26. Un nuevo comienzo

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Los días pasan lentamente, como si el tiempo se hubiera detenido desde aquella última noche en la playa. La arena sigue siendo la misma bajo mis pies, el susurro del viento entre las palmeras y el rugido suave del océano no han cambiado... pero yo ya no soy la misma. Siento como si algo dentro de mí se hubiera roto y, al mismo tiempo, como si una parte de mi alma hubiera sido arrancada y se hubiera hundido con ella en las profundidades.

El equipo de arqueología ha comenzado a disolverse, la emoción y la intensidad de nuestra investigación se evapora como un espejismo bajo el sol abrasador del Mediterráneo. Después de todo lo que pasó, David y el resto ya no pueden negar que hay fuerzas en juego que no comprenden. Pero mientras ellos tratan de seguir adelante con sus vidas, yo estoy aquí, atrapada en el borde de un mundo que siento ajeno. Un mundo sin Pam.

La tienda de campaña, una vez llena de mapas, apuntes y fragmentos de historia, ahora está vacía. Solo quedan algunos libros esparcidos y equipos que nadie se ha molestado en recoger. Los profesores regresaron a la ciudad para presentar un informe neutral. No hay gloria en esta historia. No hay grandes descubrimientos que mostrar. Pero más que eso, todos saben que algo ha cambiado. Que yo he cambiado.

David se sienta en una silla plegable fuera de su tienda, mirándome con una expresión que mezcla confusión y preocupación. Me acerco a él, sintiendo el peso de nuestra última conversación aún colgando entre nosotros.

—¿Vas a quedarte aquí? —pregunta finalmente, y aunque trata de sonar neutral, no puede ocultar la preocupación en su tono.

—No lo sé —respondo honestamente, mis ojos fijos en el mar. Las olas se mueven perezosamente, sin la furia de antes, como si el océano se hubiera calmado tras la tormenta interna que vivimos—. Siento que... —Las palabras se me atragantan. ¿Cómo explicarle que no puedo alejarme del lugar donde la perdí?

—Elena, escúchame —se inclina hacia adelante, sus ojos oscuros fijos en los míos con una intensidad desconocida—. No entiendo todo lo que pasó —Su voz es baja, casi un susurro—. Pero sé que hay algo... algo que está detrás de todo esto. —Hace una pausa, como si buscara las palabras—. Y también sé que tú... tú cambiaste.

—¿Cambiar? —me río con una amargura que me sorprende incluso a mí—. David, yo... —Trago con dificultad, las lágrimas amenazando con volver a caer—. Perdí más de lo que jamás pensé que podría perder.

Él guarda silencio. No es el tipo de hombre que sabe consolar. Él es todo lógica, todo hechos y deducción. Pero sé que está tratando de entender. No lo hará nunca, claro. No completamente. Porque esto no es algo que se pueda explicar con palabras.

—Esa mujer —murmura, y sé que se refiere a Pam. Siento el nudo en mi pecho apretarse al escucharla mencionada de esa manera—. Nunca fue solo una guía, ¿verdad?

El hecho de que el mismo mar haya decidido borrar ciertos recuerdos de la mente de David, es algo escalofriante y exasperante, pero estaba bajo la influencia de esa maldita bestia marina... por eso hizo todo lo que hizo.

—Nunca —susurro, mi voz apenas es audible—. Ella era... —¿Cómo describirla? ¿Cómo poner en palabras lo que Pam significó para mí?—. Lo era todo.

David asiente lentamente, como si eso respondiera a una pregunta que nunca se atrevió a hacer. Se reclina hacia atrás, mirando el mar con la misma expresión distante que yo he tenido en estos días.

—Ella se ha ido —dice, y puedo oír el eco de mi propio dolor en su voz—. Entonces, ¿por qué sigues aquí?

La pregunta es sencilla, pero siento como si mi alma se estremeciera al oírla.

—Porque... —cierro los ojos un momento, sintiendo el ardor de las lágrimas detrás de los párpados—. Porque si me voy, es como si... como si la dejara atrás de nuevo —Mis palabras son un susurro desgarrado, pero David las escucha claramente.

SIRENAS: El legado perdido de La Atlántida. | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora