminará.
Llevo puesto un camisón blanco holgado, tan liviano que la brisa lo hace ondear a mi alrededor, como un reflejo de mi espíritu que flota entre este mundo y el próximo. Es el mismo color que usé aquella primera noche en la playa, cuando Pam y yo nos entregamos por completo, cuando nuestros cuerpos se fundieron con el susurro del mar y la luz de la luna.
Mis manos tiemblan levemente mientras avanzo, cada paso se siente como una despedida, pero también como un reencuentro. He pasado los últimos días preparándome para esto. Los médicos dijeron que no me quedaba mucho tiempo. Que la enfermedad que devoraba mi cuerpo se había extendido demasiado para luchar contra ella.
Pero no sentí miedo. No sentí ira ni desesperación. Porque supe, desde el momento en que me lo dijeron, a dónde debía ir. Supe que mi lugar no era en un hospital rodeada de máquinas y luces frías. Supe que debía volver aquí, a esta isla donde mi corazón se quedó para siempre.
—Hola, Pam —susurro al viento, mi voz es apenas un murmullo que se pierde en el aire. La marea se desliza hacia mí, lamiendo la orilla con suavidad, como si respondiera a mi llamado.
Mis pies alcanzan la línea de la marea, el agua fría se desliza alrededor de mis tobillos, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Pero no retrocedo. Al contrario, avanzó un poco más, sintiendo cómo el océano me rodea, me envuelve, como si quisiera abrazarme una última vez.
—Quería... verte —continúo, cerrando los ojos por un momento y dejando que el sonido del mar me envuelva—. Quería volver a estar contigo, aunque solo sea... un instante.
No sé si está aquí. No sé si, después de todos estos años, su presencia sigue esperándome en las profundidades. Pero siempre he sentido que el mar y ella son uno. Que cada ola que toca esta costa, cada susurro en el viento, es una promesa de su amor eterno.
—Tengo una enfermedad —murmuro, con una sonrisa triste en los labios—. Ya no me queda mucho tiempo. Los médicos dicen que solo es cuestión de días.
El agua parece agitarse a mi alrededor, y siento un leve roce en mi piel, como si el mar estuviera respondiendo con una caricia triste.
—No quiero que te preocupes —mi voz es apenas un susurro—. He vivido... lo mejor que pude. —Hago una pausa, dejando que el silencio se asiente—. No fue... una vida perfecta. Siempre quise que estuvieras conmigo. Siempre. —Mi garganta se cierra con un dolor sordo—. Pero intenté ser feliz, intenté seguir adelante como me pediste.
Mis ojos se llenan de lágrimas, y siento cómo el agua sigue subiendo, ahora acariciando mis pantorrillas.
—Nunca me casé —continúo, con una sonrisa pequeña y triste—. Nunca quise a nadie como te quise a ti. Nunca hubo... nadie más. —Respiro hondo, mis dedos rozan la superficie del agua como si pudiera tocarla, como si pudiera tocar a Pam a través de ella—. Fuiste... todo lo que tuve. Y, aunque viví tantos años después de ti... —mis palabras se deshacen en el aire—, nunca te dejé ir. Nunca viví realmente. No sin ti.
La marea sube más, envolviéndome con su frescura, y siento cómo el mar vibra a mi alrededor, como si el océano entero estuviera escuchando.
—No tengo a nadie —digo finalmente, mi voz quebrada—. No tengo... a nadie más. —Las lágrimas caen por mis mejillas, mezclándose con la sal del mar—. Solo a ti. Solo a... ustedes.
El viento sopla con más fuerza, y siento una presencia suave a mi alrededor. No la veo. No la toco. Pero sé que está aquí, en algún lugar, escuchándome.
—Por eso he venido —murmuro, dando un paso más adentro, el agua sube ahora hasta mis rodillas—. Por favor... —mi voz se quiebra—, si alguna vez me amaste... si alguna vez te importé...
Las olas chocan suavemente contra mí, y siento una fuerza invisible empujarme hacia adelante.
—Déjame quedarme contigo —Las lágrimas nublan mi vista, pero no me detengo. Avanzo más, el agua sube hasta mi cintura ahora, envolviendo mi cuerpo como un abrazo frío—. Déjame... morir en tus brazos.
El océano se agita, las olas se elevan alrededor de mí, pero no siento miedo. Solo paz. Porque sé que, de alguna manera, ella está aquí. Que Pam me ha estado esperando todo este tiempo.
—Déjame ir... —mi voz es apenas un susurro—. Déjame ir contigo.
Y entonces, el mar responde.
El agua sube rápidamente, envolviendo mi cuerpo en un remolino suave pero implacable. Siento cómo la marea me levanta, mis pies dejan de tocar el fondo, y el océano me arrastra hacia adelante, llevándome más adentro, más profundo.
No lucho. No resisto. Porque este es el lugar al que siempre he pertenecido.
Cierro los ojos, sintiendo el peso del agua sobre mí, la presión fría en mi pecho, y permito que el mar me lleve. Mi último pensamiento, mientras la oscuridad se cierra a mi alrededor, es de ella. De Pam.
—Te amo... —el susurro escapa de mis labios mientras mi cuerpo se hunde lentamente en el abrazo oscuro del océano.
Y entonces, en la última oscuridad, siento unos brazos rodearme. Siento un calor inesperado, unos labios fríos rozar mi frente.
—Elena... —el susurro es un eco que resuena en mi alma—, te estaba esperando.
Mis ojos se abren un instante, y la veo. Pam. Mi sirena. Mi amor eterno.
—Ya no estarás sola —susurra, y su rostro se ilumina con una luz suave, su sonrisa es tan llena de amor que mi corazón se desborda.
Y entonces, el mar se convierte en luz. La oscuridad se desvanece. Y sé, en lo más profundo de mi ser, que finalmente estoy en casa.
Juntas. Para siempre.
Gracias por ser parte de este universo desde el principio hasta el final 💙.
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¡Eres increíble! 🌊
Recuerda
"Los cuentos de fantasía nunca terminan realmente; viven en cada uno de nosotros, esperando a ser contados nuevamente." 🔷💫
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SIRENAS: El legado perdido de La Atlántida. | [COMPLETA]
FantasiaBajo las aguas del Mediterráneo, la arqueóloga Elena Irazusta está a punto de hacer el descubrimiento de su vida: un antiguo códice que podría contener las claves para desenterrar la Atlántida, la civilización perdida que ha obsesionado a generacion...