Entre la atracción y la habilidad para sostener el deseo, se despliega una tensión llena de misterio, donde cada movimiento y cada palabra se eligen con precisión calculada. Este encuentro es para aquellos dispuestos a desnudarse de cualquier artificio y entregarse a la autenticidad de sus pasiones más profundas.
Aquí, los papeles de poder y vulnerabilidad cambian sin previo aviso, llevándolos a una danza en la que la entrega y la resistencia se entrelazan, y donde el objetivo no es solo conquistar sino mantener el equilibrio perfecto entre ambos. Es en esta fricción de voluntades que surge el verdadero desafío, donde lo prohibido se convierte en deseo y el control en un placer oscuro, seductor e irresistible.
Dentro de este juego oculto de emociones, ambos descubren que no solo desean ganar, sino dominar el espacio del otro, llevándolos a explorar límites que jamás imaginaron cruzar.
Después de lo que parecía una eternidad esperando a Fezco, finalmente me di por vencida, aunque sin rencor. Conocía a Fez lo suficiente para saber que, si había prometido venir, lo haría, solo que probablemente algo había salido mal en el camino.
Quise prepararme para verlo. Me ocupé en cuidar mis flores un rato, luego me metí al baño y decidí darme una ducha larga y relajarme en el jacuzzi. Me puse un exfoliante suave, y una mascarilla de arcilla mientras me entretenía viendo una película en el baño. Estaba dispuesta a verme lo mejor posible; ya había tenido mi sesión de láser hacía una semana, lo que me daba una preocupación menos. Al salir, me cubrí con una crema humectante y un poco de aceite corporal, dejando mi piel suave y con un ligero brillo.
Busqué una pijama bonita que sabía que le gustaría, opté también por una ropa interior a juego, cuidando cada detalle con esmero. Finalmente, me puse un toque de loción, dejando un aroma suave que sabía que no pasaría desapercibido. Admito que, aunque trataba de no pensar demasiado en ello, no podía evitar mirar el celular cada tanto, esperando algún mensaje o una llamada de Fezco. La última vez que había estado activo en el chat había sido hace más de cuatro horas, y esa sensación de incertidumbre empezaba a hacerme sentir algo triste. No quería llorar ni mostrarme afectada, pero había una mezcla de inquietud y decepción que se hacía más fuerte a medida que la noche avanzaba.
El sueño, sin embargo, me ganó. Pero, cuando llegó me sentí más que llena y se reanudó el plan de ir a su casa.
—Vamos.—dije sonriéndole.
Sin decir una palabra, tomó mi bolsa y la cargó sobre su hombro, luego extendió su mano hacia mí. Sus dedos cálidos se entrelazaron con los míos, y bajamos juntos las escaleras en silencio, esa conexión palpable entre nosotros.
