Las relaciones del pasado pueden convertirse en obstáculos significativos en el camino hacia el presente, especialmente cuando surge una nueva conexión en momentos de distanciamiento. Cuando abres tu corazón a alguien más, la complejidad emocional no solo afecta a tu propio corazón, sino que también involucra a todas las personas que han sido parte de tu historia. Cada emoción y cada recuerdo pueden entrelazarse, creando una red de sentimientos.
Ambos nos quedamos quietos por un instante, respirando con dificultad. El ambiente estaba cargado de adrenalina, y la risa contenida hacía que la tensión entre nosotros se sintiera casi eléctrica. Me giré hacia él, aún jadeando un poco.
—Eso estuvo demasiado cerca —susurró Fezco, soltando una risa nerviosa mientras se apoyaba contra la puerta. Su expresión era mezcla de alivio y diversión.
—No puedo creerlo... —dije, tratando de calmarme. En ese momento, escuché los pasos de la secretaria detenerse justo fuera de mi puerta, seguidos por un golpeteo suave.
—Señorita Violet —dijo ella con su tono formal y profesional.— Su papá está preguntando por usted, y su hermano también. Los invitados ya están sentados.
Contuve el aliento, mirando a Fezco, que me observaba con una sonrisa divertida, disfrutando claramente de la situación. Le hice señas para que se quedara en silencio mientras me mordía el labio, nerviosa.
—¡Ya bajo! —respondí finalmente, tratando de sonar despreocupada.— Solo... estoy terminando de arreglarme.
Esperé en silencio hasta que los pasos de la secretaria se alejaron, soltando un suspiro de alivio. Cuando giré hacia Fezco, él me miraba con esa sonrisa suya, traviesa y confiada.
—Eso estuvo cerca, ma' —murmuró mientras se acercaba lentamente a mí, inclinándose solo un poco hacia adelante.— Fue emocionante... casi como si estuviéramos haciendo algo prohibido.
—No es gracioso, Fez —dije en tono de reproche, aunque mi sonrisa me delataba—. Estaba aterrada de que alguien nos viera.
—No lo parecía... —comentó con una ceja levantada.— Te vi bastante tranquila mientras corríamos hacia aquí. —Hizo una pausa, su voz se volvió más suave—. Además, me gusta cómo manejaste la situación. Muy decidida.
Rodé los ojos, tratando de mantener la compostura. —Tengo que bajar, mi papá ya está preguntando por mí y los invitados están esperando. No puedo quedarme aquí para siempre.
Fezco se recostó contra la pared, cruzando los brazos con una sonrisa pícara. —¿Seguro que no? —preguntó—. Podríamos quedarnos aquí... tú y yo, nadie más...
