Sobrepensar es un desgaste terrible para nuestra mente. Nos llena de pensamientos negativos que se vuelven tan invasivos que es como si cada inseguridad se amplificara. En una relación, sin quererlo, muchas veces dejamos que el centro de nuestras ideas y preocupaciones sea la otra persona, y a menudo, nos olvidamos de nosotros mismos en el proceso. Fezco lo sabía; solía vivir en ese estado constante de análisis, pensando en cada detalle sobre Violet. Sin embargo, no la culpaba por eso, porque le gustaba la idea de ser una figura esencial en su vida, alguien en quien Violet pudiera depender.
Fezco deseaba en lo más profundo de su ser que Violet dependiera de él, y no por un pensamiento narcisista o por controlar cada aspecto de su vida. Su anhelo iba más allá: quería ser ese refugio para ella, la persona en quien pudiera confiar sin reservas. En un mundo tan lleno de inestabilidad y peligro, Fezco sentía que, si Violet tenía un pilar, alguien que la cuidara y la protegiera, entonces tendría una razón para mantenerse en pie incluso cuando las cosas se desmoronaran.
Inmediatamente, Rue quedó desorientada, su cuerpo se dejó caer en el sillón mientras Mouse observaba satisfecho.
—Pega rápido, ¿verdad? —dijo Mouse, colocando las piernas de Rue en su regazo. —¿Te gusta la sensación?
—Sí —murmuró Rue, apenas consciente.
—¿Quieres un par de paquetes? —preguntó Mouse, acercándose aún más,
—Está bien...
Mouse deslizó un paquete en el bolsillo de Rue.
—Te va a costar $300 —dijo Mouse con una sonrisa ladina, recorriendo la pierna de Rue.— Paga hermanita.
—Solo tengo dos dólares —balbuceó Rue, sus palabras ya incoherentes.
—Dije $300 —contestó Mouse, su mano comenzando a deslizarse aún más por la pierna de Rue.
—¿Y mis pantalones? Te lo devolveré.
—No acepto devoluciones.
—Mouse, deja que yo pague —insistió Fezco, su tono firme pero intentando no mostrar el enojo que hervía bajo la superficie.
Mouse lo miró con una sonrisa burlona, como si disfrutara de su frustración. —Tú no querías fentanilo. ¿Qué pasa? ¿Todos están cambiando de opinión?
Fezco apenas lo miró, metiendo la mano en el espacio entre los cojines del sillón. Apretó la mandíbula mientras tanteaba hasta sentir la seguridad fría del arma escondida allí.
